Los pueblos climáticos de Indonesia mitigan los impactos del calentamiento

En el pueblo de Ngadirejo, en la isla indonesia de Java, han pasado a convertir sus desechos orgánicos en abono y lo vendien a empresas privadas y a otros clientes. También plantaron hortalizas en sus patios traseros y en tierras ociosas de la comunidad, como parte de sus medidas para transformarse en uno de los pueblos climáticos establecidos en el país. Foto: Cortesía de Serono Arief Wijaya / ProKlim Ngadirejo

Los residentes de Ngadirejo, un pueblo del municipio de Sukaharjo, en la provincia de Java Central, en Indonesia, se han visto a menudo desamparados cuando sus pozos se secaban o el agua inundaba sus casas.

Pero gracias a una campaña nacional denominada Programa Kampung Iklim, conocida por su acrónimo ProKlim, ahora han encontrado una solución para las inundaciones, que generalmente se producía por la falta de captación adecuada del agua en sus terrenos y drenajes .

«A principios de 2016 empezamos a plantar hoyos con bioporos  y a construir pozos de infiltración para recoger el agua de lluvia y las aguas residuales. Los resultados han sido casi instantáneos, nuestros pozos nunca se han secado y las inundaciones no han vuelto a visitarnos desde 2017”, dijo Serono Arief Wijaya a IPS desde Ngadirejo, que se encuentra a una hora de vuelo al este de Yakarta, la capital de este país del sudeste asiático.

A medida que la crisis climática golpea el país, Indonesia ha padecido con frecuencia una oscilación entre sequía y fuertes lluvias, que se traducen en escasez de agua,  inundaciones, deslizamientos de tierra y las pérdidas de cosechas, en este país multiinsular densamente poblado, con 260 millones de habitantes.

En 2012, el gobierno introdujo el Programa Kampung Iklim, que literalmente significa Programa de Pueblos Climáticos, para concienciar a la población sobre el calentamiento global y ayudar a las personas afectadas a elaborar planes de adaptación y mitigación, desde la base comunitaria.

Según Wijaya, los líderes de Ngadirejo escucharon por primera vez la palabra «calentamiento global» y «ProKlim» durante un seminario organizado por la oficina local del Departamento de Medio Ambiente y Bosques en diciembre de 2015.

Al año siguiente, los líderes de la comunidad decidieron plantar hoyos de bioporos (huecos o macroporos verticales realizados en los suelos) a lo largo de la red de drenaje de Ngadirejo y construir pozos de infiltración en toda la localidad, en un esfuerzo de adaptación y mitigación.

“Ahora tenemos unos 600 hoyos de bioporo, cada uno de los cuales mide un metro de profundidad y ocho centímetros de ancho, y 50 pozos de infiltración de un metro de profundidad y tres metros de ancho cada uno”, dijo Wijaya, que dirige la campaña ProKlim en Ngadirejo.

Gracias a estos nuevos accesos al recurso hídrico, “muchos residentes que ya tenían acceso al agua corriente ahora recogen agua subterránea para sus necesidades diarias”, añadió.

Hasta 2016, solo entre 10 % y 15 % de los habitantes de Ngadirejo tenían acceso al agua corriente, y el resto dependía únicamente de los pozos artesianos. Según datos oficiales de 2020, el pueblo cuenta con unas 3000 familias, que engloban un total de 10 000 habitantes.

Además de recoger el agua de lluvia, los habitantes de Ngadirejo han convertido sus residuos orgánicos en abono y lo venden a empresas privadas. También plantan hortalizas en sus patios traseros y en terrenos sin utilizar, como parte de la actividad agrícola en el casco urbano de la comunidad.

También utilizan bombillas LED y sensores automáticos para encender o apagar las luces cuando es necesario y han plantado árboles con el lema «una casa, un gran árbol».

“Además, hemos designado una parte de nuestro pueblo como destino turístico y centro de formación donde explicamos nuestras acciones ProKlim a los visitantes o impartimos formación sobre cómo hacer los hoyos de bioporos, pozos de infiltración, fertilizantes o cualquier cosa relacionada con las acciones de adaptación y mitigación”, dijo Wijaya.

Los residentes de Ngadirejo, un pueblo de Indonesia, venden sus desechos orgánicos e inorgánicos a un banco de residuos del municipio de Sukoharjo, en la provincia de Java Central. Foto: Cortesía de Serono Arief Wijaya / ProKlim Ngadirejo
Los residentes de Ngadirejo, un pueblo de Indonesia, venden sus desechos orgánicos e inorgánicos a un banco de residuos del municipio de Sukoharjo, en la provincia de Java Central. Foto: Cortesía de Serono Arief Wijaya / ProKlim Ngadirejo

Hardi Buhairat, un residente de 50 años de Poleonro, en la regencia (municipio) de Bone, en la provincia de Sulawesi del Sur, a tres horas de vuelo al este de Yakarta, expresó a IPS un sentimiento similar al hablar del programa ProKlim, que también se desarrolla en su pueblo.

“ProKlim ha devuelto la vida al río Lita y estamos muy contentos por ello. El río es nuestra única fuente de agua para el consumo doméstico y la agricultura, pero hubo momentos en que ya no podía regar nuestros campos. Su caudal ha vuelto y es estable durante todo el año”, dijo Buhairat, que es el jefe del programa ProKlim de Poleonro.

