BELGICA: Ultraderecha flamenca afronta prueba de fuego

El neofascista Vlaams Blok (Bloque Flamenco) triunfará este domingo en Amberes, la segunda ciudad de Bélgica, pero sin alcanzar el margen suficiente para apoderarse del gobierno municipal, según se desprende de las encuestas.

El Vlaams Blok logra importante adhesión entre los votantes de lengua flamenca, aunque los partidos democráticos se han comprometido a no aceptarlo como aliado en ninguna circunscripción.

Los belgas concurrirán el domingo a las urnas para elegir autoridades provinciales y municipales, y el voto es obligatorio. Se trata de «la prueba más importante para el Vlaams Blok desde su fundación» en 1980, afirmó Marc Swyngedouw, director del Grupo Interuniversitario de Investigación sobre Opinión Política.

El Bloque obtiene 28 por ciento de la intención de voto, diez puntos por delante de los liberales y de los verdes, integrantes junto con los socialistas de la coalición que controla el gobierno central.

Pero el «cordón sanitario» tendido por los otros partidos impedirá a los ultraderechistas flamencos formar gobierno municipal en Amberes, opina Swyngedouw.

Se repetirá al parecer el escenario de las últimas elecciones municipales, del 9 de octubre de 1994, cuando el Vlaams Blok surgió como el mayor partido de Amberes, con 29 por ciento de los sufragios, pero la posterior unión de sus rivales le cerró el paso a la administración local.

Fundado hace 20 años como un partido nacionalista que buscaba la disolución de Bélgica y la independencia de la norteña región de Flandes, el Vlaams Blok desarrolla una campaña xenófoba desde 1985.

Filip Dewinter, líder del Bloque, tiene la misma reputación que el austriaco Joerg Haider, cuyo ultraderechista Partido Liberal entró en el gobierno tras las elecciones de octubre de 1999.

Haider, que hizo campaña contra los inmigrantes y ha realizado polémicas alusiones al III Reich de Adolfo Hitler, renunció a la jefatura del Partido Liberal en mayo, luego de que la Unión Europea (UE) aplicara sanciones diplomáticas a Austria por la incorporación de ese grupo al gobierno.

Austria y Bélgica forman parte de la UE, junto con otros 13 países.

La economía de Bélgica está prosperando y el ministro de Finanzas, Didier Reynders, anunció un nuevo programa de reducción de impuestos. Pero todavía hay algunos temores, ya que nadie ha olvidado las últimas elecciones municipales, cuando el Bloque obtuvo 18 de los 55 asientos del concejo municipal de Amberes.

Bélgica está dividida en dos grandes regiones: Valonia, en el sur y de habla francesa, y Flandes, culturalmente vinculada a Holanda.

Las últimas encuestas conceden al Vlaams Blok cerca de 15,9 por ciento de la intención de voto en Flandes, donde residen 60 por ciento de los votantes inscriptos. En las elecciones parlamentarias del año pasado obtuvo 15,2 por ciento en la misma región.

Además de Amberes, los baluartes del partido de Dewinter son Gante, capital cultural de Flandes, y pequeñas localidades industriales como Mechelen, Boom, Sint-Niklaas y Berigen, donde más de 65 por ciento de los votantes apoyaron al Vlaams Blok en el «domingo negro» de 1994.

En esas localidades, habitadas por un gran número de inmigrantes marroquíes, una de cada cinco familias vive en la pobreza y más de 30 por ciento de los jóvenes carecen de empleo.

También hay grupos ultraderechistas en Valonia, como el Frente Nacional y Agir (Acción Ahora), aunque con escaso apoyo popular.

Valonia y la clase dirigente belga «se han opuesto a todo acercamiento entre los seis millones de flamencos y los 15 millones de holandeses», señala el Vlaams Blok.

«Holanda, desde luego, sería el principal socio de un Flandes independiente. Pertenecemos a la misma comunidad lingüística, somos vecinos, compartimos en gran medida la misma historia, y aplicamos políticas económicas semejantes», según los documentos del partido.

«El Vlaams Blok está a favor de una estrecha cooperación entre Holanda y Flandes», para mantener, «entre otras cosas», el holandés como idioma oficial de la Unión Europea y «para defender el común interés y la posición de los pequeños estados miembro» del bloque, agrega el programa.

«Los éxitos electorales del Bloque Flamenco responden a una estrategia simple pero efectiva. El partido supo unir su discurso contra los inmigrantes con su crítica a los problemas del país», explicó el activista Dirk Haazen.

El apoyo al Bloque en Amberes «es el resultado combinado de un creciente sentimiento xenófobo de la población y de la frustración de los últimos 40 años por los malos gobiernos y por la negligencia de los políticos», opinó Haazen.

Swyngedouw no cree que los ultraderechistas flamencos logren traducir su caudal electoral en verdadero poder político. «Por el momento no es probable que exista un 'escenario austríaco'», dijo.

Los principales partidos firmaron una «Carta por la Democracia», que los pone al margen de toda colaboración o alianza con el Vlaams Blok. El régimen parlamentario y la dispersión del voto entre múltiples opciones políticas obliga a los partidos a sellar pactos y coaliciones para formar gobierno.

El ministro de Relaciones Exteriores, Louis Michel, un liberal de habla francesa, fue uno de los firmes defensores de las sanciones europeas contra Austria, e incluso aconsejó a los belgas que no viajaran a ese país, como forma de presión.

El Vlaams Blok, frustrado por su aislamiento político, lanzó una ofensiva contra el ala derecha del partido de los Liberales y Demócratas Flamencos, del primer ministro Guy Verhofstadt, y contra los conservadores del opositor Partido Demócrata Cristiano.

La disputa del voto conservador llevó al Bloque a abandonar símbolos partidarios agresivos, como los guantes de boxeo y la escoba con que representaba su voluntad de realizar una «limpieza» en la política nacional.

Ahora utiliza imágenes de niños sonrientes, que invitan a los votantes a «sentirse como en casa en su propio país». A comienzos de año presentó un programa de nueve puntos en el que detalla las medidas que aplicará para limitar la inmigración.

Los analistas señalan que la amenaza extremista se debilitaría si los inmigrantes obtuvieran la nacionalidad belga o si se elimimara la obligación de votar.

Las encuestas revelaron que el apoyo a la extrema derecha es mayor entre las personas de menor educación y entre quienes declaran que no votarían si no estuvieran obligados a hacerlo. (FIN/IPS/lv/sm/rp/ff/ip hd/00

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