MALASIA-SINGAPUR: Nuevos ingredientes de un conflicto crónico

Singapur y su vecino septentrional, Malasia, están enfrentados nuevamente, esta vez por una serie de controversias que abarcan desde el abastecimiento de agua hasta el bloqueo de fondos de accionistas en el mercado de valores.

Los dos países, que integraron la Federación Malaya antes de separarse por conflictos étnicos en 1965, se comprometieron en diciembre de 1998, durante una cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático realizada en Hanoi, a resolver todas sus diferencias mediante un acuerdo global.

Luego de tres encuentros de alto nivel entre funcionarios de ambos países, el acuerdo prometido no se produjo.

"No hemos alcanzado ningún consenso, pero trataremos de lograrlo, sin que importe cuánto tiempo nos lleve", declaró el canciller malasio, Datuk Syed Amid.

Los conflictos se vinculan, entre otras cuestiones, con la discusión de un acuerdo para el abastecimiento de agua a Singapur por parte de Malasia, las críticas públicas del gobierno singapurense al malasio, y la ubicación de las oficinas malasias de aduanas, inmigración y cuarentena (CIQ, por su sigla en inglés).

La disputa sobre las CIQ está ligada a cuestiones de soberanía, porque Malasia se negó en agosto de 1998 a trasladar a Woodlands, en la frontera entre los dos países, sus oficinas para el control de los pasajeros que viajan en ferrocarril, ubicadas actualmente en la estación singapurense de Tanjong Pagar.

Malasia posee los terrenos por los que pasa el ferrocarril desde la época colonial británica.

Las relaciones entre ambos países se deterioraron aun más en los últimos meses, debido a la discusión de un nuevo tratado de abastecimiento de agua.

Los 3,9 millones de habitantes de Singapur dependen del agua de Malasia, y los problemas que esto causa se han reiterado desde que ambos países se separaron.

Por acuerdos realizados en 1961 y 1962, que caducarán en el 2061, más de 1.000 millones de litros de agua no potabilizada son bombeados diariamente desde el estado malasio de Johore, al sur del país, a acueductos de Singapur, que la potabiliza y vende a su vez unos 157 millones de litros diarios de agua potable a Malasia.

En las negociaciones para un nuevo tratado, que estará en vigencia durante 100 años, Singapur propuso que Johore duplicara su abastecimiento de agua, y Kuala Lumpur respondió a sus vecinos que debían proveerse de agua en otra parte.

En junio, Singapur acusó a funcionarios malasios de obstruir las negociaciones sobre el nuevo acuerdo de abastecimiento, sin respetar entendimientos anteriores del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, y su par singapurense, Goh Chok Tong.

Un portavoz de la cancillería de Singapur declaró que los malasios "insistieron en comenzar las negociaciones sin tener en cuenta los acuerdos previos, y formularon muchas demandas".

Una nueva y creciente amenaza a las relaciones bilaterales se relaciona con las preocupaciones de 172.000 singapurenses que invirtieron capitales en el Central Limit Order Book (CLOB), un mercado de Singapur en el que se cotizan valores de compañías malasias.

La transacción de las acciones malasias más cotizadas, correspondientes a 112 firmas, se trasladaron al CLOB a comienzos de los años 90, cuando Kuala Lumpur dispuso que cesara el comercio con esos valores en la Bolsa de Valores de Singapur.

Pero las operaciones en el CLOB fueron suspendidas a su vez en septiembre de 1998, cuando Malasia impuso controles a la salida de capitales, para impedir su fuga en medio de la crisis financiera asiática.

Desde entonces, los inversores singapurenses se preguntan cuándo podrán recuperar sus fondos, por valor de unos 4.000 millones de dólares.

Los esfuerzos para resolver el problema se intensificaron en los últimos dos meses, durante los cuales la Bolsa de Kuala Lumpur realizó cuatro propuestas para reanudar las transacciones. Sin embargo, la Bolsa de Singapur consideró que las soluciones ofrecidas no eran satisfactorias.

Desde el punto de vista de los singapurenses, todos las propuestas implicaban descuentos excesivos en la cotización básica de las acciones, o restricciones inconvenientes a su comercialización.

Este mes dos compañías malasias ofrecieron un trueque de sus propias acciones por las que fueron adquiridas en el CLOB, pero los inversores singapurenses no aceptaron la propuesta, que implicaba un descuento de 42 por ciento en los valores y la imposibilidad de convertirlos en efectivo durante cinco años

A su vez, la Bolsa de Singapur propuso que las acciones de los inversores del CLOB fueran transferidas a cuentas individuales administradas por operadores malasios, que estarían sujetos a restricciones para su venta.

Los malasios no aceptaron, temiendo que esa operación, equivalente a una venta masiva, afectara su propio mercado de valores.

Algunos analistas piensan que los airados inversores obligarán al gobierno de Singapur a ejercer presión sobre su contraparte malasia para acelerar una solución al problema del CLOB, que no fue incluído en el conjunto de conflictos trasladado a las negociaciones bilaterales.

Esto podría dar lugar a nuevos problemas diplomáticos, porque el viceprimer ministro de Malasia, Abdullah Ahmad Badawi, descartó en junio la posibilidad de resolver la cuestión del CLOB mediante una iniciativa política.

Las desavenencias entre los singapurenses, que son mayoritariamente chinos étnicos, y los malasios, que son mayoritariamente musulmanes de la etnia malaya, tienen que ver con sus estrechos vínculos económicos.

Singapur es el tercer socio comercial de Malasia, después de Japón y Estados Unidos, y la mayor parte de las inversiones singapurenses se realiza en Malasia.

Ambos países son rivales en el área de tecnología de la información, y Malasia intenta opacar los logros de Singapur en ese terreno, mediante proyectos apoyados por el gobierno para transformarse en una "sociedad inteligente".

Goh trató de ser optimista, pero tambien expresó: "Creo que nos demandará otros 12 meses llegar a una conclusión en las negociaciones". (FIN/IPS/tra-en/ig/js/ego/mp/ip if/99

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