ROMA – Agencias de las Naciones Unidas propusieron redirigir 470 000 millones de dólares anuales que actualmente se entregan en ayudas a los productores del sector agrícola, las cuales distorsionan el mercado y causan daños ambientales y sociales, en un documento divulgado este martes 14.
“Es una llamada de atención para que los gobiernos de todo el mundo reconsideren los planes de apoyo agrícola con el fin de adecuarlos al propósito de transformar nuestros sistemas agroalimentarios”, dijo Qu Dongyu, director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El total de esas ayudas asciende a 540 000 millones de dólares al año, y se prevé que esa cifra aumente más de tres veces para 2030 y llegue a 1,76 billones (millones de millones) de dólares.
Del monto, 87 por ciento, 470 000 millones de dólares, abona prácticas que distorsionan los precios, perjudican el ambiente e impactan negativamente en las posibilidades de combatir el hambre y mejorar la nutrición.
El apoyo actual a los productores agrícolas consiste principalmente en incentivos de precios, como aranceles de importación, subsidios a la exportación y subsidios fiscales vinculados a la producción de una materia o insumo específico.
“Son ineficientes, distorsionan los precios de los alimentos, dañan la salud de las personas, degradan el medio ambiente y, a menudo, no son equitativos, pues colocan a las grandes empresas agrícolas por delante de los pequeños agricultores, una gran parte de los cuales son mujeres”, asentó el informe.
Junto a la FAO, prepararon el estudio el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), con vista en la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios prevista para el 23 de septiembre.
Esa cumbre fue convocada por el secretario general de la ONU, António Guterres, para sensibilizar y establecer compromisos y medidas mundiales que transformen los sistemas alimentarios, con el objetivo de erradicar el hambre, reducir las enfermedades relacionadas con la alimentación y proteger el planeta.
El informe “Una oportunidad multimillonaria: La readaptación del apoyo agrícola para transformar los sistemas alimentarios” recordó que en 2020, alrededor de 811 millones de personas en el mundo luchaban contra el hambre crónica y casi una de cada tres personas (2370 millones) no tenía acceso a una alimentación adecuada.
En 2019 alrededor de 3000 millones de personas no podían permitirse una dieta saludable en todas las regiones del mundo.
Si bien la mayor parte de la actual ayuda agrícola tiene efectos negativos, unos 110 000 millones de dólares contribuyen a la infraestructura, la investigación y el desarrollo, y benefician al sector de la alimentación y la agricultura en general.
Por ello, “redirigir las ayudas a los productores agrícolas, en lugar de eliminarlas, ayudaría a acabar con la pobreza, erradicar el hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición”, según el análisis de las agencias de la ONU.
También contribuiría a promover la agricultura sostenible, fomentar el consumo y la producción sostenibles, mitigar la crisis climática, restaurar la naturaleza, limitar la contaminación y reducir las desigualdades.
En cambio, “continuar con el apoyo de siempre empeorará la triple crisis planetaria y, en última instancia, dañará el bienestar humano”, según el texto, y recuerda que la agricultura es uno de los principales motores del cambio climático a través de las emisiones de gases de efecto invernadero de diferentes fuentes.
Entre esas están el estiércol en los pastizales, los fertilizantes sintéticos, el cultivo de arroz, la quema de residuos de cultivos y el cambio de uso de la tierra.
De su lado, los productores agrícolas “son particularmente vulnerables a los impactos de la crisis climática, como el calor extremo, el aumento del nivel del mar, la sequía, las inundaciones y las plagas de langostas”.
Para cumplir con el Acuerdo de París, que busca limitar el calentamiento del planeta este siglo a no más de dos grados centígrados sobre los niveles de 1900, “se requiere un cambio en las ayudas que dan los países de altos ingresos a la gran industria cárnica y láctea”, apuntó el informe.
Esa actividad ganadera es responsable de 14,5 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, que calientan la atmósfera.
En los países de bajos ingresos, los gobiernos deben considerar reorientar su apoyo a los pesticidas y fertilizantes tóxicos o al crecimiento de monocultivos.
Como ejemplos, el informe citó que el estado indio de Andhra Pradesh adoptó una política de agricultura natural de presupuesto cero, y China reformó su política agrícola para disminuir el uso de fertilizantes minerales y pesticidas químicos.
También el régimen de pago único en el Reino Unido que eliminó las subvenciones en acuerdo con el Sindicato de Agricultores, y el incentivo a la diversificación de cultivos aparejada a la política agrícola común de la Unión Europea.
“Los gobiernos tienen ahora la oportunidad de transformar la agricultura en un importante impulsor del bienestar humano y en una solución para las amenazas inminentes del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación”, postuló la directora general del Pnuma, Inger Andersen.
A-E/HM