La aldea comenzó a implementar las soluciones de ProKlim en 2015, iniciándolas con una serie de reuniones con los residentes donde se discutió el cambio climático y las acciones que los miembros de la comunidad podrían adoptar para evitar sus impactos adversos.

“Lo primero que hicimos fue promulgar una ordenanza en la que se prohibía a los habitantes cortar árboles y recoger madera en la ribera del río Lita y sus alrededores. Poco después plantamos miles de árboles en las zonas deforestadas que rodean el manantial fluvial”, dijo Buhairat, que también es el jefe comunitario de Poleonro.

Los dirigentes del pueblo de Poleonro también promulgaron otras dos ordenanzas: una de ellas prohíbe a los residentes quemar los residuos de paja del arroz y los terrenos de las granjas después de cada cosecha.

La segunda obliga a los residentes a reponer cualquier árbol que talen en los bosques nativos de la zona. “Para asegurarnos de que cumplen la norma, inspeccionamos el bosque de cada poblador con regularidad”, dijo Buhairat.

Un estudio de 2019, bajo el título de “Contaminación y métricas de salud: Informe sobre el análisis global, regional y nacional”, de la Alianza Global para la Salud y contra la Contaminación (GAHP, en inglés),  clasifica a Indonesia como el cuarto país del mundo en términos de muertes anuales prematuras relacionadas con la contaminación, detrás de India, China y Nigeria.

Los residentes de Poleonro también plantaron hoyos de bioporos para almacenar el agua de lluvia en el subsuelo, construyeron pozos para filtrar las aguas residuales domésticas antes de que lleguen al río y trataron los residuos, convirtiendo los desechos orgánicos en compost.

“Desde 2015, animamos a los residentes a tener retretes interiores. Nos alegramos de que todos los hogares tengan ahora sus propias instalaciones sanitarias en el interior”, dijo Buhairat.

El jefe local detalló que como parte del programa, los habitantes de Poleonro también han comenzado a diversificar sus cultivos, para mejorar su seguridad alimentaria.

“Nuestros agricultores plantaron arroz rojo orgánico por primera vez en 2018. Ahora estamos buscando compradores antes de pasar a una producción a gran escala. Queremos que el arroz rojo orgánico sea nuestra especialidad”, explicó sobre una de las iniciativas productivas del pueblo.

Desde el lanzamiento de ProKlim en 2012, más de 2700 pueblos y aldeas de 33 provincias se han registrado como pueblos climáticos, según Sri Tantri Arundhati, director de Adaptación al Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y Silvicultura de Indonesia.

En 2020, seis de esas aldeas, entre ellas Ngadirejo y Poleonro, recibieron del Ministerio el Trofeo ProKlim Lestari, el máximo galardón por la ejecución del programa.

Arundhati detalló a IPS que el gobierno pretende establecer 20 000 pueblos climáticos en 2024, que constituyen aproximadamente 25 % de las 83 000 aldeas del país.

“Cooperaremos con otras partes interesadas, incluidas las organizaciones no gubernamentales y el sector privado, y mejoraremos la coordinación con los gobiernos locales y los departamentos relacionados. También trabajaremos para mejorar la capacidad de los gobiernos locales y de la población de base de las comunidades”, afirmó.

El director de Adaptación al Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente explicó que su despacho también ha pedido a los pueblos climáticos que participan en ProKlim a que promuevan el programa entre otras comunidades y las ayuden a diseñar sus propios planes de adaptación y mitigación.

Wijaya, de Ngadirejo, confirmó que esta es una de las directrices que han recibido dentro del programa: ayudar a otras comunidades a implementar el ProKlim.

“Ahora estamos ayudando a 44 pueblos y aldeas de Java Central en las que explicamos el calentamiento global y ayudamos a los residentes a identificar las acciones de adaptación y mitigación que podrían lefectuar para hacer frente a los problemas relacionados con el cambio climático en su comunidad”, dijo Wijaya.

Por su parte en Poneonro, contó Buhairat, están guiando a 15 comunidades de Sulawesi del Sur para que se conviertan en pueblos climáticos.

Rizaldi Boer, del público Instituto de Agricultura de Bogor (IPB, en inglés), consideró a IPS que ProKlim podría ayudar al gobierno a alcanzar las metas de su contribución determinada a nivel nacional (NDC, en inglés), a las que se comprometió dentro del Acuerdo de París sobre el cambio climático.

“El programa puede ayudar mucho a hacer frente al cambio climático, ya que fomenta la participación activa de la población a nivel de base”, dijo Boer, que también es director del Centro de Gestión de Riesgos y Oportunidades Climáticas en el Sudeste Asiático y el Pacífico.

Pero para que ello sea así, subrayó, “el gobierno debe establecer un mecanismo para un informe estandarizado sobre las acciones de ProKlim, en particular sobre cómo calcular su contribución a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”.

En el marco del NDC del país, Indonesia se ha comprometido que para 2030 reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero en 29 por ciento con sus propias iniciativas y en 41 por ciento si recibe asistencia financiera y técnica internacional.

Boer también elogió el ambicioso objetivo del gobierno de establecer 20 000 pueblos climáticos para 2024.

“Es un objetivo ambicioso, pero no irrealizable. Sin embargo, requiere la participación de los gobiernos a todos los niveles y de todas las partes interesadas, incluidas las organizaciones no gubernamentales y el sector privado”, concluyó.

T: MF / ED: EG

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