/BOLETIN-AMBIENTE/ BRASIL: Zona seca de Brasil acoge conferencia de desertización

El nordeste de Brasil será sede entre el 15 y el 26 de noviembre de una conferencia internacional para abordar la desertización, un problema que amenaza una superficie de casi un millón de kilómetros cuadrados en esa zona.

Recife, capital del estado de Pernambuco, recibirá a representantes de 159 países en la tercera Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, cuyas discusiones se concentrarán en la situación de Africa, el continente más afectado por el problema.

Pero el asunto más delicado será la financiación de los programas que procuran detener el avance de los desiertos en los países pobres y en desarrollo, adelantó el vicepresidente brasileño, Marco Maciel, interesado en el problema como líder político de Pernambuco.

Las necesidades en todo el mundo suman de 20.000 a 30.000 millones de dólares y la escasez de recursos es particularmente aguda en esa área, advirtió.

La desertización es una amenaza presente en 110 países de todos los continentes y en 70 por ciento de las tierras áridas aprovechadas por la agricultura, según la Secretaría de la Convención.

Por eso se espera la participación de más de 2.500 personas en la Conferencia de Recife, incluyendo representantes de gobiernos, de los organismos internacionales, intergubernamentales y no gubernamentales, además de periodistas.

Cerca de 60 parlamentarios de distintos países se reunirán paralelamente el 22 y 23 de noviembre, con el fin de discutir aportes legislativos para que la Convención internacional se cumpla efectivamente.

En Brasil, el mayor riesgo de degradación de tierras sometidas a sequías prolongadas y frecuentes se concentra en el nordeste, que tiene 980.711 kilómetros cuadrados bajo amenaza, según el Ministerio de Medio Ambiente.

Eso corresponde a casi una octava parte del territorio nacional, el llamado Polígono de las Sequías que abarca nueve estados brasileños. En esa area viven 17,8 millones de personas, 11 por ciento de la población nacional.

Es un fenómeno que, como en Africa, está íntimamente vinculado a la pobreza, causa y efecto de la creciente aridez de las tierras. Las sequías periódicas en el nordeste constituyeron el factor clave de las grandes migraciones de brasileños hacia las grandes ciudades del centro-sur del país.

La agricultura móvil, sin cuidados ambientales y que se desplaza en busca de tierras menos degradadas, y la minería son las principales causas de la amenaza en el nordeste, según el coordinador del Plan Nacional de Combate a la Desertización, Heitor Matallo Junior.

La región sufre una fuerte escasez de lluvias desde el año pasado, que agrava los problemas de hambre, mortalidad infantil, desocupación y migración. Un programa de emergencia, de ayuda alimentaria y oferta de trabajo temporal fue impulsado por el gobierno como paliativo.

El Instituto Nacional de Meteorología prevé que la sequía se prolongará hasta mayo próximo, completando dos años practicamente sin lluvias en extensas áreas.

Pero la sequía podrá prolongarse por cinco años más, una perspectiva catastrófica para la población local, según un estudio del investigador estadounidense Christian Keppenne, enviado a las autoridades brasileñas y que trascendió en el diario O Estado de Sao Paulo la semana pasada.

Basado en la periodicidad de los efectos del fenómeno El Niño, calentamiento de las aguas del Océano Pacífico, el científico prevé lluvias en el nordeste brasileño de enero a julio próximos, seguido de cinco años secos. La coincidencia entre esos fenómenos tan lejanos ya fue suficientemente confirmado.

Paralelamente, el gobierno trata de poner en marcha un viejo plan de desviación de parte de las aguas de uno de los grandes ríos nacionales, el Sao Francisco, que cruza el sureste de la región. El objetivo es aumentar el caudal de algunos ríos menores más al norte, que se secan totalmente al escasear las lluvias.

Pero el proyecto enfrenta resistencias políticas del estado de Bahía, que teme perder agua necesaria a su agricultura irrigada, además de dificultades de recursos para ejecución de las obras.

La desertificación es también una amenaza concreta en áreas menores del extremo sur de Brasil. (FIN/IPS/mo/mj/en/99

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