La ONU sigue reduciéndose, entre cierres por variantes covid y horarios flexibles

Los pasillos vacíos de la sede de la Secretaría de la ONU cuando el organismo mundial entró en cierre total debido a la pandemia de covid-19 a partir de marzo de 2020. Una imagen que ha vuelto a reeditarse en parte del acristalado edificio en Nueva York, por una nueva variante del coronavirus: Foto: Naciones Unidas

NACIONES UNIDAS –  Una nueva variante de la covid-19, que se extiende por la ciudad de Nueva York, está obligando a empresas, bancos y poderosas instituciones financieras a reintroducir horarios de trabajo flexibles tras un breve paréntesis de funcionamiento normal.

En las Naciones Unidas, la situación ha vuelto a convertir el edificio de la Secretaría General, de 39 plantas, en una auténtica ciudad fantasma, ya que la mayoría del personal sigue trabajando desde casa, al menos dos o tres días a la semana.

La ONU (Organización de las Naciones Unidas), que dispone de oficinas alquiladas o en régimen de arrendamiento comercial a largo plazo por Nueva York fuera de la Secretaría, está buscando opciones para rescindir algunos de estos contratos, o ya lo ha hecho.

Cuando se planteó la cuestión del espacio de oficinas alquilado en una reunión de la Comisión Administrativa y Presupuestaria de la ONU en diciembre de 2015, se reveló que más de 5300 funcionarios estaban en edificios alquilados fuera de la sede central, con un coste de más de 56 millones de dólares al año.

Pero desde el confinamiento originado por la pandemia, a partir de marzo de 2020, la ONU ha estado reduciendo sus operaciones fuera de su acristalada sede, conocida como el campus.

Sobre el impacto de un «edificio completamente vacío en este momento», Stéphane Dujarric, el portavoz del secretario general de la ONU, António Guterres, dijo a los periodistas: «Tenemos experiencia con horarios de trabajo flexibles.  Creo que demuestra que puede ser muy productivo en muchos casos.  Seguimos guiándonos también por las recomendaciones de nuestros expertos en salud y seguridad”.

Sobre las propiedades alquiladas para varios departamentos y divisiones de la ONU, actualmente ocupadas de forma esporádica, Dujarric aseguró que “hemos reducido nuestra huella de propiedades alquiladas que tenemos en Manhattan”.

Esa era ya una tendencia anterior a la covid, con el «hot-desking (escritorios calientes)», el uso de varios  trabajadores de un solo puesto, que se introdujo en muchos departamentos, en los que las personas no tienen espacios asignados, sino que van ocupándolos a medida que llegan cada día.

Dujarric adujo que en muchos departamentos  sus funcionarios viajan mucho, “así que hemos podido reducir nuestros gastos inmobiliarios», señaló, mientras bromeaba con una metáfora de Hollywood: «Mira, mamá, he reducido las Naciones Unidas».

Ian Richards, economista especializado en desarrollo con sede en Ginebra y expresidente del Comité Coordinador de Sindicatos y Asociaciones de Funcionarios Internacionales, explicó a IPS que, a través de sucesivas resoluciones sobre lo que se conoce como «estrategias de lugar de trabajo flexible», la Asamblea General ha ido instalando «escritorios calientes» en las oficinas de la ONU en Nueva York, Ginebra y otros lugares.

Las normas de hot-desking se basan en la premisa de que hay menos escritorios que personas (funcionarios, consultores, becarios) y, por lo tanto, exigen que el personal trabaje a tiempo parcial desde casa.

Además, y esto está bien documentado en la literatura científica, los espacios de «hot-desking» no facilitan al personal centrarse realmente en su trabajo, lo que empuja a más empleados a trabajar desde casa parte de la semana para ser más productivos, dijo Richards.

“Es evidente que algunos trabajos se prestan más al teletrabajo a tiempo parcial que otros, y esto se refleja en la forma en que se aplica esta política”, aseguró.

