Cuando Aníbal Ántola compró su casa en el barrio de Jacinto Vera de Montevideo, supo que correría el riesgo de sufrir inundaciones. Al cerrar la compra en 1995, firmó un documento que señalaba algunos incidentes del pasado. Sin embargo, durante más de 15 años, tuvo suerte y no experimentó ningún problema.
Las cosas cambiaron en 2016. Durante la primera tormenta de la temporada de lluvias, su casa se inundó y se destruyeron tesoros invaluables como las fotografías de sus abuelos.
A pesar de ello, Aníbal decidió quedarse. Para él, mudarse y perder el sentido de comunidad que había desarrollado en su barrio era algo devastador. “Algunos vecinos se fueron y me pregunté a mi mismo, ¿debería irme o quedarme? Decidí quedarme”, dice.
La capital de Uruguay no es la única ciudad con este problema. Con la crisis climática, las ciudades se han vuelto más vulnerables a las inundaciones debido a que las tormentas son más frecuentes e intensas. Los eventos climáticos extremos como inundaciones o sequías, que normalmente ocurren cada diez años, ahora suceden cada cinco años y con mayor fuerza.
En el caso de las inundaciones urbanas, mitigar y responder al problema suele recaer en los gobiernos locales. Para la ciudad de Montevideo, responder a este problema requirió una radical mejora en su infraestructura de agua y saneamiento.
La necesidad nació de la antigüedad de la infraestructura existente. Montevideo fue la primera ciudad de América Latina en crear un sistema de agua y saneamiento. Lo empezaron a construir en 1886, poco después de ciudades como Londres y Nueva York. Con los años, la población se multiplicó y con ello también creció la demanda de agua, pero las tuberías nunca fueron renovadas. Eventualmente, la infraestructura resultó insuficiente.
Barrio de La Comercial
Jeanette Berrueta vivió de primera mano cómo los montevideanos se habían intentado adaptar a esta situación.
Cuando ella y su esposo compraron una casa en el barrio de La Comercial, encontraron que los antiguos dueños instalaron dos rieles de aproximadamente 60 centímetros a los lados de la puerta de entrada. ¿Su propósito? Cada vez que se inundaba la calle, ponían tablas de madera sobre ellas para poder entrar a su casa. Sin embargo, en la última temporada de lluvias, incluso estas medidas fueron insuficientes y el agua entró a la casa.
Históricamente, cada tres o cuatro años ocurren tormentas de mayor intensidad que causan inundaciones de hasta metro y medio sobre el nivel de la calle en ciertas partes de la ciudad. La mayoría de estos eventos ocurren sin advertencia y de manera rápida; algunas áreas se inundan en menos de dos horas y experimentan fuertes daños materiales.
“Algunas veces ocurren eventos grandes, pero no ocurren cada año”, dice Aníbal, que ha visto muchos de sus vecinos abandonar el barrio. Jeanette también se ha resistido a perder su “refugio”, como llama a su casa.
En respuesta a este problema, Montevideo decidió invertir en infraestructura resiliente a inundaciones para que Aníbal, Jeanette y sus miles de vecinos pudieran permanecer en sus comunidades, sin miedo de perder sus pertenencias y propiedades.
Desde 1980, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las autoridades locales iniciaron obras para crear una mejor planeación urbana en el ámbito de saneamiento. Además de conectar a miles de ciudadanos que carecían acceso a este servicio, bajo el plan se limpiaron las principales playas en un corto periodo de tiempo.
En marzo de 2011, empezaron obras para resolver el problema de inundaciones urbanas.
El objetivo de esa fase del proyecto es minimizar el impacto de la insuficiencia de drenajes en tres áreas prioritarias, basadas en la frecuencia de las inundaciones y el impacto sobre sus residentes, edificios, casas y caminos. En estas zonas, que se localizan a kilómetros de distancia de ríos o mares, construir tuberías subterráneas para capturar y transportar el agua de las inundaciones sería prohibitivamente costoso.
Por ello, la ciudad optó por construir unos tanques de concreto subterráneos para almacenar el agua. Mediante un préstamo de $25 millones de dólares financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, se construyeron cinco tanques en diferentes partes de la ciudad.
Tanque subterráneo para prevenir inundaciones
Cada uno mide aproximadamente la mitad de una cuadra, están aproximadamente a tres metros de profundidad y pueden almacenar 5 millones de litros. Cuando llueve, el agua entra al drenaje y se libera al sistema de saneamiento existente; cuando las tuberías se saturan, el exceso de agua se redirige a los tanques para que no se inunden las calles.
Con este financiamiento, también se construyeron y equiparon 12 estaciones metereológicas para fortalecer la capacidad de la respuesta de la ciudad de monitorear tormentas.
Parques sobre tanques subterráneos
Encima de los tanques de almacenamiento se construyeron parques y plazas, los cuales fueron diseñados en consulta con los vecinos. Tanto Aníbal como Jeanette están encantados con el proyecto: “Ahora puedo salir de casa sin miedo de que esté inundada cuando regrese”, dice Jeanette.
La nueva red de tuberías y tanques beneficia directamente a más de 1500 familias y ha mejorado la resiliencia a inundaciones de toda la ciudad. “Con este proyecto, hemos ayudado a Montevideo a mejorar su resiliencia a los efectos de la crisis climática”, dice Tania Páez, especialista de la división de agua y saneamiento del BID.
Este artículo fue publicado originalmente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
RV: EG