Los rebeldes y el gobierno de Zaire deben admitir que no es posible una solución militar y aceptar una salida negociada que podría incluir un período de transición, exhortó hoy el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
Annan dijo este miércoles al Consejo de Seguridad de 15 miembros que todos los países deben utilizar su influencia diplomática para obligar al líder rebelde Laurent Kabila y al dictador Mobutu Sese Seko a aceptar un fin pacífico a la guerra civil de Zaire.
El plan, agregó, podría incluir un gobierno de transición de un año seguido por elecciones democráticas controladas por la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
"Está en curso un gran cambio político", dijo Annan, haciéndose eco de portavoces estadounidenses y europeos, quienes recientemente dijeron que el régimen de 32 años de Mobutu está llegando a su fin.
"Tratamos de que ese cambio sea manejable", ya que "una solución no se logra por medios militares", afirmó el secretario general.
Los rebeldes ya capturaron más de la mitad del territorio y se encontrarían a sólo 288 kilómetros de la capital de Zaire, Kinshasa, la única gran ciudad que aún no está bajo su control.
Pero un alto funcionario de la ONU que habló bajo condición de anonimato dijo a IPS que "es ilógico pensar que Kinshasa va a deponer sus armas y dar la bienvenida a Kabila".
El problema, agregó la fuente, es que tanto como Kabila como Mobutu creen que sus respectivas posiciones son más fuertes de lo que son en realidad.
"Kabila no quiere oir y tampoco es capaz de tomar Kinshasa", mientras Mobutu no desea admitir que finalmente tendrá que entregar el poder y probablemente no podrá supervisar un arreglo de transición con los insurgentes, opinó el funcionario.
Aunque los rebeldes lograron varias victorias incruentas en gran parte de Zaire desde el comienzo de su insurgencia, el pasado septiembre, las diferencias regionales y étnicas en Kinshasa hacen improbable que las fuerzas de la capital se rindan sin ofrecer resistencia, opinaron funcionarios de la ONU.
Por tal motivo, la organización mundial aumentó sus esfuerzos diplomáticos para lograr un arreglo de transición de un año, pero no logra convencer al Consejo de Seguridad de la necesidad de desplegar fuerzas de paz en Zaire.
"Nadie habla de ello. Claramente, la prioridad del Consejo consiste en obtener una solución pacífica al conflicto de Zaire", declaró el presidente del Consejo de Seguridad, el portugués Antonio Monteiro.
Sin embargo, tras un posible cese del fuego, podrían desplegarse fuerzas de la ONU, sugirieron Monteiro y Annan.
Un cese del fuego parece una posibilidad bastante remota en este momento, aunque el enviado de la ONU Mohamed Sahnoun y el presidente sudafricano Nelson Mandela intentan convencer a ambas partes de aceptar esa solución.
Actualmente, la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (AFDL) controla tres de las cuatro ciudades más populosas de Zaire y sus zonas más ricas en diamantes, cobalto y cobre.
Los rebeldes fueron recibidos calurosamente en todas aquellas áreas donde desplazaron a las fuerzas débiles y mal remuneradas de Mobutu.
Pero algunos observadores creen que la buena suerte de Kabila no durará mucho más, ya que la ONU es cada vez más crítica de los esfuerzos de los rebeldes por llegar a la capital.
Tanto el foro mundial como diversos grupos de derechos humanos condenaron a la AFDL por impedir la entrega de ayuda humanitaria a refugiados ruandeses cerca de la ciudad de Kisangani.
"Estoy sorprendido y horrorizado por la falta de humanidad de quienes controlan el este de Zaire", expresó Annan con referencia al bloqueo de la ayuda por parte de la alianza rebelde.
"No creo que la comunidad internacional pueda observar pasivamente mientras miles de mujeres y niños inocentes se mueren de hambre", agregó el secretario general.
Annan exhortó a los gobiernos que poseen influencia sobre los rebeldes liderados por Kabila (que incluirían a Estados Unidos y a los vecinos de Zaire, Uganda y Ruanda) a presionar a la AFDL para permitir una reanudación de la ayuda humanitaria.
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional estimó que unos 80.000 refugiados ruandeses (entre ellos hutus culpados por el genocidio de tutsis ocurrido en Ruanda en 1994) padecen hambre y otros males desde que los rebeldes tomaron Kisangani, el mes pasado, y afirmó que unos 90 refugiados mueren cada día.
"¿Cuántos refugiados más tendrán que morir o sufrir abusos a manos de la AFDL antes de que los gobiernos y organizaciones internacionales le adviertan que será considerada responsable de esas muertes?", preguntó Amnistía en una declaración emitida este miércoles.
"Esto parece una venganza de los tutsis", dijo un funcionario de la ONU con relación al tratamiento de los hutus ruandeses. Sin embargo, Annan destacó que la mayoría de los refugiados a quienes se niega ayuda humanitaria son "civiles inocentes".
La ONU planea llevar los refugiados de vuelta a Ruanda, cuyo gobierno ya anunció que los recibirá, aunque se niega a permitir que vuelen directamente hacia el país.
Mientras, la AFDL advirtió que los refugiados sufren una epidemia de cólera y podrían diseminar la enfermedad si viajan a otra parte. (FIN/IPS/tra-en/fah/yjc/ml/ip-pr/97