TIMOR ORIENTAL: Una independencia dolorosa

La República Democrática de Timor Oriental despertó este lunes como el país independiente más nuevo del mundo y comenzó la tremenda tarea de construir una nación a partir de escombros y de la ayuda internacional.

El despliegue de la bandera nacional y el lanzamiento de fuegos artificiales marcaron en la medianoche del domingo el nacimiento de un país soberano y el fin de varios siglos de ocupación extranjera en este pequeño territorio del sudeste asiático.

Después de más de 450 años de dominación de Portugal, 24 de Indonesia y dos y medio de gobierno provisional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los timorenses orientales viven un momento que hace pocos años ni siquiera podían imaginar.

En su discurso a la nación, el presidente José Alexandre ”Xanana” Gusmao elogió la determinación de los timorenses y agradeció a la comunidad internacional por su ayuda para alcanzar el ansiado objetivo de la independencia.

Entre los convidados ilustres del presidente y ex líder guerrillero se encontraban el secretario general de la ONU, Kofi Annan, los presidentes de Portugal, Jorge Sampaio, de Indonesia, Megawati Sukarnoputri y de Mozambique, Joaquim Chissano.

Asimismo, los primeros ministros de Australia y de Portugal, John Howard y José Manuel DurFo Barroso, y el ex presidente estadounidense Bill Clinton, testimoniaron con su presencia en Dili, la capital, el acto de nacimiento del nuevo estado asiático.

La tribuna de honor estaba ocupada por delegados de 92 países, entre ellos los jefes de gobierno u otros representantes de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, integrada por Angola, Brasil, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique, Santo Tomé y Príncipe y, a partir de este lunes, Timor Oriental.

Las referencias al pasado reciente fueron una constante en el discurso del flamante jefe de Estado.

Gusmao no pasó por alto los 24 años de cruenta ocupación indonesia, pero al tiempo que rindió homenaje a las víctimas, subrayó que esos trágicos hechos pertenecen al pasado y que en los días que corren, Jakarta y Dili deben mantener relaciones de buena vecindad.

Sin embargo, es poco probable un simple borrón y cuenta nueva para los actuales 800.000 habitantes, entre los que no existe una sola familia que no perdiese uno o varios de sus miembros durante la ocupación indonesia.

El ejército indonesio invadió Timor Oriental el 7 de diciembre de 1975, una semana después de la proclamación de la independencia de Lisboa.

Desde entonces hasta septiembre de 1999, se registró en el territorio el mayor genocidio proporcional a la población de un país jamás verificado: 220.000 muertos, en una población que en 1975 se calculaba en 650.000 habitantes.

Gusmao, quien combatió a las fuerzas ocupadoras indonesias desde las selvas de Timor Oriental y pasó siete años en una prisión de Yakarta, consideró que la relación con Indonesia fue ”un error histórico que ahora pertenece a la historia y al pasado”.

En una medida conciliatoria, Gusmao rindió tributo a la presidenta indonesia y la acompañó a visitar un cementerio donde se encuentran enterrados soldados indonesios que murieron en Timor Oriental combatiendo a la resistencia.

Aparte de las celebraciones en que participaron unas 150.000 personas, la recordación de los que murieron luchando por la independencia y una marcha de ex miembros del movimiento guerrillero Falintil, el flamante presidente destacó que el país enfrenta enormes desafíos, como la pobreza y el desempleo.

La infraestructura nacional también debe ser reconstruida tras la ola de saqueos e incendios que la destruyó en 1999, antes y después del referendo de autodeterminación en que casi 80 por ciento de los timorenses orientales se pronunciaron por la separación de Indonesia.

Grupos paramilitares respaldados por el ejército indonesio mataron ese año unas 2.000 personas, desplazaron a tres cuartos de la población y destruyeron casi todos los edificios del territorio.

”Nuestra independencia no tendrá valor si los timorenses orientales siguen viviendo en la pobreza y padeciendo todo tipo de dificultades”, advirtió Gusmao.

Timor inicia su camino independiente como el país más pobre de Asia y el sexto más pobre del mundo.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo estimó que la mitad de la población gana alrededor de un dólar por día y sobrevive principalmente con la agricultura de subsistencia.

La esperanza de vida es de 56 años, y 43 por ciento de los timorenses son analfabetos. La tasa de mortalidad infantil es de 80 por mil.

En cuanto al desempleo, las cifras son contradictorias. Mientras el Plan de Desarrollo Nacional elaborado por el gobierno timorense lo estima en 16,8 por ciento, el Banco Mundial calcula lo calcula en 80 por ciento.

La enorme diferencia en las cifras se debe a que el PDN incluye como personas con pleno empleo a quienes trabajan en la agricultura, lo que no es aceptable para el Banco Mundial porque la agricultura en este territorio es sólo familiar y de subsistencia.

Por el momento, la amenaza de la violencia de las milicias o de represalias contra ex milicianos que comenzaron a regresar a Timor Oriental es marginal.

Un motivo mucho mayor de preocupación es el descontento con el nuevo gobierno debido a la enorme diferencia en el nivel de vida de la elite gobernante y los gobernados.

La desigualdad es uno de los legados de la administración interina de la ONU.

Dili es una de las ciudades más caras de Asia, y sus residentes no pueden pagarse una comida en la mayoría de los restaurantes, que atienden a funcionarios internacionales de la ONU, con salarios 200 veces superior al de sus pares locales.

Mientras, niños sin hogar duermen en la calle fuera del supermercado Hello Mister, que vende artículos importados de Australia a precios similares a los de la tienda de departamentos Harrods en Londres.

En los distritos, las necesidades son igualmente urgentes.

Xavier Pineda es uno de los dos médicos que atienden una población de 35.000 personas en Same, la capital del distrito de Manufahi, a cinco horas de Dili.

Muchas personas mueren de enfermedades que pueden prevenirse o curarse como la tuberculosis, la malaria, la diarrea e infecciones respiratorias, afirmó el médico, de origen colombiano.

Pocos lugares fuera de Dili tienen electricidad más que unas pocas horas al día, y no todos los días. Las conexiones telefónicas fuera de la capital son inexistentes, y los medios de prensa locales, financiados por la ONU y agencias internacionales, son en su mayoría insustentables.

Una vez que los funcionarios de la ONU abandonen Timor Oriental, esta semana, se producirá una deflación de la economía de imprevisibles consecuencias.

Los empleos para los residentes locales serán menos todavía, y hasta que la explotación de petróleo comience a generar ingresos, este país dependerá casi exclusivamente de la ayuda extranjera.

Los países donantes decidieron la semana pasada en Dili ofrecer 360 millones de dólares a Timor Oriental, cuyo producto interno bruto sumó apenas 380 millones de dólares en 2001, según el Fondo Monetario Internacional.

El aporte de los donantes, encabezados por Japón, Portugal y Australia, se suma a 81 millones de dólares ya disponibles a través de un fondo fiduciario multilateral. (FIN/IPS/tra-en/ag/js/mlm/ip-dv/02

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