BRASIL: El futuro es de las mujeres

Las mujeres en Brasil viven más que los hombres, tienen mayor nivel de escolaridad y trabajan principalmente en el sector terciario, el que más crece en la economía. Todo indica que el futuro del país es femenino.

Los últimos datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), referentes a 1996 y ahora divulgados, indican que las trabajadoras siguen ganando menos que sus colegas varones, pero esa diferencia se reduce.

En 1992, la remuneración obtenida por mujeres ocupadas equivalía en promedio a 61,6 por ciento del recibido por los hombres. En 1996 pasó a 65,8 por ciento. "Es muy lento" el avance, opinó Vandeli Guerra, una de las coordinadoras del censo por muestreo de domicilios que hace el IBGE cada año.

Pero las estadísticas revelan una tendencia favorable en muchas áreas, pese a la discriminación en el trabajo. Ellas estudian más, es decir se están preparando mejor para un mundo que concede al conocimiento un papel decisivo para el éxito y la competitividad.

Dentro de la población femenina, por ejemplo, el sector que concluyó la enseñanza secundaria, es decir por lo menos 11 años de escolaridad, creció de 14,7 a 17,3 por ciento entre 1992 y 1996. El índice masculino, además de inferior, sube menos: de 13,4 a 15,1 por ciento.

Entre los trabajadores empleados, esa diferencia es más notable y aumentó a mayor velocidad. De las mujeres ocupadas, 27,3 por ciento tenían escolaridad secundaria el año pasado, contra sólo 18,5 de los hombres. El aumento femenino en cuatro años -4,9 puntos porcentuales- fue casi el doble del masculino.

Este no es un dato aislado. Está asociado a una mayor urbanización de las mujeres, una valorización del trabajo doméstico y del sector de servicios y comercio.

El IBGE comprobó que de 1995 a 1996 hubo un retroceso en la población ocupada brasileña, que cayó de 69,63 a 68,04 millones. Eso se debió a la exclusión rural. La agricultura en un solo año redujo su mano de obra en 1,5 millones de trabajadores, 8,3 por ciento del total.

Mujeres y niños componen la casi totalidad de los expulsados del campo. La brusca reestructuración de la economía agrícola contribuyó decisivamente a reducir la cantidad de niños entre 10 y 14 años que trabajan, de 3,5 millones en 1992 a 2,6 millones en 1996.

El 60 por ciento de las víctimas del trabajo infantil están en la agricultura. Los niños suman el doble que las niñas, hecho que también está detrás de la mayor escolaridad femenina.

El trabajo agrícola se masculinizó. Mientras sólo 19,8 por ciento de las mujeres ocupadas se dedica a la agricultura, entre los hombres esa participación es de 27,5 por ciento.

Hay muchas menos mujeres trabajando en la industria y una gran mayoría -70,6 por ciento de las ocupadas- en el sector de comercio y servicios, lo que explica en parte sus sueldos inferiores. Pero aquí también las cosas se modifican favorablemente.

En un solo año, de 1995 a 1996, el empleo formalizado entre los trabajadores domésticos saltó de 13,1 a 22,2 por ciento, es decir registrado legalmente y con los derechos laborales asegurados. Esa es una actividad casi exclusivamente femenina.

Pero sería imprudente hacer proyecciones para el futuro en Brasil, advirtió Vandeli Guerra, en base a su larga experiencia en estadísticas. "Las tendencias cambian en cuestin de años", la reducción del trabajo infantil puede, a mediano plazo, equipararse al nivel de escolaridad, observó.

De todos modos, hay muchos datos que muestran ventajas para las mujeres. Viven cada día más que los hombres. Entre la población de más de 60 años, son 55,4 por ciento, y va en aumento, ya que era de 54,9 por ciento en 1992.

La antropóloga Alba Zaluar, que estudia la violencia en el Instituto de Medicina Social de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, atribuye parte importante de la diferencia de expectativa de vida entre los sexos -nueve años más para las mujeres- a las muertes violentas.

Son jóvenes varones los que más mueren asesinados o por otras formas violentas, como los accidentes de tránsito, grandes reductores de la población brasileña en edad productiva.

Pero es la mayor capacitación el gran triunfo femenino para el futuro que será la sociedad de la información.

Crece mucho la participación de mujeres en cursos de posgrado universitario, incluso en áreas antes monopolizadas por los hombres, como la agronomía, comprobó Maria Cristina Prata Neves, dirigente del Centro Nacional de Investigaciones en Agrobiología, en Seropdica, cerca de Río de Janeiro.

En muchos casos, ellas son inducidas a la maestría o el doctorado por la discriminación laboral actual, que les dificulta obtener un empleo luego de graduadas, evaluó Prata Neves. "Desempleada, la mujer estudia más". (FIN/IPS/mo/ag/pr/97

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