LIMA – Sequía y un frío inusitado en la calurosa selva central de Perú son dos manifestaciones del cambio climático que este año ha experimentado Aurora Coronado, productora del valle agrícola de La Merced, en el municipio de Chanchamayo, en el departamento de Junín, en el centro del país.
Tiene 59 años y en los 34 que vive en el valle situado a 750 metros sobre el nivel del mar es la primera vez que tuvo la necesidad de sacar frazadas y mantas para abrigarse por las noches. “Hasta medias tuvimos que ponernos para dormir por el frío”, contó en un diálogo por teléfono con IPS desde La Merced, la cabecera del distrito (municipio) rural.
Refirió que en los meses de mayo y junio se produjo ese cambio en el clima y que ahora están con una fuerte sequía que está minando sus cultivos de yuca (mandioca), cebolla y hierbas aromáticas para su autoconsumo, mientras produce comercialmente miel de abeja de frutales cítricos.
“Nosotras queremos que las autoridades también piensen en las mujeres cuando se trabaje el cambio climático, y lo que necesitamos es capacitarnos para incidir con nuestras propuestas”, indicó esta integrante de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (Fenmucarinap).
El horizonte que dibuja Coronado se encuentra ya en proceso con la instalación en el país del Comité Nacional de Mujeres y Cambio Climático (Conamucc), una instancia reconocida como uno de los ocho grupos de interés no estatales que forman parte de la gobernanza climática nacional.
El reconocimiento es al más alto nivel, realizado por la Comisión Nacional sobre Género y Cambio Climático del Ministerio del Ambiente (Minam), máximo responsable peruano en la materia.
En el 2019 comenzó este esfuerzo conjunto entre el Minam y organizaciones de mujeres que conjugan el trabajo de género y el cambio climático, a fin de generar el espacio de representación de las mujeres a nivel nacional. La iniciativa se ha mantenido pese a la irrupción adversa de la pandemia de covid-19 un año después.
El Conamucc se instaló oficialmente en septiembre de 2020 y este año ya realizó su primera asamblea nacional y eligió su comité coordinador, conformado por representantes de cinco organizaciones.
“No se trata de ir por un camino paralelo para ver los temas de género y de las acciones de adaptación y mitigación del cambio climático, sino de cómo estas acciones incluyen las medidas que nos lleven a la igualdad”: Rosa Morales.
“Fue un desafío sostener nuestros proceso en plena emergencia sanitaria por la covid-19 pero logramos convocar a diversas organizaciones de las regiones, tener encuentros virtuales, identificar prioridades comunes y definir una ruta de acción”, sostuvo Katherine Pozo, integrante de ese comité coordinador del Conamucc.
Pozo representa en ese comité al colectivo no gubernamental de Mujeres Rurales Cambio Climático y Agricultura Familiar de Cusco, el departamento en el corazón de los Andes peruanos, en el sureste del país.
En conversación telefónica con IPS desde la ciudad de Cusco, explicó que el espacio de Conamucc está iniciando su vida institucional, guiado por el objetivo de identificar los impactos diferenciados por género del cambio climático en los territorios del país y promover el enfoque de género en las políticas climáticas, para lo cual se fortalecerán las capacidades de las 36 integrantes regionales que conforman en su asamblea.
Es importante, agregó, que toda acción, programa o política climática a nivel local, regional o nacional “contribuya a impulsar la igualdad de género y autonomía de las mujeres, y ese es uno de los desafíos centrales que asumimos como Conamucc, teniendo en cuenta que somos un país con muchas inequidades que obstaculizan la acción protagónica de las mujeres, sobre todo rurales, campesinas e indígenas”.
“En el caso de Cusco, por ejemplo, queremos incidir en el gobierno regional en que se vinculen las políticas de género y cambio climático en relación al agua, que es un problema prioritario en nuestra región que depende en gran parte de la agricultura para la subsistencia de las familias y el abastecimiento de los mercados”: Katherine Pozo.
Perú es considerado uno de los 10 países megadiversos del mundo y con una alta vulnerabilidad al cambio climático.
Las capacidades de respuesta de las mujeres a la crisis climática no alcanzan su potencial por las desventajas en que se encuentran. Se estiman que las brechas de género en educación, salud, empleo y acceso a bienes y recursos productivos se han incrementado por efecto de la pandemia en este país andino de unos 33 millones de habitantes.
