ROMA – El 20 de noviembre de 2023, Ulvi Hasanli, director de AbzasMedia -un medio digital independiente en Azerbaiyán-, estaba a punto de subirse a un taxi al aeropuerto de Bakú cuando fue detenido por la policía.
Mientras tanto, uniformados registraban la sede de AbzasMedia en la capital azerí. Aseguraron haber encontrado 40 000 euros en efectivo, lo que se incluyó como prueba para acusar a Hasanli de tráfico de divisas.
“Supongo que estábamos poniendo el foco en temas demasiado sensibles para el gobierno”, explica a IPS, desde Berlín y por videoconferencia, Leyla Mustafayeva. Es la nueva redactora jefe de AbzasMedia desde febrero.
Recuerda esta periodista azerí de 41 años que uno de esos temas “demasiado sensibles” tenía que ver con Nagorno Karabaj, ese enclave en territorio azerí cuya minoría armenia fue expulsada en septiembre de 2023.
“Investigamos los contratos adjudicados para la reconstrucción en la zona y descubrimos que muchas compañías pertenecían a altos miembros del gobierno”, explica la periodista.
“Bakú busca silenciar toda voz discordante durante el que ha de ser un gran año para Azerbaiyán”: Leyla Mustafayeva.
Otro tiene que ver con la construcción de un lago artificial al que se arrojaban residuos tóxicos de una mina de oro. “Habíamos tomado muestras para ver los niveles de cianuro en la tierra y el agua porque el gobierno no revelaba los datos y los pobladores locales están sufriendo serios problemas de salud”, matiza la periodista exiliada desde 2017.
Fue entonces cuando su marido, Afqan Mukhtarli, periodista y defensor de los derechos humanos azeríes, fue arrestado en Georgia y trasladado a Azerbaiyán, en una operación conjunta entre los gobiernos de Tiblisi y Bakú.
Actualmente, seis periodistas de AbzasMedia se suman a una lista de un total de 23 informadores azeríes presos en su país, Azerbaiyán, que ocupa el puesto 164 de 180 en la lista de Libertad de Prensa que elabora anualmente Reporteros Sin Fronteras.
Observadores locales y foráneos coinciden en que se ha producido una escalada de la represión desde 2023. La 29 Conferencia de las Partes (COP29) de Naciones Unidas sobre el cambio climático se celebrará en Bakú del 11 al 22 de noviembre.
“Bakú busca silenciar toda voz discordante durante el que ha de ser un gran año para Azerbaiyán”, zanja Mustafayeva.
“Estado represivo”
El actual presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, asumió el cargo en 2003, sucediendo a su padre Heydar Aliyev (1993-2003) en el poder de un país de 10,5 millones de habitantes, situado en el sur de la región del Cáucaso, a orillas del mar Caspio, entre Europa oriental y Asia occidental.
Su riqueza en gas y petróleo es un factor que fortalece la estabilidad del régimen, y que también le abre muchas puertas en la arena internacional.
Pero su reputación parece inversamente proporcional a su riqueza.
La oenegé estadounidense Freedom House califica a Azerbaiyán como “uno de los lugares menos libres del mundo”. También ocupa el puesto 154 entre 180 países en el Índice de Percepción de la Corrupción de 2023, elaborado por Transparencia Internacional, una plataforma que trabaja en 100 países.
El 24 de septiembre, Human Rights Watch recordaba que este es el tercer año consecutivo en que las COP sobre el clima se llevan a cabo en un “Estado represivo que limita severamente la libertad de expresión y la reunión pacífica”. En 2023 se celebró en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, y un año antes en Sharm el Sheij, en Egipto.
“Se puede decir que Occidente ha fallado a la sociedad civil azerí. Queda claro que la prioridad es la energía, y no los derechos humanos”, traslada a IPS, por videoconferencia y desde Estambul, Arzu Geybulla, periodista azerí independiente de 41 años.
No ha pisado su país desde que fuera acusada de “traición” en 2014 por haber trabajado para Agos, un periódico armenio con sede en Estambul. Dice que la cuestión armenia y todo lo que tenga que ver con la familia azerí en el poder desde hace tres décadas son dos de las líneas rojas para periodistas y activistas.
