AMERICA DEL NORTE: Fronteras abiertas sólo al capital

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte fomentó la inmigración ilegal, dijo a Tierramérica el campesino mexicano Lucas Benítez, galardonado con el premio Robert F. Kennedy de derechos humanos.

En Estados Unidos se violan los derechos de los trabajadores inmigrantes y el presidente George W. Bush no tiene interés en remediarlo, afirmó Benítez, quien llegó indocumentado a ese país en 1992, y ahora está a punto de recibir el premio Kennedy de derechos humanos.

”Es inhumano que mientras los tratados de libre comercio abren las fronteras para el capital, se sigan cerrando para los seres humanos, a nosotros que venimos a vender a Estados Unidos nuestra fuerza laboral”, declaró Benítez a Tierramérica, vía telefónica desde el meridional estado de Florida.

Este campesino de 29 años, que lidera la Coalición de Trabajadores de Immokalee, en el norte de Florida, recibirá el premio Kennedy el 20 de noviembre junto a sus compañeros de esa organización, los guatemaltecos Julia Gabriel y Romeo Ramírez.

El galardón, instituido en 1984 y dotado con 30.000 dólares y un trofeo, les fue otorgado por haber sacado de la ”esclavitud” a miles de trabajadores sin papeles que son el motor del desarrollo agrícola de Florida.

—¿Qué significa este premio?

—Es un gran avance, pues apuntala nuestra lucha para denunciar los maltratos y la violación a los derechos humanos que siguen sufriendo en Estados Unidos los trabajadores del campo. Algunos piensan que aquí no pasa nada en esos terrenos, pero eso es falso.

—¿Cómo ve las promesas de Bush y de su par mexicano Vicente Fox de legalizar la residencia de los trabajadores inmigrantes?

—Bush no tiene ningún interés en legalizar a los indocumentados o en reunificar a familias que ya tenemos aquí años de radicadas, tampoco en remediar las violaciones a los derechos humanos. Vicente Fox está impulsando un programa de emigración para trabajos temporales, cosa que no apoyamos. Esa sería una forma de esclavitud, pues nos obligaría a trabajar con un solo patrón y los paisanos no podrían moverse de una compañía a otra. Si eso no es esclavitud, entonces no sé qué es.

—¿Cuál es la salida?

—Primero necesitamos legalizar a los millones que ya estamos aquí. Y segundo, si realmente se quiere hacer un tratado, la primera garantía que hay que lograr es que los inmigrantes puedan trabajar con cualquier patrón y que tengan todo el derecho a organizarse y a tener una voz propia en este país. Pero eso está difícil ahora entre México y Estados Unidos. Es lamentable e inhumano que mientras los tratados de libre comercio abren las fronteras para el capital, como entre estos dos países, se sigan cerrando para los seres humanos, a nosotros que venimos a vender nuestra fuerza laboral.

—Pero los gobiernos señalan que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha sido un factor positivo y dinamizador de la economía de ambos países.

—Ha sido más bien un factor que obligó a la emigración de muchos de nosotros. Mi padre sobrevivió en México trabajando la tierra, como mi abuelo. Yo quise hacer lo mismo, pero la tierra ya no da para comer ni para competir con las grandes transnacionales y agroindustrias que reciben subsidios del gobierno de Estados Unidos. Esto provocó que México haya pasado de ser un productor agrícola a productor de mano de obra barata para Estados Unidos. Ese es el verdadero resultado del libre comercio.

—¿La labor de organizaciones como la Coalición de Trabajadores de Immokalee, que usted lidera, contribuye a cambiar esta realidad?

—Cuando llegamos aquí en 1992 las condiciones eran peores que las de hoy. A mí me tocó todavía ver a patrones que cargaban pistolas en las labores de campo para amedrentarnos. Los compañeros eran golpeados a veces por el simple motivo de querer tomar agua. Pero comenzamos a organizarnos en forma discreta y en 1995 hicimos una huelga. Desde ese momento las cosas fueron cambiando, se juzgó y condenó a varios patronos y mejoraron las condiciones laborales. Pero aún hay que hacer mucho para que realmente se garanticen los derechos de los trabajadores del campo, que es nuestra labor principal en Estados Unidos.

* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 8 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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