Abuelas de Zimbabue ayudan a conservar los alimentos ante apagones eléctricos

Los frecuentes cortes de energía en las urbes de Zimbabue han forzado a sus residentes a tratar de evitar que se pierdan sus alimentos perecederos con viejas prácticas. Muchos zimbabuenses tratan de aminorar el impacto de la inflación acumulando alimentos, pero está práctica choca con los apagones eléctricos, largos y crecientes. Imagen: Allen Meki / Unsplash

BULAWAYO, Zimbabue – Mientras los frigoríficos se quedan en silencio durante los frecuentes cortes de electricidad, las abuelas de diferentes municipios de Zimbabue confían en su astucia y en sus conocimientos de conservación tradicional, como asar y ahumar la carne en fogatas, para no tener que desechar sus alimentos.

Los apagones eléctricos se producen cuando cada vez más zimbabuenses pasan hambre debido a la reducción de los ingresos y el aumento de los precios, en un coctel de desempleo e inflación agobiante.

Tabeth Chisale, de 79 años, tiene la nevera llena de alimentos y productos perecederos, como la carne vacuna que le traen sus hijos, pero cada vez se siente más frustrada por los incesantes cortes de energía eléctrica.

«Hace poco estuvimos siete días sin electricidad», contó Chisale.

«Nos informaron de que no se debía a los cortes de luz habituales, sino a que unos ladrones habían destrozado el tendido del suministro eléctrico», explicó. En la actualidad crecen la denuncias de robos de los cables de cobre de los tendidos y del combustible de los transformadores de las centrales eléctricas.

La compañía eléctrica ha achacado la irregularidad del suministro al vandalismo contra sus infraestructuras.

Ante el suministro energético tan precario como irregular, las abuelas como Chisale deben encontrar o han encontrado la manera de sortear la mala situación en Bulawayo, la segunda ciudad del país, y en otros muchos asentamientos urbanos y rurales zimbabuenses.

«Cuando sospecho que la carne se está estropeando, la aso al fuego y espero que la electricidad se restablezca a tiempo. Luego guiso la carne asada. No puedo ver cómo se echa a perder la carne en estos tiempos difíciles», dijo. Su práctica para muchos es un secreto culinario difícil de entender: primero asar la carne, luego hervirla.

El ahumado de la carne al fuego para conservarla es una práctica de siglos, pero la crisis energética de Zimbabue la ha recordado a las generaciones mayores en un momento en que las grandes empresas, como las carnicerías, tienen que replantearse su forma de comerciar sus productos.

Los científicos locales especializados en alimentación han expresado su preocupación por el consumo de alimentos en mal estado o en descomposición, señalando que revierte los pequeños avances que el país está logrando en la lucha contra el déficit nutricional de niños y adultos mayores.

En un país donde las estanterías de los supermercados están repletas de alimentos caducados, las prácticas de Chisale muestran la desesperación de los consumidores, afirman los analistas en este país del sur de África con más de 15 millones de habitantes que soporta una larga e inclemente crisis socioeconómica, con diferentes caras.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Para Desmond Mugadza, director del departamento de ciencias de la alimentación de la Universidad Estatal de Midlands, la respuesta es sencilla: «Evitar el exceso de existencias de productos perecederos».

«Los alimentos deben estar libres de riesgos biológicos para garantizar que su consumo sea seguro para los consumidores, ya que todos los alimentos tienen un periodo de caducidad», afirmo Mugadza.

«Debemos confiar en la ciencia para saber si los alimentos son seguros para el consumo», añadió.

Sin embargo, la desesperación de consumidores como Chisale ha hecho que busquen formas de salvar sus alimentos con base a prácticas tradicionales y no a la ciencia.

Ante las dificultades económicas, los cazadores de gangas se abastecen de alimentos y otros productos básicos para tratar de amortiguar el impacto de las subidas constantes de los precios. Pero esa estrategia choca con los cortes de luz, que los encuentra con muchos alimentos perecederos almacenados.

El problema es que los métodos de conservación de alimentos como Chisale tienen un inconveniente: «La carne que intento guardar no sabe como debería, aunque sigue siendo carne», afirmó.

Los cortes de energía eléctrica también impactan a otra práctica de sobrevivencia que crece en Zimbabue, la cría avícola de traspatio, que se ha convertido en la fuente de ingresos favorita de los desempleados.

Los apagones están causando estragos a quienes tienen minigranjas domésticas de aves, como es el caso de Nelisiwe Mudimba.

«Cuando sacrificas a tus aves, rezas para que se vendan antes de que se estropeen en el frigorífico», explicó Mudimba, que añade que en numerosas ocasiones ha tenido que tirar a la basura docenas de pollos podridos.

Cuenta que también ha intentado ahumar los pollos en una hoguera y dar algunos a sus perros, pero «no puedo comerme todos estos pollos.  ¿Qué sentido tiene, entonces, explotar un negocio así?».

Estas preocupaciones llegan mientras los organismos mundiales lamentan el continuo despilfarro de alimentos mientras millones de personas pasan hambre.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación  la Agricultura (FAO), «un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia en el mundo. Esto supone unos 1300 millones de toneladas al año, con un valor aproximado de 1 billón (millón de millones) de dólares».

Aunque la FAO afirma que la mayor parte de las pérdidas de alimentos en los países en desarrollo se producen durante los niveles posteriores a la cosecha y la transformación, en países como Zimbabue los cortes de electricidad no han hecho sino agravar la crisis del desperdicio de alimentos.

Los grupos locales de defensa de los derechos de los consumidores afirman que la inflación se ha sumado a otra serie de problemas, ya que aquellos que ya no pueden permitirse productos básicos se enfrentan a más quebraderos de cabeza al intentar abastecerse de unos pocos alimentos esenciales en sus hogares.

«Los consumidores no pueden comprar productos básicos que necesitan desesperadamente debido a la creciente diferencia entre precios e ingresos», afirmó Effie Ncube, portavoz de un grupo local de derechos de los consumidores.

«Para impedir la venta ilegal de productos caducados, hacen falta dos cosas. La primera es garantizar una aplicación rigurosa de la Ley de Protección del Consumidor. En segundo lugar, el gobierno debe abordar las causas profundas de la crisis económica que ha provocado una inflación galopante, falta de ingresos y volatilidad general de los precios», dijo.

Por ahora, Chisale y sus vecinos siguen buscando viejas formas de sortear los nuevos retos y hacen sus propios esfuerzos locales desesperados por no tirar comida, aunque sea contra su voluntad.

T: MF / ED: EG

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