MEXICO-EEUU: Atrapados en el patio trasero

– México y Estados Unidos retomaron el diálogo diplomático tras un largo distanciamiento, pero sólo para dar pequeños ajustes a una relación donde lo más importante, el acuerdo migratorio, sigue ausente.

Delegaciones de ambos gobiernos se reunieron este miércoles en Washington para encarrilar el vínculo, enfriado por los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y la guerra que ese país inició contra Iraq en marzo, y que México no apoyó.

Los resultados de la cita fueron muchos abrazos, intercambios de elogios y reiteración de planes ya conocidos.

Lo más importante fue el acuerdo para instalar un ”teléfono rojo” entre el Departamento de Seguridad de Estados Unidos y la Secretaría de Gobernación (ministerio del Interior) de México, a través del cual se coordinarán acciones en momentos de emergencia por cuestiones de seguridad, indicaron portavoces de Washington.

En materia migratoria ”estamos construyendo” paso a paso un acuerdo, pero eso lleva tiempo y no será anunciado para no crear falsas expectativas, dijo el canciller de México, Ernesto Derbez, quien encabezó la delegación de su país.

El secretario de Estado estadounidense (canciller) Colin Powell señaló por su parte que ”hemos hablado de migración, hemos tenido un importante intercambio y sabemos que hay trabajo que hacer”, pero reconoció que es difícil concretar un acuerdo.

”Hemos sido muy sinceros en nuestras conversaciones sobre migración. Hay asuntos que no requieren trámite legislativo en los que podemos hablar de éxito, pero no queremos crear expectativas exageradas que no puedan ser satisfechas”, añadió.

No obstante, ”tengo confianza en que el futuro cercano podremos mostrar resultados”, sostuvo.

De momento, casi cuatro millones de mexicanos que viven sin papeles en Estados Unidos seguirán esperando la regularización prometida por el presidente Vicente Fox. Y continuará la emigración anual de unas 400.000, que emprenden viajes cada vez más peligrosos.

Lo principal es que el diálogo con Estados Unidos está de regreso, aunque no se deben crear expectativas elevadas, declaró a inicios de mes el presidente Vicente Fox.

Su tono contrastó con el optimismo que mostraba antes de septiembre de 2001, cuando prometía ir ”con todo” por una solución migratoria con Washington.

”El acuerdo del que habla el gobierno es un asunto incierto y muy difícil de concretar por la dinámica política de ambos países”, advirtió el coordinador del Seminario de Migraciones en el Colegio de México, Manuel Castillo.

La negociación depende de Washington, pero también y en gran parte del Congreso legislativo de Estados Unidos. Además, hay que considerar que para el país vecino lo más importante hoy es la seguridad y no la inmigración, manifestó Castillo a IPS.

Para Adolfo Aguilar, representante de México en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, llegar a acuerdos con Estados Unidos es difícil, pues a ese país ”no le interesa una asociación de igualdad, sino una relación estrecha de conveniencia y subordinación”.

En un discurso ante estudiantes universitarios mexicanos, que sorprendió por su dureza, Aguilar dijo el martes que Estados Unidos nunca ha visto a su país como a un socio, sino como su ”patio trasero”.

”Con cualquiera que diga eso (lo del patio trasero) yo estaría en total desacuerdo. Esa no es la clase de relación que el presidente Fox y el presidente George W. Bush han mantenido”, comentó Powell al referirse a las declaraciones del diplomático mexicano.

”México es un socio de Estados Unidos, un vecino, un gran amigo y jamás de ninguna manera trataríamos a México como si fuera el patio trasero o una nación de segunda”, añadió.

Aunque la población de origen mexicano crece exponencialmente en Estados Unidos, Washington se niega a negociar un acuerdo migratorio de largo aliento y prefiere mantener su estrategia represiva.

De 35,3 millones de personas de origen latinoamericano o hispano que viven hoy en Estados Unidos, 20,6 millones son mexicanos de nacimiento o ascendencia, 7,1 millones más que en 1990.

El acuerdo migratorio es difícil en el mediano plazo y más ahora que Estados Unidos está inmerso en el proceso de las elecciones presidenciales de noviembre de 2004, opinó Castillo, del Colegio de México.

Según Pamela Starr, catedrática estadounidense del Instituto Tecnológico Autónomo de México, Bush tiene ya ”el plato lleno” con Iraq y la campaña por su reelección como para atender la cuestión migratoria.

Relación conflictiva y asimétrica, la de Estados Unidos y México es considerada única en el mundo. Los dos países que tienen culturas, idiomas, economías y capacidades comerciales diferentes, pero comparten 3.200 kilómetros de frontera.

Aunque son socios, junto a Canadá, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte —convenio que permite el libre flujo de mercancías y dinero—, los trabajadores no pueden movilizarse con libertad.

Desde inicios de los años 90, Estados Unidos mantiene fuertes controles al flujo de personas en su frontera sur. La estrategia incluyó aumento de patrullajes, levantamiento de muros, instalación de cámaras que detectan movimientos y vigilancia desde helicópteros, entre otras medidas.

Los principales efectos de esta política fueron 3.000 inmigrantes muertos, 12 millones de indocumentados aprehendidos y la consolidación del tráfico de personas como una actividad rentable para los ”polleros”, apuntó Fabienne Venet, directora de la organización no gubernamental Sin Fronteras, que trabaja en la materia.

Mientras gobierno y legisladores de Estados Unidos mantengan la idea de que la migración es un asunto policial, la posibilidad de un acuerdo seguirá lejana, dijo Venet a IPS.

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