Video: Metrópoli brasileña lucha por el agua y contra el agua

El riachuelo de Onça (jaguar, en portugués), cerca de su desembocadura, visto desde el puente de entrada al barrio Ribeiro de Abreu que sufre frecuentes inundaciones cuando llueve mucho en Belo Horizonte, capital del estado brasileño de Minas Gerais, en el sureste de Brasil. Foto: Mario Osava / IPS

BELO HORIZONTE, Brasil – Aguas torrenciales en las calles y ausentes en los grifos son dos desastres que asombran en las metrópolis de Brasil, especialmente las ubicadas en el alto de las cuencas hidrográficas, como Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, en el sureste del país.

Las inundaciones ya se volvieron rutinarias, favorecidas por la topografía montañosa, los arroyos sepultados en canales y la impermeabilización del suelo en la ciudad de 2,5 millones de habitantes.

En enero y febrero, como sucede cada año, torrentes tomaron las vías y arrastraron automóviles, muebles, a veces personas, e inundaron casas en los fondos de los valles, donde antes estaban los cauces de los arroyos y que ahora son espacios apropiados por avenidas y calles.

El suministro de agua potable se sostiene, pero en 2015 y 2021 estuvo al borde del racionamiento por sequías comenzadas un año antes. Algunos barrios se quejaron de haber sufrido interrupciones.

 

 

Cerca de 70 % del agua consumida en Belo Horizonte proviene de la cuenca del río de las Velhas, cuyas nacientes están a unos 100 kilómetros al sur de la ciudad. El suministro depende de las lluvias río arriba. La captación se hace directamente en el caudal, no hay embalses para la acumulación hídrica.

Por eso cuidar las nacientes, situadas en los alrededores de Ouro Preto, ciudad histórica del ciclo económico del oro en el siglo XVIII, y de la vecina Itabirito resulta vital para Belo Horizonte.

Son municipios que continúan determinados por la actividad minera, pero ahora dominada por el hierro. Forman parte del llamado Cuadrilátero Ferrífero, integrado por 25 municipios que concentran casi mitad de la extracción de hierro en Brasil.

La actividad, además de consumir agua y contaminar los ríos, constituye una amenaza de grandes desastres ambientales y humanos. Dos de sus depósitos de descartes se rompieron en el Cuadrilátero, uno en Mariana (2015), otro en Brumadinho (2019). Provocaron 19 y 270 muertes respectivamente.

En Brumadinho el accidente enlodó el río Paraopeba, que abastecía 15 % de los habitantes de Belo Horizonte. Por suerte tres embalses en afluentes del Parabopeba que no se vieron afectados son la fuente de agua para la mayor parte de la región metropolitana, englobada en 34 municipios con seis millones de habitantes.

Frederico Leite, secretario de Medio Ambiente de Itabirito, y su auxiliar Julio Carvalho, ingeniero forestal, además de negociar medidas ambientales con las empresas mineras, cuidan de descontaminar el río Itabirito, que cruza la ciudad, y de diseminar en el campo pequeñas obras que reducen la erosión y retienen el agua en el suelo.

Son las hondonadas (barraginhas en portugués local), cavidades en tierras de pequeño declive, y las “cajas secas”, cavidades menores al lado de carreteras, para retener las aguas que escurren, dañan las vías vecinales y sedimentan los arroyos.

La sedimentación es un gran problema del río de las Velhas, reduce la profundidad de su cauce y la calidad de sus aguas, que tienen siempre el color de la tierra.

En Ouro Preto, Ronald Guerra, ex secretario de Medio Ambiente y activista en los comités de cuenca, propone la construcción de “presas alveolares”, pequeños embalses en serie, inspirados en los alvéolos pulmonares, como forma de contener el agua y revitalizar los bosques.

En Belo Horizonte, la batalla es en contra de las aguas de inundación y las residuales que contaminan los cursos de agua.


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“La meta es volver a nadar, pescar y jugar en el riachuelo Onça en 2025”, como se hacia hace 70 años atrás, sueña Itamar de Paula Santos, líder comunitario del barrio Ribeiro de Abreu, uno de los más afectados por las crecidas del riachuelo, por ubicarse en su tramo más bajo.

La construcción de parques lineales ribereños, trasladando pobladores a locales seguros y cercanos, es una de las acciones que unieron la alcaldía y líderes comunitarios, como Santos y, en otros barrios, Maria José Zeferino y Paulo de Freitas. Además de los fines ambientales, son locales de esparcimiento y acercamiento saludable al riachuelo.

Apolo Heringer, médico y profesor universitario, lucha desde los años 90 para “renaturalizar” la cuenca hidrográfica del río de las Velhas. Para eso creó el Proyecto Manuelzão, universitario e inspirado en un conocido personaje literario local.

Su estrategia es concentrar esfuerzos en un tramo de 30 kilómetros de los riachuelos Arrudas y Onça (jaguar, en portugués), que cruzan Belo Horizonte, y del río de las Velhas entre las desembocaduras de los dos riachuelos.

Ahí se concentra 80 % de la contaminación urbana de la cuenca y eliminarla permitiría “traer de vuelta los peces y nadar” en los 800 kilómetros de extensión de sus aguas.

ED: EG

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