GRANDES LAGOS: Cumbre regional pide a ONU una fuerza neutral

La reunión de jefes de estado y de gobierno del centro y oriente de Africa celebrada en esta capital reclamó a Naciones Unidas el envío de una fuerza neutral al este de Zaire para aliviar el drama de los refugiados provocado por la lucha entre etnias.

Sin embargo, la cumbre dejó de lado acciones contra la venta de armas a Burundi, Ruanda y Zaire y para acabar con los conflictos que parecen endémicos en la región de los Grandes Lagos africanos.

La reunión, que concluyó este martes, llamó a un "inmediato establecimiento de corredores seguros y refugios temporarios dentro de Zaire para facilitar la asistencia humanitaria y la repatriación de refugiados".

Además, reclamó medidas en tal sentido al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a través del "envío de una fuerza neutral", según un comunicado emitido al fin de la reunión.

La cumbre fue convocada por los combates entre el ejército de Zaire y rebeldes banyamulenge (tutsis de la provincia de Kivu del Sur, en el este de Zaire), que obligaron a las agencias mundiales a retirarse de la zona y desplazaron a miles de refugiados hutu de Ruanda y Burundi, expuestos al hambre y las enfermedades.

Concurrieron a la reunión los presidentes Benjamin Mkapa, de Tanzania, Yoweri Museveni, de Uganda, Pasteur Bizimungu, de Ruanda, Isaiah Aferwoki, de Eritrea, Meles Zenawi, de Etiopía, Frederick Chiluba, de Zambia, Daniel Arap Moi, de Kenia, y el canciller de Camerún, Leopold Oyono.

También participan el secretario general de la Organización de Unidad Africana (OUA), Salim Ahmed Salim, y el ex presidente de Tanzania, Julius Nyerere, quienes encabezan los esfuerzos por restaurar el régimen democrático en Burundi, así como Howard Wolpe, enviado del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Los jefes de estado y de gobierno exhortaron a "intensificar los esfuerzos destinados a la repatriación voluntaria de los refugiados a Ruanda".

Zaire se negó a enviar un representante a la reunión, debido a la concurrencia del ruandés Bizimungu. Kinshasa acusa a Kigali de prestar armas y entrenamiento a los rebeldes banyamulengue.

La radio estatal de Zaire reiteró este martes que el gobierno de ese país no participaría en ninguna instancia regional en torno al conflicto hasta que "el agresor", o sea Ruanda, cese sus incursiones en el país.

El vicepresidente y ministro de Defensa de Ruanda, Paul Kagame, había admitido incrusiones, aunque de baja intensidad, a finales de la semana pasada.

El primer ministro de Zaire, Kengo We Dondo, confirmó antes de la cumbre a Arap Moi que no concurriría, mientras el presidente del país, Mobutu Sese Seko, se encuentra en Europa por un tratamiento médico.

Una de las principales preocupaciones de los líderes reunidos en Nairobi fue la crisis de refugiados. El este de Zaire alberga 1,1 millones de extranjeros en esa calidad, la mayoría hutus de los vecinos Ruanda y Burundi.

El desplazamiento de personas hacia fuera de Zaire "tiene graves implicaciones para toda la región", por lo tanto "la principal tarea consiste en impedir que este problema se agrave", dijo Arap Moi.

Los mandatarios afirmaron en la cumbre que, para afrontar con éxito el retorno de los exiliados en la región, deberá implementarse el acuerdo de separar a quienes cometieron abusos de derechos humanos en Ruanda de "los refugiados de buena fe".

La declaración se refiere a los integrantes del antiguo ejército de Ruanda (FAR) y a la milicia hutu Inerahamwe, que condujo el genocidio registrado en ese país en 1994.

Informes coincidentes afirman que ex soldados ruandeses y milicianos han obligado a "refugiados de buena fe" a regresar a su país en los últimos dos años.

El establecimiento de "corredores seguros" y el envío de una fuerza internacional de paz por parte del Consejo de Seguridad de la ONU está todavía en duda.

Una iniciativa en tal sentido propuesta por el presidente de Francia, Jacques Chirac, fue recibida este martes con poco entusiasmo en la ONU, según diplomáticos apostados en la sede del cuerpo mundial en Nueva York.

La última vez que se estableció una zona de seguridad en la región de los Grandes Lagos (este de Zaire, Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania) fue en 1994 y estuvo a cargo de Francia, con la finalidad de proteger a hutus desplazados, funcionarios del gobierno e integrantes del FAR y la Interahamwe.

Entonces, se temían represalias del gobierno predominantemente tutsi del Frente Patriótico Ruandés (RPF) que derrocó al régimen hutu que, durante tres meses, masacró sistemáticamente a un millón de personas.

El "corredor" impuesto por Francia permitió al FAR y las Interahamwe cruzar a Zaire con sus armas.

Desde allí, los extremistas hutu incursionaron en territorio de Ruanda y participaron en ataques contra tutsis que viven hace siglos en territorio de Zaire, en respaldo del ejército de ese país.

Un grupo de tutsis zaireños, los banyarwanda, se vio obligado a huir de la provincia zaireña de Kivu del Norte a Uganda y Ruanda a inicios de año.

La presencia de unos 40.000 ex soldados ruandeses y milicianos en las provincias de Kivu del Sur y Kivu del Norte, donde se ubican los campos de refugiados en Zaire, también aumentó la disponibilidad de armas en la zona.

"Armas de variado origen, como Alemania, Bélgica, China, Chile, Egipto, Estados Unidos, Francia, Israel, Rumania, Sudáfrica y Yugoslavia" se hallaron en el área, según la organización humanitaria Amnistía Internacional.

Un informe de la ONU difundido esta semana acusó al gobierno de Zaire en el armamento y entrenamiento del FAR y las milicias hutu, y señaló como eje de la red de tráfico de armas a Nairobi, capital de Kenia, donde reside la dirigencia hutu de Ruanda.

"Hubo despachos de armas a Zaire, Burundi y Ruanda a pesar de los serios abusos contra los derechos humanos" cometidos por los compradores, agregó el informe.

Los últimos signos de inquietud en Kivu del Sur, luego de los ataques contra los banyarwanda, se originaron cuando las autoridades de la región incitaron a etnias zaireñas a atacar a los banyamulenge.

Eso provocó masacres, arrestos arbitrarios y la destrucción de propiedad, según varias organizaciones humanitarias.

Los banyamulenge crearon un grupo rebelde en su bastión en las montañas con la finalidad de que se les devuelva la ciudadanía zaireña, la cual les fue retirada en 1995 a pesar de que residen en esa zona desde hace más de 200 años.

Este grupo étnico quedó dentro de las fronteras del actual Zaire tras la división política efectuada por las potencias colonialistas europeas a finales del siglo XIX.

Los rebeldes conquistaron numerosos poblados, entre ellos Goma, donde reside la mayoría de los refugiados hutu de Ruanda. Kigali, en tanto, ha negado en reiteradas oportunidades haber entregado armas y entrenamiento a los banyamulenge y los banyarwanda, como alega Kinshasa.

Amnistía Internacional afirmó que se produjeron "asesinatos arbitrarios y deliberados y otros abusos", tanto por soldados de Zaire como de los banyamulenge. (FIN/IPS/tra-en/kb/mj/ip pr/96

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