El presidente de Perú, Alberto Fujimori, parece haber revertido la caída de su estrella al superar hoy con un audaz salto hacia adelante de la crisis de los rehenes, que ensombrecía su régimen.
Una sorpresiva y contundente operación militar ordenada por Fujimori logró la liberación de 71 de las 72 personas que el insurgente Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) mantuvo cautivas durante 127 días en la residencia del embajador de Japón en Lima.
La operación puso punto final a una semana negra para Fujimori. Las encuestas revelaban que el respaldo popular a su gobierno se erosionaba a ritmo acelerado.
Además, sombras de escándalo envolvían a sus dos respaldos más importantes, el jefe del Comando de la Fuerza Armada, general Nicolás Hermoza, y el jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Vladimiro Montesinos.
Minutos después de concluido el operativo, Fujimori comenzó a cosechar las mieles del éxito y desfiló bajo aplausos y con una bandera en la mano en un autobús que conducia a los rehenes ilesos hacia el hospital donde serían controlados por los médicos.
La operación tuvo el costo de 17 vidas. Los muertos son un rehén, dos oficiales del ejército y los 14 militantes del MRTA que ocupaban la residencia diplomática desde el 17 de diciembre.
Fujimori explicó en improvisada conferencia de prensa que dio en persona la orden de asalto. También comunicó su pésame a los familiares del juez de la Corte Suprema de Justicia Carlos Giusti, el rehén muerto, y del comandante Juan Sandoval y del teniente Raúl Giménez, los dos oficiales caídos.
El presidente siguió el asalto al edificio desde el cercano Ministerio de Marina, convertido en puesto de comando.
Fujimori también lamentó la muerte de los 14 guerrilleros, pero aseguró que fue inevitable, pues se trataba de hombres y mujeres "armados hasta los dientes".
Los cadáveres de los insurgentes permanecerán en la residencia del embajador japonés para su identificacion, informó el mandatario, aunque se supone que durante la noche serán retirados de allí, con destino aún no establecido.
Salvo el jefe del comando guerrillero, Néstor Cerpa, un maduro ex sindicalista, y dos miembros de su grupo, ex estudiantes universitarios relativamente jóvenes, los demás guerrilleros eran adolescentes (tres de ellos mujeres) de origen campesino selvático, según la versión de rehenes liberados meses atrás.
El presidente agregó que hay 25 ex rehenes heridos. Los casos más serios son los del canciller Francisco Tudela y Luis Serpa, otro magistrado de la Corte Suprema, que recibieron un disparo en un tobillo, el primero, y en el abdomen, el segundo, cuando eran liberados por las tropas de asalto.
También aseguró haber recibido "la comprensión" del primer ministro de Japón, Rutyaro Hashimoto, que no fue informado de la operación de asalto que se preparaba.
El mandatario aclaró que no puso en conocimiento de sus planes a Hashimoto "porque el factor sopresa era fundamental" para el éxito del operativo de rescate.
Hashimoto se manifestó "feliz" y "complacido" por el desenlace de la larga crisis de los rehenes en Lima, aunque consideró "lamentable que esta situación haya tenido que darse".
El gobernante japonés reconoció que no fue alertado por Fujimori de la operación previamente. "Recibí una llamada de Lima apenas vi la información en la televisión", explicó.
Hashimoto coincidió con Fujimori en que "se dio una excelente oportunidad" para la recuperación de la residencia del embajador de Japón en Lima.
Sin embargo, "esperábamos una solución pacífica y evitar a toda costa una solución militar", puntualizó.
Fujimori informó que el canciller japonés Yukiko Ikeda "llegará próximamente a Perú, a fin de enterarse personalmente de pormenores de los hechos".
Mientras, el portavoz del MRTA en Europa, Isaac Velasco, advirtió este martes que "la fuerza" de su organización "se pondrá en evidencia en los próximos días".
"El MRTA no dejará impune este crimen de lesa humanidad", afirmó Velasco desde Hamburgo a la cadena de televisión estadounidense CNN, al comentar la captura de la residencia diplomática en Lima.
"Emprenderemos otras acciones, que no deseábamos y que habíamos advertido que realizaríamos si el gobierno peruano recurría a la fuerza para acabar con la crisis de los rehenes, dijo el portavoz de la organización rebelde
La liberación de los rehenes se concretó cuando la imagen de Fujimori se encontraba en su punto más bajo, tras siete años de gobierno.
Encuestas difundidas el fin de semana atribuyeron al presidente el respaldo de 38 por ciento de la población. Según la mayoría de los analistas, su fracaso en el manejo de la crisis de los rehenes era uno de los factores de la caída de su popularidad.
La impopularidad alcazaba también a los mandos militares y a la cúpula de los servicios de inteligencia. El ministro del Interior, general Juan Briones, y el jefe de la Policía Nacional, general Ketin Vidal, presentaron el fin de semana su renuncia y fueron sustituidos.
El reemplazo de los generales Briones y Vidal permitió al gobierno homogeneizar el gabinete de ministros. Fue entonces que el gobierno consideró agotadas las gestiones para la liberación pacífica de los rehenes, de acuerdo con las primeras impresiones de observadores independientes. (FIN/IPS/al/ff/ip/97