El ejército de Ruanda eliminó la semana pasada a Leonard Nkudiye, uno de los principales líderes rebeldes, y a 250 de sus milicianos, y el gobierno cree que está en condiciones de acabar con la insurrección hutu en el norte.
"Es claro que los enemigos están perdiendo. Ustedes ven lo que les pasa. Secuestran y matan a gente inocente, lo cual muestra su decadencia. Tenemos sus tácticas bajo control", dijo el general Mushyo Kamanzi.
Kamanzi formuló sus declaraciones en una modesta base militar en los cerros cercanos a Giciye, mientras en esa localidad norteña, sus soldados montaban guardia junto al cadáver de Nkundiye.
El cadáver, descalzo, con la ropa ensagrentada, fue depositado sobre el césped frente a las oficinas municipales, para que lo vieran civiles y militares y lo filmara la televisión.
En Kigali, la capital, el gobierno controlado por la minoría étnica tutsi anunció el éxito de las operaciones emprendidas en el norte por el Ejército Patriótico Ruandés (EPR) y que continuaba la persecución de insurgentes.
A las noticias sobre una exitosa "barrida" del gobierno en Gisenyi y Ruhengeri, en la frontera con la República Democrática de Congo (ex-Zaire), siguió la información de la muerte de otros 40 rebeldes en Byumba, más al este.
Allí, las tropas gubernamentales rechazaron el ataque de unos 300 insurgentes. Pero el principal motivo de satisfacción del gobierno y sus comandantes es la muerte de Nkundiye.
Si bien difieren las opiniones sobre la importancia de Nkundiye en las fuerzas rebeldes, su nombre aparecía constantemente asociado con las actividades de la insurgencia.
Nkundiye era un vínculo claro con el antiguo régimen. Fue jefe de la guardia presidencial del fallecido Juvenal Habyarimana, e identificado como protagonista de la matanza de casi un millón de personas, la mayoría de la etnia tutsi, perpetrada en 1994 por los radicales hutus.
El régimen hutu fue derrocado en julio de 1994 por las fuerzas tutsis. Nkundiye reapareció luego como jefe del estado mayor del insurgente Ejército de Liberación Ruandés (ELR).
Poco se sabe sobre la actual composición del ELR, ni cuánto apoyo tiene en Ruanda, pero se presume que la mayoría de sus integrantes son soldados del régimen depuesto en 1994 y miembros de la milicia Interahamwe (los que luchan juntos), que también participó del genocidio de aquel año.
Informaciónes de prensa identificaron en los últimos meses a Nkundiye como agente de enlace entre el ELR y los insurgentes de Burundi y de la República Democrática de Congo.
Fuentes militares lo consideraban coordinador clave de los rebeldes, operando tanto dentro como fuera de Ruanda.
"Se trata de alguien que estaba en la mira del gobierno desde hace mucho tiempo, pero el haberlo eliminado no quiere decir que (las fuerzas gubernamentales) hayan ganado" la guerra, advirtió un observador diplomático en Kigali.
El general Kamanzi se refirió a Nkundiye como "una pieza clave", cuya pérdida ayudaría a quebrar la moral de los rebeldes. El ELR no ha comentado todavía la muerte de su jefe.
"Es un duro golpe para ellos", opinó, agregando que el ejército rastreó a Nkundiye mediante un largo operativo de inteligencia, que obtuvo apoyo de la población.
Kamanzi indicó que el líder rebelde era oriundo de la zona de Giciye, que es también la región de origen del ex presidente Habyarimana.
También se difundieron reportes contradictorios sobre la muerte o captura de Paul Rwarakabije, un coronel del régimen radical hutu asociado durante mucho tiempo con Nkundiye, pero el ejército no confirmó esa versión. (FIN/IPS/tra-en/cs/di-ff/ip/98