A su juicio, la opinión de los directivos es que el teletrabajo desde casa parte de la semana mejora la productividad y la motivación.

“También es un requisito innegociable en el mercado laboral actual si la ONU quiere seguir siendo un empleador competitivo y seguir atrayendo a los profesionales de vanguardia que necesita», dijo el especialista laboral del sistema de las Naciones Unidas.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

En un tono algo jocoso, la británica BBC dedicó un artículo del 9 de enero en su página web a los nuevos y llamativos puestos de trabajo derivados de los horarios flexibles: “director visionario”, “gurú del desarrollo”, “evangelista jefe de innovación” y “director remoto”, fueron los cargos directivos establecidos.

Mientras tanto, según la estadunidense CNN, los virólogos y epidemiólogos afirman que el nuevo sublinaje de ómicron, denominado XBB 1.5, tiene características que le confieren el potencial de provocar una nueva oleada de casos de covid en Estados Unidos, aunque todavía no está claro cuál será su magnitud y si provocará hospitalizaciones masivas.

Maria Van Kerkhove, responsable técnica de la covid en la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha declarado que XBB.1.5 es la subvariante «más transmisible detectada hasta la fecha».

A propósito de la flexibilidad laboral, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con sede en Ginebra, publicó el 6 de enero un informe en el que señala que los horarios de trabajo flexibles pueden beneficiar la productividad y también hacer avanzar las economías y las empresas, al tiempo que ayudan a los empleados y a las familias a lograr un mejor equilibrio entre la vida laboral y familiar.

Las cuestiones relacionadas con el tiempo y las condiciones de trabajo están «en el centro de la mayoría de las reformas y evoluciones del mercado laboral que tienen lugar en el mundo hoy en día», afirmó el jefe de servicio Philippe Marcadent, en el prólogo del informe de la OITEl tiempo de trabajo y el equilibrio entre el trabajo y la vida privada en el mundo”.

“El número de horas trabajadas, la forma en que se organizan y la disponibilidad de períodos de descanso pueden afectar significativamente no sólo a la calidad del trabajo, sino también a la vida fuera del lugar de trabajo», añadió.

El estudio, descrito como el primero centrado en la conciliación de la vida laboral y familiar, examina los efectos que las horas de trabajo y los horarios tienen en el rendimiento de las empresas y sus empleados.

El informe, que abarca los periodos anteriores y durante la covid, revela que más de un tercio de todos los empleados trabajan regularmente más de 48 horas a la semana, mientras que una quinta parte de la mano de obra mundial trabaja menos de 35 horas semanales, a tiempo parcial.

“El llamado fenómeno de la ‘gran dimisión’ ha situado el equilibrio entre la vida laboral y personal en el primer plano de las cuestiones sociales y del mercado de trabajo en el mundo pospandémico», afirmó Jon Messenger, autor principal del estudio.

El estudio analiza diferentes horarios de trabajo y sus efectos en el equilibrio entre la vida laboral y la personal, incluidos los turnos, los acuerdos para estar de guardia, los horarios comprimidos y los sistemas para promediar las horas.

Los sistemas innovadores de ordenación del tiempo de trabajo, como los introducidos durante la crisis de la covid-19, pueden reportar grandes beneficios, entre ellos una mayor productividad y un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, afirmó Messenger.

“Este informe muestra que si aplicamos algunas de las lecciones de la crisis de covid-19 y examinamos cuidadosamente la forma en que se estructuran las horas de trabajo, así como su duración total, podemos crear una situación beneficiosa para todos, mejorando tanto el rendimiento empresarial como el equilibrio entre vida y trabajo», añadió.

Sin embargo, el informe advierte de que los beneficios de algunos acuerdos flexibles, como pasar más tiempo con la familia, también pueden ir acompañados de mayores desequilibrios de género y riesgos para la salud.

T: MF / ED: EG

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