Las simpatías latinoamericanas hacia Estados Unidos están a la baja, pero eso no fue obstáculo para que su presidente, George W. Bush, recibiera un trato especial en la cumbre de América finalizada este martes en la ciudad mexicana de Monterrey y sus pares lo buscaran con afán.
A diferencia de otros mandatarios, Bush tuvo licencia para llegar con su comitiva, automóviles y escoltas hasta las últimas puertas de ingreso a los recintos donde se realizó la reunión de dos días. Además, hizo esperar algunos minutos a sus homólogos en encuentros bilaterales y también en otros ampliados.
También fue el mandatario más retratado por los medios de comunicación en esta segunda Cumbre Extraordinaria de las Américas y su nombre e imagen fueron las más socorridas en las calles de Monterrey, al nordeste de México, donde se registraron manifestaciones de estudiantes y otros grupos sociales contra la realización de la cita.
Las expresiones de repudio contra Bush y la política estadounidense forman parte de opiniones que en ese sentido han ido creciendo en América Latina.
Una encuesta realizada a 18.600 personas en 17 países de América Latina y difundida a fines del año pasado por la firma Latinobarómetro, con sede en Chile, indicó que un tercio de ellos tienen una imagen negativa de Estados Unidos, el doble de lo registrado en 2000 en una consulta similar.
Igual respuesta pero referida a Bush entregaron 87 por ciento de los formadores de opinión entrevistados anteriormente en América Latina por otra empresa encuestadora, Zogby Internacional.
Según Latinobarómetro, la imagen negativa del presidente Bush en la región está empezando a contaminar la opinión de los latinoamericanos sobre Estados Unidos como nación.
En Monterrey, en contraste con los demás gobernantes americanos que evitaron hablar de la situación política de sus vecinos, Bush abogó para lograr el fin del régimen socialista de Cuba y dijo que junto a México vigilará en Venezuela el proceso que puede poner a referéndum revocatorio el mandato presidencial de Hugo Chávez, elegido para gobernar hasta 2006.
Esta cuarta cumbre, entre ordinarias y de carácter especial convocadas desde la realizada en 1994 en Miami, se llevó a cabo bajo el auspicio de la Organización de Estados Americanos, a la que pertenecen 34 países activos, todos los del continente salvo Cuba suspendida desde comienzos de los años 60.
Aunque la diplomacia indica que es un presidente más, lo cierto es que Bush es el de la primera potencia mundial y eso se expresa en cualquier cita y más si es entre países que para muchos siguen siendo el patio trasero de Estados Unidos, dijo a IPS Arturo Castrillón, investigador de la mexicana universidad privada Anáhuac.
El mandatario estadounidense se movió en Monterrey bajo impresionantes medidas de seguridad, que involucraron a docenas de agentes policiales de México y de Estados Unidos y con varios vehículos.
Mientras, presidentes como el peruano, Alejandro Toledo, apenas tuvieron disponible un auto y un guardia para poder movilizarse.
En las numerosas reuniones bilaterales que se dieron en marco de esta cumbre de América, convocada para promover estrategias de lucha contra la amplia brecha social, el desarrollo social y la gobernabilidad democrática, las que recibieron mayor atención fueron precisamente las que mantuvo Bush.
El mandatario estadounidense se reunió con sus pares Vicente Fox, del país anfitrión de la cumbre, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Néstor Kirchner, de Argentina, pero evitó hasta cruzar miradas con Hugo Chávez, de Venezuela.
Sin embargo, en vísperas de la cita, portavoces de Washington arremetieron contra Argentina por su presunta inclinación a la izquierda en política internacional y las relaciones con Cuba, entre otras críticas, y contra el gobierno de Venezuela también por su amistad con La Habana, lo cual desató respuestas airadas de esos países sudamericanos.
Además, La Casa Blanca se enfrascó en disputas con Buenos Aires, Caracas y Brasilia al momento de negociar la declaración final de la cumbre de Monterrey en temas como el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y la corrupción.
Las relaciones de América Latina, el Caribe con Washington se vieron enturbiadas el año pasado por la negativa de la mayoría de los gobiernos de la región, con excepción de algunos centroamericanos, a apoyar la invasión en marzo de Estados Unidos a Iraq con la ayuda de Gran Bretaña.
México y Chile, entonces miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, se opusieron frontalmente a la invasión, lo cual tensó las relaciones de ambos con Estados Unidos.
Adolfo Aguilar dijo en noviembre, cuando aún era representante de México en ese organismo, que la clase política e intelectual de Estados Unidos ve a su país en la condición genérica de patio trasero. Poco después de emitir esa declaración, fue separado del cargo.
Cuando se trata de hacer negocios y buscar ayuda, los latinoamericanos no pueden privilegiar las críticas a Estados Unidos y eso es lo que se ve en el marco de citas como la cumbre en Monterrey, apuntó Castrillón.
En esta oportunidad, Fox mantuvo un encuentro bilateral con Bush, en el que según portavoces oficiales se relanzó la relación entre México y Estados Unidos.
Washington refrendó a México su propuesta para regularizar la situación de unos cinco millones de inmigrantes mexicanos que viven en ese país.
Estados Unidos mantiene negociaciones para llegar a acuerdos de libre comercio con países andinos y centroamericanos e impulsa el ALCA, proyecto que en forma y plazos cuestionan Brasil y Venezuela principalmente.
Portavoces de los gobiernos involucrados en las negociaciones comerciales indicaron que en Monterrey avanzaron en sus objetivos.
La próxima cita de los jefes de Estado y de gobierno del continente se realizará en 2005 en Argentina, ocasión en que uno de los temas centrales será el ALCA, pues según el cronograma aún vigente debe estar aprobado el acuerdo para que ese mismo año sea ratificado por los respectivos parlamentos.