“La represión ha ido a peor en los últimos años. Los periodistas sobre el terreno están completamente indefensos ante amenazas de todo tipo, principalmente porque carecen de protección legal”, denuncia Geybulla.
Se refiere a medidas como la llamada Ley sobre la Prensa aprobada en 2022. El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) denunció entonces que ese decreto aumentaba el control gubernamental sobre la prensa, facilitando la suspensión y el cierre de los medios.
Mensajes
Los informadores no son los únicos en el punto de mira.
Uno de los casos recientes más sonados es el de Gubad Ibadoghlu, profesor de Economía en la prestigiosa Escuela de Economía de Londres y reconocido defensor de los derechos humanos en Azerbaiyán. También trabajó en la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción.
El 23 de julio de 2023, el automóvil en el que viajaban Ibadoghlu y su mujer fue empujado a una zanja por otros tres vehículos. La pareja fue brutalmente golpeada por agentes de paisano antes de ser trasladada a dependencias policiales en Bakú.
Tras pasar los seis primeros meses en una pequeña celda compartida con otros cinco presos y privado de sus medicinas para la diabetes, Ibadoghlu permanece en arresto domiciliario en espera de juicio por cargos de “falsificación” y “propagación de ideas extremistas”. No tiene derecho a usar un teléfono y sus visitas están restringidas.
“Era un mensaje para todos: si pueden detener a alguien como él, pueden detener a cualquiera”, explica a IPS su hija, Zhala Bayramova, abogada especialista en Derechos Humanos, por teléfono y desde la ciudad sueca de Lund.
La policía también dijo haber encontrado 40 000 euros en un armario de su oficina, a pesar de que había una caja fuerte en ella donde hubiera sido más adecuado guardarlos. Además de ser una cantidad recurrente, la abogada de 26 años también apunta a un patrón entre las campañas de represión.
“En 2003 se cebaron con la oposición política; con las oenegés en 2013, y hoy contra periodistas, investigadores y académicos”, subraya Bayramova.
“Siempre ha habido presos políticos en Azerbaiyán”, añade.
Silencio
Informadores en Azerbaiyán contactados por IPS apuntaron a jornadas de trabajo cada vez más complicadas.
“Sacar una sola foto en la calle te puede llevar a la cárcel. Hay policías por todas partes, es como una enorme prisión a cielo abierto”, trasladó a IPS por teléfono un periodista pidió no desvelar su identidad real por temor a represalias.
IPS hizo llegar preguntas por correo electrónico al Ministerio de Interior y al Ministerio de Justicia, así como el Departamento de Prensa y la Policía de Bakú, pero no obtuvo contestación alguna hasta el cierre de este reportaje.
Mientras tanto, los arrestos se encadenan. El 21 de agosto era detenido Bahruz Samadov, un analista político azerí que cursaba estudios de doctorado en la Universidad de Praga, mientras estaba de vacaciones en su país.
Tras registrar la policía su apartamento por presuntas sospechas de tráfico de drogas y supuestamente encontrar los preceptivos 40 000 euros en efectivo, Samadov fue finalmente acusado de “traición”.
Pocos días después, Cavid Aga, otro investigador azerí, era detenido en el aeropuerto para ser interrogado por los servicios de inteligencia sobre Samadov. Se disponía a volar desde Bakú a Lituania para continuar sus estudios, pero ahora tiene prohibido abandonar el país. Docenas de periodistas y activistas sufren hoy ese mismo veto.
Aga, de 31 años, se forjó una reputación como observador traduciendo noticias y declaraciones oficiales y aportando contexto durante la guerra de Nagorno Karabaj de 2020. Bakú se hizo entonces con dos tercios del territorio controlado por los armenios tras una confrontación de 44 días.
“Aunque haya una nueva generación en el poder, Azerbaiyán sigue haciendo lo que ha hecho siempre”, explica Aga a IPS por videoconferencia y desde Bakú.
Aga está sumido en un proceso legal para aclarar su situación y desconoce cuándo se levantará la prohibición de abandonar el país. Reconoce ser mucho más prudente en sus declaraciones “por razones obvias”. El gobierno, añade, “ha conseguido que la gente tenga miedo a hablar”.
ED: EG