La brecha en la tasa de mortalidad infantil

Este es un artículo de opinión de Joseph Chamie, demógrafo, consultor independiente y exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas.

Persisten diferencias considerables en los niveles de muerte infantil, especialmente entre las regiones más desarrolladas y las menos desarrolladas. Crédito: Franz Chávez / IPS

PORTLAND, Estados Unidos – Las posibilidades de que un niño muera antes de cumplir los cinco años se han reducido sustancialmente en todo el mundo en los últimos tiempos. Sin embargo, sigue existiendo una brecha significativa entre los países y dentro de las regiones respecto a las probabilidades de muerte de los niños.

Durante los últimos 50 años, las tasas de mortalidad de bebés y niños menores de cinco años han disminuido notablemente. Desde 1971, la tasa mundial de mortalidad infantil disminuyó de casi 100 muertes por cada 1.000 nacidos vivos a 28. De manera similar, la tasa mundial de mortalidad de niños menores de cinco años disminuyó de casi 150 muertes por cada 1000 nacidos vivos a 37 (Gráfico 1).

Gráfico 1: Tasa mundial de mortalidad infantil y tasa mundial de mortalidad de niños menores de 5 años para 1971, 1996 y 2001 (muertes por cada 1000 nacidos vivos). Fuente: Naciones Unidas

A pesar de esa impresionante disminución, persisten diferencias considerables en los niveles de muerte infantil, especialmente entre las regiones más desarrolladas y menos desarrolladas. En 2021, por ejemplo, la tasa de mortalidad infantil y la tasa de mortalidad de menores de cinco años de las regiones menos desarrolladas eran aproximadamente ocho veces los niveles de las regiones más desarrolladas.

Las altas tasas de muerte infantil son aún más sorprendentes para muchos países en desarrollo, especialmente en el África subsahariana. Si bien esta región representó 14 % de la población mundial en 2021, representó más de 56 % de las muertes de niños menores de cinco años. En cambio, las regiones más desarrolladas representaron 16 % de la población mundial, pero representaron 1 % de las muertes de niños menores de cinco años.

Además, las tasas de mortalidad infantil de los 15 países con los mayores índices se encuentran todas en el África subsahariana. Sus tasas son nada menos que trece veces superiores a las de las regiones más desarrolladas. Además, cuatro de esos países, es decir, Nigeria, Sierra Leona, República Centroafricana y Somalia, tienen tasas dieciocho veces más altas que las de las regiones más desarrolladas (Gráfico 2).

Gráfico 2: Tasa mundial de mortalidad infantil y tasa mundial de mortalidad de niños menores de 5 años para las regiones más desarrolladas y los quince países más altos – 2021 (muertes por cada 1000 nacidos vivos). Fuente: Naciones Unidas

Un patrón similar es claro para las tasas de mortalidad de niños menores de cinco años. Los 15 países con los mayores índices se encuentran nuevamente en el África subsahariana. Tienen tasas de mortalidad de menores de cinco años que son al menos quince veces más altas que las de las regiones más desarrolladas. Además, las tasas de Somalia, Nigeria, Chad y la República Centroafricana son unas veinte veces más altas que los niveles de las regiones más desarrolladas.

El autor, Joseph Chamie
El autor, Joseph Chamie

Entre los factores importantes que contribuyen a los altos niveles de mortalidad infantil se encuentran las causas neonatales, incluidos los nacimientos prematuros y de bajo peso, la asfixia, las infecciones, la neumonía, la malaria, la diarrea, la desnutrición, el VIH/sida, el sarampión y la tuberculosis.

La muerte de las madres también es un factor importante asociado con los altos niveles de muerte infantil. Las altas tasas de mortalidad materna a menudo son el resultado de una pérdida excesiva de sangre, infección, presión arterial alta, aborto inseguro, parto obstruido, anemia, malaria y enfermedades del corazón. Además de las altas tasas de mortalidad materna, los países con tasas altas de mortalidad infantil también tienen altas tasas de mujeres que mueren durante sus años fértiles.

Para los 15 países con las tasas más altas de mortalidad infantil, por ejemplo, la mortalidad femenina entre 15 y 50 años es al menos cuatro veces mayor que el nivel de las regiones más desarrolladas. Además, en la República Centroafricana, Chad, Lesotho y Nigeria, la mortalidad femenina entre los 15 y los 50 años es más de siete veces el nivel de las regiones más desarrolladas (Gráfico 3).

