Parlamentarios y expertos de Argentina en consulta con sus pares chilenos propondrán una solución a la última disputa que ambos países mantienen en los más de 5.000 kilómetros de frontera.
La iniciativa en torno a los Hielos Continentales cuenta con un acuerdo político sin precedentes en este país al ser respaldada por el gobernante Partido Justicialista y por las principales fuerzas opositoras.
Los legisladores y un grupo de especialistas y académicos argentinos trabajaron los últimos seis meses en la propuesta, que aún no tuvo presentación formal.
En ese período consultaron de forma permanente a parlamentarios y expertos de Chile, con el fin de ajustar un acuerdo aceptable para ambos países, gestiones tácitamente respaldadas por el gobierno de Carlos Menem y por los líderes de la oposición.
Menem ha dicho que desea solucionar el tema antes de que concluya su segundo período, mientras la Alianza, integrada por la centrista Unión Cívica Radical y el centroizquierdista Frente del País Solidario, aspira a ganar las elecciones de 1999 y no quiere heredar un problema que podría tornarse más complejo en el futuro.
En 1991, Menem y el entonces presidente chileno Patricio Aylwin firmaron un acuerdo que puso fin a 22 de los 24 diferendos fronterizos pendientes. Uno de los dos restantes, el de Laguna del Desierto, fue sometido a un arbitraje internacional que al final favoreció a Argentina.
En cuanto al diferendo en torno a los Hielos Continentales, área llamada Campos de Hielo Sur por los chilenos, los mandatarios firmaron un tratado que establecía una línea demarcatoria cuyo trazado constituía una posición intermedia entre las pretensiones territoriales de cada país.
El tratado sobre los Hielos Continentales debía ser ratificado por ambos congresos, pero la iniciativa de los presidentes jamás logró el respaldo necesario y permaneció siete años frenada en los parlamentos.
Al dar a conocer su iniciativa, los diputados argentinos le solicitaron a Menem que retire el tratado del Congreso y que el Ministerio de Relaciones Exteriores redacte una nueva propuesta para presentarla ante Chile.
Esa propuesta debería ser elaborada sobre la base de la que diseñaron los legisladores argentinos, que tuvieron en cuenta la opinión de los diputados y senadores chilenos, así como la última información suministrada por los satélites.
La propuesta se basa en el respeto a los tratados y acuerdos preexistentes, el derecho exclusivo de la Argentina sobre los recursos hídricos de la cuenca del río Santa Cruz y el compromiso de Buenos Aires de no reclamar un punto de demarcación que pudiera extender su frontera casi hasta el océano Pacífico.
De esa forma, ambos estados lograrían reivindicaciones específicas que serían útiles al momento de trasladar la propuesta para su aprobación tanto ante los dirigentes políticos como ante la opinión pública.
La frontera argentino-chilena tiene una extensión de más de 5.000 kilómetros y, a lo largo de la historia, ha sido motivo de tensiones y diferencias que alcanzaron su punto más crítico hace 19 años cuando sendos gobiernos militares amenazaron con tomar las armas para dirimirlas.
Con el retorno de la democracia, la posibilidad de una guerra se disipó. En la actualidad, Chile está asociado con el Mercosur, el bloque que la Argentina integra con Brasil, Paraguay y Uruguay.
Durante esta década, Argentina recibió 60 por ciento del total de inversiones chilenas en el exterior. Se estima que, hacia el 2000, esos capitales sumarán más de 10.000 millones de dólares. Las inversiones y la integración en materia energética son los puntos de apoyo de la relación económica.
Argentina y Chile inauguraron en 1997 un gasoducto que atraviesa la cordillera llevando gas natural a la capital chilena y a fin de ese año suscribieron un acuerdo de integración minera que, cuando entre en vigencia, abrirá la puerta a importantes inversiones de terceros países.
Por otra parte, Argentina y Chile anunciaron que realizarán, por primera vez en su historia, maniobras militares conjuntas. (FIN/IPS/vmv/mj/ip/98