AMERICA CENTRAL: 400.000 personas viven el infierno de la hambruna

Unas 400.000 personas necesitan asistencia alimentaria en América Central, debido a la crisis causada por la sequía y las malas condiciones económicas, advirtió el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Si se suman a esa cantidad los agricultores que perdieron en mayor o menor grado sus cosechas, los afectados por la crisis son en total cerca de 1,5 millones, señaló a Tierramérica el PMA, una agencia del sistema de la Organización de las Naciones Unidas.

Los países más golpeados son Guatemala, Honduras y Nicaragua, donde se distribuyen raciones de comida a cambio de trabajo comunal y se atiende a niños con necesidades urgentes.

«El país que más nos preocupa es Guatemala», explicó a Tierramérica el peruano Francisco Roque, director del PMA para América Central y el Caribe, «aunque también hay problemas en el sur de Honduras y en el occidente de Nicaragua».

Roque informó que la desnutrición, ya sea severa o moderada, alcanza en algunas comunidades rurales guatemaltecas a 27 por ciento de las niñas y niños menores de cinco años.

El hambre en Guatemala, que fue dada a conocer por medios de comunicación en agosto, ha afectado con mayor fuerza al departamento de Chiquimula y especialmente a Camotán, Jocotán y Olopa, tres municipios de ese distrito occidental.

Hasta el momento, el diario La Prensa de ese país reporta la muerte de 123 personas, 94 en Olopa y 29 en Jocotán. «Los guatemaltecos que más están sufriendo por la hambruna son los indígenas de la etnia maya chortí», indicó Roque.

El PMA ha logrado recaudar entre la comunidad internacional entre cinco y seis millones de dólares para la compra de alimentos y atender la emergencia, pero necesita 10 millones.

La crisis de alimentos de América Central se debe en buena parte a la sequía de mayo, junio y julio, los meses en que se debía recoger la primera cosecha del año.

Miles de campesinos pobres perdieron sus cultivos parcial o totalmente y quedaron sin posibilidad de aprovisionarse ni de obtener semillas para la segunda siembra del año.

Las lluvias de las últimas semanas en el istmo son una esperanza para la segunda cosecha, que se obtiene a fines de año.

«Esto contribuirá a que la situación se normalice un poco en Honduras y Nicaragua», dijo Roque. Agregó que el problema es más difícil en el caso de Guatemala, pues se trata de los efectos de la generalizada pobreza.

Según el Informe de Desarrollo Humano Guatemala 2000, cerca de 57 por ciento de los doce millones de habitantes del país viven en la pobreza. Grupos de la sociedad civil sostienen que la proporción es en realidad superior a 80 por ciento.

«La crisis alimentaria es recurrente en América Central», afirmó Roque, quien exhortó a los gobernantes del istmo a atacar los problemas básicos que generan pobreza.

Hace falta una mayor inversión en el medio rural y un creciente apoyo al productor de alimentos básicos, que está librado a las vicisitudes del clima, advirtió.

«Nuestro sueño no es tener grandes lujos, sino que nuestras familias vivan en condiciones más dignas y cómodas», declaró a IPS Miguel Angel Figueroa, un líder campesino guatemalteco.

Figueroa, que reside en el departamento de Huehuetenango, uno de los más pobres de América Central, afirmó que durante muchos años, los dirigentes políticos han intentado esconder la pobreza de los campesinos.

«Pero ahora nos hemos dado cuenta de que tenemos hambre como en Africa», señaló el dirigente comunal, que ha organizado a sus vecinos para enviar apoyo a las áreas afectadas.

El clima y la naturaleza han desnudado la vulnerabilidad del istmo. En América Central hay dos estaciones anuales: la seca, desde diciembre a abril, y la lluviosa, de mayo a noviembre.

Las lluvias se normalizaron a partir de agosto, pero el Comité Regional de Recursos Hidráulicos, una institución del Sistema de Integración Centroamericana, sostuvo que la sequía podría reaparecer con más fuerza en 2002.

«El próximo año se espera una arremetida del fenómeno de El Niño», y esa eventualidad, sumada a los efectos que ya se han acumulado, puede dar como resultado «una sequía más cruda», explicó el meteorólogo Alvaro Brenes.

El hambre podría alcanzar mayores proporciones que este año, si los gobiernos no toman previsiones, según Brenes. (FIN/Tierramérica/nms/dv/01)

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