REFUGIADOS-LIBERIA: De una calamidad a otra

Al menos 50.000 liberianos se encuentran en un corredor de 500 kilómetros en la frontera entre Liberia y Costa de Marfil, con sus necesidades básicas insatisfechas y amenazados por grupos rebeldes de ambos países, denunciaron organizaciones humanitarias estadounidenses.

Los refugiados huyeron de la guerra civil entre insurgentes y fuerzas del gobierno de Liberia, cuyo presidente, Charles Taylor, se comprometió a abandonar el poder este lunes y luego irse al exilio, presuntamente en Nigeria.

Pero Costa de Marfil no es un refugio seguro.

Rebeldes marfileños y liberianos intentan controlar el tráfico de mercancías en la región, cobrar ”impuestos” en forma de raciones alimentarias a los refugiados e incorporar a muchos de éstos a sus filas por la fuerza, según el Comité Estadounidense para los Refugiados (USCR), de Washington.

”Por funcionarios de ACNUR y locales, refugiados y sus líderes, sé que el campamento de refugiados de Nicla ha sido por mucho tiempo una fuente de reclutamiento ilegal por el gobierno, el ejército y los rebeldes LIMA de Costa de Marfil”, dijo a IPS Joel Frushone, analista político de USCR/Africa.

George Kun, de la organización humanitaria Refugees International, confirmó la versión de Frushone. ”Refugiados liberianos, incluso niños, son reclutados por ambas partes”, sostuvo.

”ACNUR debería actuar junto al gobierno marfileño para preservar el carácter civil del campamento. Francia (el antiguo dominador colonial de Costa de marfil) también debería intervenir, por su influencia en ese país”, exhortó Kun.

La guerra civil en Liberia agravó una crisis de refugiados que amenaza la frágil estabilidad de Africa occidental. El conflicto, que ya afectó a los vecinos Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil, desarraigó a decenas de miles de liberianos que precisan ayuda en forma desesperada, advirtió USCR.

”El sitio más problemático es el que está a lo largo del río Cavally (que marca la frontera entre Liberia y Costa de Marfil). Allí, los liberianos superan a la población marfileña por 10 a uno”, dijo Frushone, que regresó la semana pasada de Costa de Marfil.

Además, agregó, ”el saneamiento no existe, el agua es muy escasa, y falta infraestructura. La capacidad de ayuda de ACNUR (el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) es muy limitada”.

Afortunadamente,, el influjo de refugiados liberianos no ha creado resentimiento entre la población marfileña, dijo.

”Sin embargo, los refugios son muy limitados, al igual que la capacidad de los aldeanos de ayudar a los refugiados a construir casas. Además, la estación lluviosa complica las cosas”, añadió.

Los refugiados en la zona fronteriza huyeron del territorio liberiano tras el estallido de combates en la ciudad portuaria de Harper entre el Movimiento para la Democracia en Liberia (MODEL), un grupo rebelde del este de ese país, y las tropas de Monrovia, a mediados de mayo.

”El campamento de Nicla está altamente militarizado. Refugiados armados se mueven libremente, y ACNUR no puede hacer nada, porque es responsabilidad del gobierno mantener la naturaleza civil del campamento”, dijo Frushone.

”Muchos refugiados están aterrorizados. En medio de la noche, se escuchan disparos. Los refugiados experimentan lo mismo que en Liberia”, agregó el activista.

El constante influjo de refugiados también está deteriorando la frágil situación política en Costa de Marfil, según observadores.

En septiembre de 2002 estallaron combates entre el Movimiento Patriótico de Costa de Marfil, un grupo insurgente respaldado por Taylor, y militares y grupos leales al presidente marfileño, Laurent Gbagbo.

Gbagbo tomó el control de la mitad meridional del país, incluida la capital, Abidján, mientras los insurgentes ganaron el dominio de gran parte del norte.

Aunque no ha habido combates en Costa de Marfil desde la declaración de un cese del fuego en mayo, logrado con la mediación de Francia, el país todavía está dividido y las condiciones de seguridad son impredecibles, especialmente en la zona occidental.

Debido a la falta de seguridad, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y agencias humanitarias internacionales son renuentes a instalarse en territorio marfileño, y como resultado casi no hay grupos internacional de ayuda en la región.

Además, cientos de liberianos huyen cada semana hacia Guinea y Sierra Leona, lo que afecta la estabilidad de esos países también.

”Taylor no sólo es responsable por la inestabilidad en Liberia, sino también por la de Costa de Marfil (…) y por las atrocidades del pasado en Sierra Leona, su vecino occidental”, afirmó Frushone.

El Tribunal Especial para Sierra Leona, una corte establecida con el respaldo de la ONU, acusó a Taylor de entrenar y armar a los insurgentes que mataron y mutilaron a miles de civiles en Sierra Leona.

USCR recomendó que ningún país ofrezca refugio a Taylor y que la comunidad internacional asegure su entrega al Tribunal Especial.

En los últimos 14 años, los actos de violencia perpetrados principalmente por Taylor y sus seguidores en Liberia dejaron al menos 200.000 muertos y desplazaron a más de 1,5 millones de liberianos, casi la mitad de la población nacional.

ACNUR denunció en un informe las matanzas, ejecuciones sumarias y una larga lista de excesos en Liberia, y estimó que 1.000 personas murieron desde junio en el sitio de los rebeldes a Monrovia.

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