ECUADOR-PERU: Lógica económica se impone a litigios fronterizos

El fin del conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú demuestra que los países de América del Sur están dispuestos a resolver o pasar a segundo plano los problemas territoriales, para quitar escollos a la integración y las metas económicas.

El litigio por un tramo fronterizo no demarcado en las nacientes del río Cenepa concluyó el lunes con la firma de un acuerdo en Brasilia entre los presidentes Jamil Mahuad, de Ecuador, y Alberto Fujimori, de Perú.

Los dos países se habían enfrentado en una guerra por la posesión de esa zona en enero y febrero de 1995, a contrapelo de los procesos de integración económica y política que ya desarrollaban con fuerza la Comunidad Andina y el Mercado Común del Sur (Mercosur).

Mientras, los otros países sudamericanos se esforzaban por mantener los conflictos limítrofes heredados de la época colonial al margen de las relaciones políticas y económicas.

La última guerra entre Ecuador y Perú, ambos miembros de la Comunidad Andina, es un ejemplo de lo que puede suceder cuando se deja a un problema de fronteras sin solución permanente, aunque se trate de países asociados en lo económico.

El acuerdo final se produce en momentos en que la Comunidad Andina y el Mercosur negocian un acuerdo comercial y toda América, excepto Cuba, discute la constitución de un área de libre comercio continental para el 2005.

Cuatro presidentes sudamericanos y el rey de España se sumaron en Brasilia a Mahuad, Fujimori y Fernando Henrique Cardoso, el anfitrión. Fue una pequeña cumbre, que celebró el retiro de un escollo más a la integración regional.

No hay país en América del Sur que no tenga problemas de límites pendientes con alguno de sus vecinos, producto de la caótica forma en que se constituyeron estos estados a partir de las jurisdicciones señaladas por la corona de España.

Las luchas por el poder económico y político entre las principales ciudades coloniales fragmentaron en el siglo pasado los virreinatos, reales audiencias, gobernaciones y capitanías en que se dividía el imperio espanol en América.

Los nuevos estados aplicaron el principio "uti posidetis juris" (en latín, "poseerás aquello que has poseído"), de modo que heredaron los límites demarcados por la corona. Pero eso no fue suficiente para consolidar las fronteras.

En el actual proceso de integración, los gobiernos de América del Sur parecen seguir la estrategia de apartar los conflictos territoriales del resto de sus relaciones, para evitar obstáculos al intercambio económico y político.

Las guerras, en ese sentido, fueron la excepción y no la regla.

Al margen de las que enfrentaron a Ecuador con Perú en 1941, 1981 y 1995, y de la Guerra del Chaco, entre Bolivia y Paraguay (1932-1935), no hubo en este siglo en América del Sur enfrentamientos prolongados a causa de litigios limítrofes.

Incluso Venezuela, que mantiene dos de los diferendos más complejos, no ha chocado en guerra con ninguno de sus vecinos desde su independencia en 1830.

Venezolanos y colombianos tienen pendiente la delimitación del golfo de Venezuela, y una comisión binacional promueve una solución pacífica desde 1990.

Pero este diferendo no impide que prospere una fructífera relación de vecindad y cooperación entre Colombia y Venezuela, que integran la Comunidad Andina junto con Bolivia, Ecuador y Perú, y el Grupo de los Tres, junto con México.

Venezuela tambien reclama la región del Esequibo, 159.000 kilómetros cuadrados que constituyen dos tercios del territorio de Guyana. El litigio fue puesto en 1983 en manos de las Naciones Unidas por los dos gobiernos, que renunciaron a una solución bilateral.

Brasil y Uruguay discuten desde que acordaron sus fronteras en 1909 la posesión de los territorios denominados Pueblo Albornoz o Rincón de la Invernada, y una isla sobre el limítrofe rio Cuareim. Todos los reclamos uruguayos fueron canalizados por la vía diplomática.

Ambos países mantienen un intenso tráfico comercial y conforman con Argentina y Paraguay el Mercosur, una zona de libre comercio que en 1995 se constituyó en unión aduanera.

En 1991, los presidentes Carlos Menem, de Argentina, y Patricio Aylwin (1990-1994), de Chile, firmaron un tratado para superar 23 contenciosos fronterizos.

Tanto legisladores argentinos como chilenos objetaron la solución propuesta para uno de esos casos, referido a los llamados Hielos Continentales o Campos de Hielo del Sur, que cubren una extensión de 2.374 kilómetros cuadrados. La ratificación parlamentaria permanece empantanada.

El sucesor de Aylwin, Eduardo Frei, anunció que presentará a Argentina una nueva fórmula, mientras parlamentarios y académicos argentinos y chilenos realizan negociaciones reservadas.

Argentina y Chile estuvieron al borde de la guerra en 1978, cuando ambos países estaban gobernados por dictadores militares, por el canal de Beagle, en el confín austral de ambos países.

La cuestión del Beagle fue zanjada finalmente en 1985, con apoyo en el arbitraje del Vaticano, y en la segunda mitad de esta década también hubo acuerdo para resolver el contencioso de Laguna del Desierto, un área de 532 kilómetros cuadrados al norte de los Hielos Continentales.

Chile tiene un estrecho acuerdo comercial con el Mercosur, bloque hacia el que se volcó cuando fracasaron sus gestiones para sumarse al Tratado de Libre Comercio de América del Norte junto con Canadá, Estados Unidos y México.

Bolivia reclama a Chile y Perú un corredor hacia el océano Pacífico, cuyo acceso perdió en 1883, tras una guerra. En esa misma conflagración, Perú perdió las que denomina "provincias cautivas" (la actual Arica), que reivindica frente a Chile.

El presidente de Bolivia, Hugo Banzer, sostuvo este lunes en Brasilia que pretende seguir el ejemplo de Ecuador y Perú para obtener una salida soberana al mar. Pero el cónsul de Chile en Bolivia, Adolfo Carafí, negó en nombre de su gobierno que existan problem

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