Las negociaciones multilaterales para reducir o eliminar el proteccionismo en el intercambio de bienes agrícolas, que debían comenzar con el nuevo año, sufrirán postergaciones hasta que se aclare la etapa de incertidumbre que atraviesa la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El fracaso de la conferencia ministerial de la OMC realizada a comienzos de este mes en Seattle, Estados Unidos, repercutió en el plan de actividades de la institución e incluso en las negociaciones que ya estaban mandatadas, como las de agricultura, servicios y algunos aspectos de propiedad intelectual.
La suerte de esas negociaciones, como también de gran parte del curso futuro de la OMC, se decidirá en la próxima reunión del consejo general, su máximo órgano de gobierno en el intervalo de las conferencias ministeriales.
Después del fiasco de Seattle, los 135 miembros de la OMC acordaron tomarse un respiro para evaluar las condiciones en que quedó el sistema multilateral. La alborotada conferencia ministerial concluyó sin el menor acuerdo al cabo de cuatro días de deliberaciones.
Cuando decidió establecer ese paréntesis, el 16 de este mes, el consejo general no anunció la fecha en que volverá a reunirse para tomar decisiones sobre aspectos vitales para el funcionamiento de la OMC.
Sin embargo, fuentes allegadas al Grupo de Cairns (países favorables a una liberalización amplia del comercio agrícola) dijeron que el consejo general volverá a sesionar entre el 15 y el 20 de enero.
En esa reunión, aseguraron, se establecerán las fechas de iniciación de las negociaciones mandatadas y se dictarán orientaciones para esas conversaciones.
Las fuentes aceptaron que las expectativas de una liberalización profunda del intercambio agrícola se debilitaron como consecuencia del descalabro de Seattle, que no consiguió el consenso de los ministros para convocar a una nueva ronda de negociaciones multilaterales.
Dentro de una ronda general con temas variados, la agricultura habría sido una carta más en la mesa de negociaciones. En cambio, las opciones desaparecen cuando las apuestas se concentran en sólo tres capítulos: agricultura, servicios y propiedad intelectual.
Algunos miembros del Grupo de Cairns prefieren que las sesiones de negociación en los tres temas se realicen en forma paralela, "de manera de que nadie pueda especular con obtener beneficios en un aspecto para ceder en otro".
Además de Cairns, los otros protagonistas de la negociación agrícola son Estados Unidos, que protege a sus productores, pero alienta una apertura amplia de los mercados, y un grupo integrado por la Unión Europea (UE), Noruega, Suiza, Japón y Corea del Sur, defensores de la protección de la producción y las exportaciones.
El mandato otorgado a la OMC por la conferencia ministerial de Marrakesh, en 1994, la obliga a realizar negociaciones en el 2000 para proseguir el proceso de recorte sustancial y progresivo de la ayuda y la protección en el comercio agrícola.
En el campo de los servicios, el mandato fija también el 2000 como iniciación de nuevas negociaciones para lograr una liberalización progresivamente más elevada en el amplio espectro de actividades que abarcan los servicios, incluidos sectores hasta ahora ajenos a la apertura, como el turismo y la aviación.
En materia de propiedad intelectual, el mandato dispone que se celebren negociaciones sobre aspectos de la protección de las denominaciones de origen, como las empleadas para identificar productos determinados, como 'champagne', 'parmesano' o 'roquefort'.
Los puntos pendientes de negociación se refieren a la creación de un sistema multilateral de notificación y registro de las denominaciones de origen de vinos y también probablemente de bebidas espirituosas, y al aumento de la protección para esos productos específicos.
En una negociación paralela a la agricultura, todos esos temas de servicios y de propiedad intelectual pueden ser motivo de canje, estimó la fuente.
En las cuestiones de denominación de origen, el Grupo de Cairns adopta una posición flexible y se muestra dispuesto a aceptar inclusive la idea de la UE de extender ese tipo de reconocimiento a otros productos agrícolas.
Pero algunos países en desarrollo puntualizaron en Seattle que no aceptarán un acuerdo sobre agricultura fundado en concesiones sobre aspectos que interesan a otras economías donde la agricultura tiene un peso menor.
La delegación de Hong Kong-China advirtió que rechazaría un acuerdo en ciernes sobre agricultura, porque se labraba con base en concesiones que atendían las aspiraciones de la UE en el tema de inversiones.
Finalmente, el texto sobre agricultura elaborado en los cuatro días de Seattle se convirtió en hoja muerta, como las demás iniciativas, al frustrarse la conferencia ministerial.
Las perspectivas del comercio agrícola dependerán del rumbo de la negociación de los demás capítulos y de la marcha en general del sistema multilateral, dijeron algunos negociadores.
Sin embargo, el frente de países proteccionistas agrícolas tenderá a resquebrajarse en los próximos años, a medida que se acerque la reforma inevitable de la Política Agrícola Común, el conjunto de medidas fiscales de apoyo a los campesinos de la UE.
Con la ampliación de la UE, el presupuesto comunitario no podrá afrontar erogaciones como las actuales, originadas en subsidios que en promedio suman 300 dólares al año por hectárea, estimaron fuentes allegadas a Cairns.
La UE negocia actualmente la incorporación de la República Checa, Eslovenia, Estonia, Hungría y Polonia, que aportarían eventualmente cientos de miles de nuevos campesinos a las filas del ejército de agricultores subsidiados del bloque.
En ese caso, la nueva realidad agrícola europea desnudará las verdaderas características del proteccionismo que persiste en Estados Unidos y resaltará los subsidios en países como Suiza, Noruega, Japón y Corea del Sur, dijeron las fuentes. (FIN/IPS/pc/ff/if/99
