Los militantes del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que ocupaban la residencia del embajador de Japón en la capital peruana pagaron tributo con su vida a la olvidada peligrosidad de la rutina.
En efecto, las Fuerzas Armadas lanzaron su asalto cuando los guerrilleros jugaban su acostumbrado partido de fútbol de media tarde.
Los 14 miembros del MRTA fueron tambien víctima de la eficacia de los microscópicos micrófonos usados por los servicios de inteligencia para seguir las actividades en el interior de la residencia diplomática.
Uno de esos micrófonos, introducido dentro de una guitarra, embajada, confirmó que continuaba el partido de fútbol.
"El momento fue bien elegido, pues para jugar su partidito de fútbol en la sala de recepciones de la embajada, los subversivos hacian subir a los rehenes al segundo piso, lo que disminuyó el riesgo de que los cautivos fueran alcanzados por el tiroteo", dijo el general retirado Sinesio Jarama.
"Para evitar que los rehenes fueran usados como escudo humano o fueran víctima de represalias o del intercambio de disparos, el ataque debía producirse cuando la mayoría o la totalidad de ellos estuvieran en recintos distintos a sus raptores", explicó Jarama.
"Por ejemplo, cuando los subversivos se reunieran para discutir sus asuntos politicos", agregó.
"Pero las asambleas de los terroristas no eran programadas ni previsibles, como lo eran, en cambio, las rutinas diarias de entrenamiento físico y relajación (práctica) deportiva", observó.
"Todas los días, a las seis de la mañana, los emerretistas hacían gimnasia y cantaban himnos, y en las tardes jugaban fútbol", señaló el general de la Policía Máximo Rivera, uno de los 23 jefes militares y policiales que se contaban entre los rehenes que el MRTA tomó en la residencia diplomática el 17 de diciembre.
Rivera dijo que el jefe del comando del MRTA, Néstor Cerpa, y su principal lugarteniente, Roly Rojas, conocido como "El Arabe", solían jugar al fútbol de salón, mientras las mujeres del grupo se apostaban, armadas, junto a la puerta principal del edificio diplomatico.
Quienes jugaban al fútbol, y probablemente también quienes observaban el partido, fueron las primeras víctimas del ataque, que comenzó con el estallido de potentes explosivos colocados debajo del piso de la sala de recepciones.
Las bombas fueron llevados allí por uno de los tres túneles abiertos desde hace semanas en preparacion del ataque.
Rivera cree que las mujeres guerrilleras fueron quienes mataron a los dos oficiales del ejercito caídos en la operación. Por su ubicación en la sala de recepciones, las mujeres fueron probablemente menos afectadas que sus compañeros por la explosión inicial.
Mientras un grupo de soldados y oficiales surgía haciendo fuego entre los escombros de la pared de la sala, sin dar tiempo a los insurgentes a reponerse del impacto de la explosión, otros efectivos asaltaban la casa desde los jardines y el techo del segundo piso.
Las cámaras de la cadenas mundiales de televisión mostraron la salida de los rehenes por la azotea, mientras los soldados ingresaban por distintos puntos al edificio diplomático, abriendo boquetes en las paredes.
Según otro ex rehén, el congresista Carlos Blanco, algunos militares cautivos en la residencia fueron informados minutos antes de la inminencia del ataque de rescate.
Aparentemente, el mensaje de alerta fue emitido en clave durante la transmision normal de alguna radioemisora, captada por los pequeños receptores que los rehenes fueron autorizados a tener.
Según fuentes no oficiales, el alerta fue comunicado discretamente a los otroas rehenes por el vicealmirante Luis Giampietri, uno de los dos oficiales de la marina que fueron sorprendidos por la captura de la embajada por los guerrilleros.
El ex parlamentario izquierdista Carlos Tapia entiende que Cerpa fue responsable del desenlace en el que perdieron la vida él y todos sus companeros por su incapacidad para prever el ataque de las fuerzas de seguridad y por su fala de flexiibilidad para negociar y salir de la embajada con una victoria política.
Aparentemente, las fuerzas de asalto tenían insrucciones de dar muerte a todos los guerrilleros, dijo Tapia, que abogaba por una solución pacífica que permitiera al MRTA convertirse en un partido de acción legal. (FIN/IPS/al/ff/ip/97