Naciones ricas invierten mal en hospitales de países pobres

El Hospital Sirio-Libanés de Brasil, empleado por gente acaudalada, celebridades y políticos prominentes, es uno de los centros hospitalarios privados que, en naciones del Sur, recibe fondos de naciones ricas destinados al desarrollo de sistemas de salud, los que deberían en cambio destinarse a programas para los sectores más pobres, según Oxfam. Imagen: Franciscow / Creative Commons

LONDRES – Inversiones de entes financieros de los países ricos, dirigidas a hospitales y a la salud privada en naciones del Sur en desarrollo, ignoran y arruinan a los pobres necesitados de salud, planteó un nuevo informe de la coalición internacional contra la pobreza Oxfam, basada en esta capital.

“Los pacientes que viven en la pobreza en el Sur global están siendo llevados a la bancarrota, por corporaciones privadas de atención médica respaldadas por inversiones multimillonarias de instituciones financieras de desarrollo”, afirmó Anna Marriott, directora de políticas de salud de Oxfam Internacional.

Entes como la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, el Banco Europeo de Inversiones, y agencias de Alemania, Francia y Reino Unido, invierten fondos públicos a través del sector privado para ayudar a fomentar el desarrollo económico en el Sur y combatir la pobreza, recordó el informe de Oxfam.

Marriott dijo que “durante décadas, los países ricos se han casado con la teoría de que los fondos públicos pueden respaldar al sector privado para ayudar a los países de bajos y medianos ingresos a desarrollar sus sectores de salud”.

Esa teoría “ha demostrado ser una guía para los banqueros de los países ricos, libre de evidencia, sobre el cuidado de la salud global -una lucha libre de la avaricia privada sobre el bien público- donde los grandes ganadores son inversionistas superricos y dueños de las corporaciones del cuidado de la salud”, aseveró.

Como resultado, “los perdedores son las masas que enfrentan el aumento de la pobreza, la enfermedad, la discriminación y los abusos de los derechos humanos”, indica el texto de Oxfam.

“Los pacientes que viven en la pobreza en el Sur global están siendo llevados a la bancarrota, por corporaciones privadas de atención médica respaldadas por inversiones multimillonarias de instituciones financieras de desarrollo”: Anna Marriott.

Según la coalición, buena parte de esas inversiones con dinero de los contribuyentes va a “negocios dudosos, especulación y explotación, escándalos de salud y abusos de los derechos humanos, todo con poca o ninguna rendición de cuentas”.

“Esto incluye hospitales privados que encarcelan a pacientes y retienen a familiares fallecidos hasta que se paguen las facturas”, indicó el documento, que deplora “la especulación, incluso durante la pandemia, y el cobro excesivo rutinario de los pacientes hasta la bancarrota y la pobreza”.

Otras prácticas detectadas son “negar tratamiento a aquellos que no pueden pagarlo -incluso en emergencias- y fijar precios de servicios y medicamentos fuera del alcance de la mayoría de las personas en las comunidades locales”.

También hay entidades e intermediarios “involucrados en trucos fiscales, manipulación de precios y negligencia médica que conduce a la muerte”.

Otros agravios a la salud de los pobres serían “no prevenir los abusos de los derechos humanos, incluido el tráfico de órganos por parte del personal, y las prácticas de explotación, por ejemplo al presionar a los pacientes para que se sometan a procedimientos médicos innecesarios y costosos”.

Para sustentar sus críticas, Oxfam investigó las inversiones de las entidades financieras europeas en los prósperos sectores de la salud privada de India, Kenia, Nigeria, Uganda y otros países del Sur.

Más de la mitad (56 %) de 358 inversiones en salud entre 2010 y 2022 se destinaron a corporaciones privadas de atención médica que operan en países de bajos y medianos ingresos, con 2400 millones de dólares que pudieron rastrearse, pero Oxfam encontró al menos otras 269 inversiones en salud cuyo valor no se revela.

La mayoría de estas inversiones en salud (81 %) “se están perdiendo de vista”, subinvertidas a través de una red de intermediarios financieros, 80 % de ellos ubicados en paraísos fiscales como Mauricio, Jersey y las Islas Caimán.

Se detectó poca o ninguna responsabilidad pública de estas inversiones, y ninguna evidencia de si están mejorando el acceso a la atención médica para las personas que viven en la pobreza, especialmente las mujeres y las niñas.

Hay extremos de cadenas de hospitales privados que ofrecen tratamiento de hotel de cinco estrellas para políticos, astros del deporte y celebridades, a precios de élite, hasta personas extorsionadas, explotadas o excluidas según su capacidad de pago.

Por ejemplo en India, donde el sector de la salud privada tiene un valor de 236 000 millones de dólares, los entes financieros han invertido 500 millones de dólares en cadenas de hospitales propiedad de algunos de los multimillonarios más ricos.

Las entidades concernidas “no han publicado una sola evaluación de sus proyectos de salud en India desde que comenzaron hace más de 25 años; de 144 hospitales financiados, solo uno está ubicado en un área rural, y solo 20 están en los 10 estados clasificados más bajos en el Índice Anual de Salud de la India”.

Informes de Oxfam citan márgenes de beneficio de hasta 1737 % en medicamentos, consumibles y diagnósticos en cuatro grandes complejos hospitalarios en la región capital de Delhi.

En América Latina se presenta el caso del Hospital Sírio-Libanês en Brasil, que cuenta con inversiones de las agencias de desarrollo de Alemania y Francia (DEG y Proparco), y dirige sus servicios “principalmente a una élite rica que incluye celebridades y presidentes latinoamericanos”, según Oxfam.

Recuerda que se trata de un hospital que “cuenta con 500 cámaras de seguridad, 250 controladores de acceso electrónico, 250 sensores de proximidad, y 100 guardias y médicos capacitados para tratar con los paparazzi (fotógrafos de celebridades)”.

En África, el Hospital Privado de Maputo en Mozambique, respaldado por financiamiento multilateral durante la pandemia, cobró a los pacientes con covid-19 un depósito de 6000 dólares por oxígeno y 10 000 por un ventilador.

De manera similar, en Uganda, el Hospital Nakasero supuestamente cobró 1900 dólares por día por una cama en cuidados intensivos para covid, mientras que el Hospital TMR, con financiamiento europeo como el Nakasero, cobró 116 000 dólares por un paciente que murió a causa del virus.

“La mitad de la población mundial no puede obtener atención médica esencial. Cada segundo, 60 personas se sumergen en la pobreza por las facturas médicas”, contrastó Marriott.

Por ello, “es más urgente que nunca que los gobiernos (de países ricos) detengan el peligroso desvío de fondos públicos hacia la atención médica privada y, en su lugar, cumplan con la ayuda y otras promesas de financiamiento para fortalecer los sistemas de atención médica pública que pueden brindar servicios a todos”.

“Los gobiernos del Sur también deberían intensificar y ser más asertivos al dirigir las inversiones públicas extranjeras hacia mejores resultados de salud para su gente”, concluyó.

A-E/ HM

 

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