BRASIL: Globalización determina sacrificio de derechos laborales

El gobierno, los empresarios y hasta algunos sectores sindicales de Brasil procuran incorporar al mercado de trabajo mano de obra joven, extremadamente necesitada y, por lo tanto, dispuesta a renunciar a derechos y conquistas laborales.

Mientras, miles de profesionales, ejecutivos de rango medio y trabajadores de larga trayectoria son arrojados al comercio informal por los embates de la política económica.

El caso puede ilustrar "las rápidas y profundas transformaciones, no previstas, en la estructura de la mano de obra, la distribución de la renta, los salarios y el empleo, causadas en casi todo el mundo por la globalizacion y los cambios tecnologicos", mencionadas por el director general de la OIT, Michel Hansenne.

Hansenne formuló su diagnóstico el 11 de este mes, con motivo del 77 aniversario de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

Contratos temporales de hasta dos años de duración, jornada laboral en funcion de las necesidades de produccion de las empresas, descanso no remunerado, reducción de las obligaciones sociales y fiscales de los empleadores, son algunas de las medidas ya adoptadas de hecho en Brasil y se intenta incorporarlas a la legislación nacional.

El propósito, según los promotores de la flexibilización laboral, que están encabezados por el ministro de Trabajo, Paulo Paiva, es atender simultáneamente la urgencia social de reducir el desempleo y la necesidad de las empresas de tener las manos libres para mejorar su eficiencia y competitividad.

"La pérdida de puestos de trabajo que se produce desde el inicio de los años 90 se originó en el proceso de apertura comercial y de inserción competitiva, que superó el antiguo modelo de industrialización protegida característico del desarrollo brasileno hasta el final de la década del 80", afirmó Paiva.

El ministro proporcionó un dato altamente significativo: "Entre enero de 1990 y diciembre de 1995 fueron eliminados 2,1 millones de empleos en el segmento formal del mercado de trabajo brasileno".

En Sao Paulo, donde se concentra el grueso de la actividad industrial del pais, hubo más de 260.000 despidos entre marzo de 1995 y marzo de 1996, según la Federación de Industrias del estado.

Fue precisamente en Sao Paulo donde en febrero, el Sindicato de Metalúrgicos y los representantes de unas 2.000 empresas del ramo suscribieron un "contrato especial" que terminó con muchas de las tradicionales reivindicaciones obreras.

A cambio, "serán creados 40.000 nuevos puestos de trabajo en un año", pronosticó el secretario general del sindicato, Paulo Pereira da Silva.

Los partidarios de la flexibilización sostienen que para avanzar en esa dirección, el principal obstáculo es de carácter jurídico y está representado por el Código de Leyes del Trabajo (CLT).

Y pueden tener razón: hasta el presidente del Tribunal Regional de Trabajo de Sao Paulo, Rubens Tavares, consideró ilegal el mencionado "contrato especial".

Por eso, el ministro Paiva concretó a finales de marzo una idea que el gobierno maduraba por lo menos desde principios de año: la presentación al Congreso un proyecto de ley para modificar el CLT.

En lo sustancial, el proyecto propone reducir 42 por ciento las llamadas cargas sociales de las empresas y permite que 20 por ciento de los asalariados puedan ser contratado con carácter temporal hasta por dos anos.

Los trabajadores sujetos a esa contratación especial no tendrían derecho a indemnización por despido ni al sistema de aviso previo.

Contrariamente a lo que podía esperarse algunos años atrás, la iniciativa no agitó las aguas del movimiento obrero.

A lo sumo, mereció comentarios críticos del presidente de la Central Unica de Trabajadores, Vicente Paulo da Silva, quien comparó a los trabjadores con gallinas y a los empresarios con zorros, al decir que "el contrato especial es como abrir un agujero en el cerco del gallinero".

Mientras, en las propias filas del gobierno existen sectores que optan por la cautela en cuanto al impacto real que las reforma del CLT tendrán en la generación de empleo.

"Más que permitir el aumento del nivel de empleo, pensamos que puede mejorar la situacion de lo que nosotros llamamos desempleo momentáneo", dijo a IPS Claudio Considera, director de investigacion del Instituto de Investigación Económica Aplicada, del Ministerio de Planificacion.

"Como en todo el mundo, el mercado de trabajo de Brasil depende del crecimiento de la economía. En el segundo semestre del ano pasado se contrajo la actividad economica y, consecuentemente, se redujo el empleo", señaló Considera.

"Dentro de unos dos meses, cuando el ritmo de la actividad económica se recupere, aumentará la demanda de mano de obra", añadió.

Considera cree que la flexibilización laboral tendrá efecto a largo plazo en el crecimiento económico. "Puede ser que el recorte del costo del trabajo signifique una reduccion de los costos de los productos de exportación y, por lo tanto, una mejoria de la competitividad", declaró.

En esta hipotesis reveladora, la generación de empleo no aparece como el objetivo inmediato, tal como lo sostiene la propaganda oficial, sino que, al parecer, lo que se persigue es el recorte "del costo del trabajo".

Según el razonamiento del gobierno, esa reducción incidiría positivamente en la competitividad externa y, por lo tanto, en las exportaciones y en el producto interno bruto (PIB).

"En última instancia, un mayor crecimiento traería aparejado un mayor nivel de empleo", argumentan los teóricos del Ministerio del Trabajo.

Sin embargo, esa premisa no tiene en cuenta los cambios experimentados en los ultimos años en la relación empleo-PIB, en general, y en el sector industrial, en particular, donde se han registrado importantes avances en materia de productividad.

"Una característica impresionante del comportamiento del empleo industrial es la persistencia de su trayectoria declinante, inclusive despues de la recuperación de la actividad a partir de 1993", senaló José Guilherme Almeida Reis, jefe del departamento económico de la Confederación Nacional de Industrias.

En cuanto a las perspectivas del empleo en los próximos años, Reis cree que "no pueden ser consideradas con optimismo, ya que la tasa de crecimiento prevista es, en la mejor de las hipotesis, del orden de cuatro por ciento anual, insuficiente para absorber la oferta de mano de obra". (FIN/IPS/ff/ff/lb/96)

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