La clave es la institucionalidad
Rosa Morales, directora general de Cambio Climático y Desertificación del Minam, destacó la importancia de los ocho grupos ajenos al Estado a los que vienen fortaleciendo con asesoría técnica para su organización y propia gobernanza, a fin de lograr su participación efectiva en la construcción de las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático
Entre esos ocho grupos están los jóvenes, los sindicatos, la academia, las organizaciones no gubernamentales, el pueblo afroperuano, las mujeres y los pueblos indígenas, que además cuentan con una plataforma especial que conforma a diferentes centrales que aglutinan la diversidad étnica del país.
“Tenemos una ley marco de cambio climático y su reglamento que establece los enfoques transversales de género, interculturalidad e intergeneracional, y estamos sacando lineamientos, pero es para que exista una implementación”, destacó Morales, en una entrevista con IPS por videoconferencia.
En ese contexto, “el Conamucc contribuye a que las mujeres en su diversidad tengan participación informada en sus territorios aportando a una visión completa de nuestro país”, añadió.
En esa perspectiva la capacitación fortalecerá la acción, liderazgo y propuestas de las mujeres en sus propios territorios en relación a las medidas necesarias para disminuir los gases de efectos invernadero, reducir su vulnerabilidad al cambio climático e incrementar su resiliencia
Sobre esa base, remarcó la funcionaria, “las mujeres podrán plantear desde sus propias necesidades, preocupaciones y prioridades sobre su rol en la implementación de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés) o nuestro desafío climático como las llamamos”.
El Estado ha identificado 154 medidas de adaptación y mitigación al cambio climático.
“Hemos trabajado para incluir los tres enfoques transversales, pero su implementación requiere de la práctica y conocimiento de quienes están en los territorios; qué mejor que nos digan que el enfoque de género se puede aplicar de otro modo según su experiencia, así el Estado aprende a hacer mejor las cosas”, explicó Morales.
Con una maestría en Economía, Morales empezó a trabajar el tema de cambio climático en 1997 en el que fuera el Consejo Nacional del Ambiente. Su experiencia en instituciones públicas y privadas supera las dos décadas y combina su labor en el Estado con la docencia universitaria.
Está convencida de que el fortalecimiento de la institucionalidad es un factor de sostenibilidad para garantizar el enfoque de género en la acción climática.
“No se trata de ir por un camino paralelo para ver los temas de género y de las acciones de adaptación y mitigación del cambio climático, sino de cómo estas acciones incluyen las medidas que nos lleven a la igualdad”, dijo.
Subrayó que además las mujeres al hacer su propia acción climática contribuyen a mantener y fortalecer las distintas políticas de Estado, en un país que cuenta con políticas nacionales de género y de cambio climático.
En esa línea, Pozo opina que contar con el Conamucc como instancia reconocida por el Estado da fuerza y legitimidad a la participación y propuesta de las mujeres en lo territorial y nacional, de manera articulada.
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“En el caso de Cusco, por ejemplo, queremos incidir en el gobierno regional en que se vinculen las políticas de género y cambio climático en relación al agua, que es un problema prioritario en nuestra región que depende en gran parte de la agricultura para la subsistencia de las familias y el abastecimiento de los mercados”, sostuvo.
Pozo, quien labora en el no gubernamental Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán desde donde desarrollan una Escuela Agroecológica para mujeres rurales, con presencia en seis distritos altoandinos, explicó que es necesario visibilizar el rol de las mujeres en el cuidado del agua y el impacto en sus vidas del actual estrés hídrico al ser ellas las responsables del cuidado de la familia y riego de sus cultivos.
También en la selva central de la región de Junín, donde reside Coronado, el agua es igualmente una preocupación tan alarmante como desatendida.
“Queremos incentivar la cosecha de agua que muchas de nuestras autoridades desconocen, yo por ejemplo pongo mi cilindro pero captar de la lluvia pero en sequía qué hace el municipio para tener agua y regar nuestras plantitas”, se preguntó la campesina.
Coronado, quien realiza talleres de sensibilización sobre los derechos de las mujeres en el valle donde vive, ve en Conamucc una oportunidad para que las mujeres impulsen transformaciones desde el abordaje del cambio climático y sus enfoques transversales de género, interculturalidad e intergeneracional.
“Las más afectadas con el cambio climático somos las mujeres del campo y ante la adversidad seguimos resistiendo; toca que escuchen lo que proponemos y el Conamucc nos abrirá esas puertas, eso espero”, manifestó.
ED: EG