Gráfico 3: Mortalidad femenina entre los 15 y los 50 años para las regiones más desarrolladas y los quince países con las tasas más altas de mortalidad infantil – 2021 (por cada 1000 mujeres vivas a los 15 años), Fuente: Naciones Unidas

Una de las metas clave del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 (ODS 3) es terminar con las muertes prevenibles de recién nacidos y niños menores de cinco años para 2030. Más específicamente, las metas son reducir la mortalidad neonatal a por lo menos 12 muertes por cada 1.000 nacidos vivos y la mortalidad de menores de cinco años a por lo menos 25 muertes por cada 1.000 nacidos vivos.

Para la mayoría de los países subsaharianos, lograr esos objetivos deseados para 2030 parece poco probable. Por ejemplo, la tasa de mortalidad de menores de cinco años en África subsahariana en 2021 es de 72 muertes por cada 1000 nacidos vivos, o casi el triple de la meta deseada para 2030. Además, la tasa de mortalidad de menores de cinco años proyectada para 2030 en África subsahariana es de 62, nuevamente más del doble de la meta deseada de 25 muertes por cada 1.000 nacimientos.

La situación de los quince países con los niveles más altos de muerte infantil es aún más llamativa. Se espera que las tasas de mortalidad de menores de cinco años de esos países sigan siendo mucho mayores que la meta deseada para 2030. Por ejemplo, se prevé que las tasas de mortalidad de menores de cinco años para 2021 para Nigeria y Somalia de alrededor de 111 muertes por cada 1.000 nacimientos disminuyan a aproximadamente 100 para 2030, o cuatro veces la meta del ODS 3.

En una variedad de dimensiones de desarrollo, los países con altas tasas de muerte infantil están comparativamente mal. Esos países tienen altos niveles de pobreza, analfabetismo y desnutrición.

Además, en varios índices globales, como el Índice de Estados Frágiles, el Índice de Desarrollo Humano, el Índice de Libertad Económica y el Índice de Libertad Humana, esos países del África subsahariana tienen un desempeño comparativamente bajo, por lo general se ubican en el nivel inferior. Por ejemplo, en el Índice de Estados Frágiles, las clasificaciones de los quince países con alta mortalidad infantil reflejan bajos niveles de desarrollo económico y social con altos niveles de inestabilidad política.

Además, los países con una alta mortalidad infantil se enfrentan a riesgos cada vez mayores del cambio climático. Esos países se encuentran entre los menos capaces de adaptarse a sus consecuencias, como altas temperaturas, sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos. Además, los mismos países generalmente carecen de las capacidades financieras e institucionales para llevar a cabo programas de adaptación.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Sin duda, es cierto que los niveles de mortalidad infantil en todo el mundo han disminuido sustancialmente durante el último medio siglo. Sin embargo, a pesar de esa impresionante disminución, sigue existiendo una brecha significativa en el nivel de muerte infantil entre las regiones más desarrolladas y la mayoría de los países del África subsahariana y otros países con altas tasas de mortalidad infantil.

Las principales medidas necesarias para hacer frente a los altos niveles de muerte infantil son ampliamente reconocidas, y la mayoría de esas muertes se deben a causas prevenibles o tratables.

Según la Organización Mundial de la Salud, seis soluciones a las causas más prevenibles de muertes de menores de cinco años son: asistentes capacitados para la atención prenatal, del parto y posnatal; lactancia materna inmediata y exclusiva; acceso a nutrición y micronutrientes; mejora del acceso al agua, saneamiento e higiene; conocimiento familiar de signos de peligro en la salud del niño; e inmunizaciones.

También se reconoce ampliamente que los recursos financieros, la voluntad política, la estabilidad social y los programas de salud que son necesarios para reducir el número de niños que mueren suelen faltar o ser muy inadecuados.

Abordar la brecha significativa en las tasas de muerte infantil representa un gran desafío para muchos países en desarrollo, así como para la comunidad internacional de naciones que pueden ofrecer ayuda y asistencia a esos países. Si bien el desafío es formidable, es esencial reducir los niveles inaceptablemente altos de muerte infantil.

Joseph Chamie es un demógrafo consultor, exdirector de las Naciones Unidas, y entre sus libros, el último se titula: «Nacimientos, fallecimientos, migraciones y otros asuntos importantes sobre población».

T: MLM / ED: EG

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