AGRICULTURA-BALCANES: Transgénicos entre las ruinas

La detección de cultivos transgénicos en Serbia y de alimentos que los contienen en supermercados de Croacia siembra dudas sobre la seguridad de los platos que las familias de los Balcanes llevan a su mesa.

Ambos descubrimientos constituyeron un duro golpe para los países otrora integrantes de la República Federal de Yugoslavia, que promocionan su producción de alimentos saludables con la intención de exportarlos a otros mercados europeos.

El único beneficio del aislamiento sufrido por Serbia durante el régimen de Slobodan Milosevic (1991-2001) fue la imposibilidad de que el país importara herbicidas, fertilizantes y semillas genéticamente modificadas, debido al embargo dispuesto por la comunidad internacional.

Durante los 10 años que Milosevic estuvo en el poder en Belgrado, los países de la antigua Yugoslavia se enfrentaron en una serie de sucesivas guerras por la secesión, mientras el gobierno central era objeto de duras sanciones internacionales.

De cualquier manera, semillas transgénicas de soja y de maíz germinaron el año pasado en las llanuras de la septentrional provincia serbia de Vojvodina, considerada el granero de este país.

”Hemos descubierto 1.000 hectáreas de soja transgénica en Vojvodina y destruido lo cosechado en 300 de ellas. Continuaremos en acción”, dijo el funcionario del gobierno provincial Igor Kurjacki.

Pero las autoridades no pudieron estimar cuántas de las 120.000 hectáreas de soja cultivadas en Vojvodina están sembradas con semillas transgénicas.

”Las semillas fueron contrabandeadas desde Hungría y Rumania”, dijo Mirjana Nikolic, integrante del equipo de expertos que detectó la presencia de transgénicos en Serbia.

”Para los agricultores con escasa educación, la promesa de cosechas saludables y resistentes fue suficiente. Para nosotros, fue un experimento sin control”, agregó Nikolic.

De todos modos, confirmar la existencia de organismos genéticamente modificados fue un procedimiento sencillo: los científicos se limitaron a rociar potentes herbicidas sobre las plantas. ”La soja transgénica sobrevivió, mientras la otra murieron de inmediato”, explicó la experta.

La manipulación genética pareció providencial para los agricultores. ”Se trata, por ejemplo, de cultivar tomates en un clima frío” mediante la introducción de ”un gen de bacalao del océano Atlántico”, dijo el profesor de genética vegetal Miodrag Dimitijevic, de la Universidad de Novi Sad.

Nikolic y Dimitrijevic advirtieron que Serbia no elaboró reglas claras en materia de cultivos transgénicos.

Al culminar el año pasado el proceso de desintegración de la antigua federación yugoslava, la mayoría de las instituciones que antes vinculaban a las distintas repúblicas dejaron de existir. Entre ellas, la Administración Federal de Recursos Genéticos.

De todos modos, la ley serbia, coordinada con las normas de la Unión Europea (UE), prohíbe el cultivo de semillas con más de 0,9 por ciento de material transgénico, dijo la ex directora de esa oficina, Ivana Dulic.

”Pero carecemos de inspecciones eficientes para controlar las declaraciones de importación de alimentos, entre otras cosas. La ley es esquivada en beneficio del lucro”, dijo Dulic.

Mientras, en Croacia, 16 de los 33 productos tomados al azar de la estantería de los supermercados del oriental poblado de Osijek por las autoridades registraban un contenido de transgénicos superior al 0,9 por ciento establecido por las normas vigentes.

”De hecho, la declaración de esos alimentos no indicaba presencia alguna de transgénicos, lo cual constituye un delito en sí mismo”, dijo el director del Laboratorio de Salud Pública de Osijek, Josip Milas.

Las autoridades sanitarias de Croacia aprobaron estrictas medidas de control de las importaciones desde Austria, Bélgica, Italia y República Checa.

”La venta de productos transgénicos pone en peligro la salud de los ciudadanos comunes, que no están al tanto de lo que se llevan a casa”, dijo a la televisión croata la activista Vesna Brcic, de la Asociación de Protección a los Consumidores.

Pero adquirir alimentos de producción nacional tampoco es seguro. ”Hay señales de que tomates y sandías cultivados en zonas tradicionalmente agrícolas son, de hecho, transgénicos, por el tráfico de semillas desde el extranjero”, dijo Brcic.

Por su parte, Eslovenia abandonó sus planes de aprobar los cultivos transgénicos. Así, éstos se encuentran prohibidos en ese país y en Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Federación de Serbia-Montenegro, Macedonia y Rumania.

Pero Nikolic advirtió que existen predios cultivados con transgénicos en Bulgaria y Rumania.

Nikolic consideró difícil de establecer si los alimentos transgénicos son dañinos por sí mismos, pero sí está demostrado segura de que su cultivo reducía al fertilidad de los suelos.

”Las raíces liberan ciertas sustancias que estimulan el crecimiento de microorganismos no deseados. La tierra pierde su fertilidad luego de una cosecha. Además, algunas de las semillas de soja y de maíz están genéticamente programadas para no poder ser usadas en la siembra siguiente”, explicó.

La organización ambientalista Amigos de la Tierra Internacional consideró en su último informe que las semillas transgénicas no habían supuesto beneficios a la seguridad alimentaria ni a la productividad en 10 años de utilización.

”Los transgénicos no solo tienen un dañino impacto socioeconómico. También crean alarmantes problemas ambientales antes inexistentes, como contaminación genética, y a veces con amenazas directas sobre la biodiversidad, como en el caso de la colza británica o del maíz mexicano”, agrega el informe.

A los científicos dedicados al desarrollo de transgénicos no les interesa considerar por qué los seres vivos se desarrollaron de manera tan disímil a lo largo de millones de años, según Dimitijevic.

”Por un momento, era algo promisorio. Parecía que la Humanidad asumía el papel de Dios”, concluyó.

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