Los aprendizajes que dejó a la sociedad cubana la pandemia

Una estudiante de ciencias médicas realiza la pesquisa como parte de las medidas implementadas para la prevención de la propagación de la covid-19, en el municipio 10 de octubre, en La Habana. Una de las fortalezas de Cuba para lidiar con la pandemia ha sido contar el sistema de salud público y gratuito y un personal sanitario capacitado en situaciones de desastres. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

El personal sanitario y científico, así como las tareas de cuidado y redes de apoyo han resultado esenciales para la sociedad cubana el último año, cuando debió construir resiliencia ante los múltiples impactos de la covid-19.  

“La pandemia nos deja múltiples lecciones en el sentido organizativo, político y de formación de capacidades para el cambio. La primera es la unidad, la necesidad de tejer redes de apoyo en función de los objetivos”, argumentó a IPS la socióloga Rosa Campoalegre.

La segunda lección, agregó la investigadora del estatal Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), con sede en La Habana, “es unirnos desde abajo, desde los barrios, que es donde se gana la batalla de la solidaridad contra la pandemia, la principal arma cubana”.

Desde que el 11 de marzo se reportaron los primeros tres casos de contagios con el virus del SARS Cov-2, causante de la covid, personas y emprendimientos autónomos confeccionaron mascarillas y las donaron a vecinos y ciudadanos en estado de vulnerabilidad, acciones visibilizadas en ocasiones a través de las redes sociales.[pullquote]3[/pullquote]

Sobresalieron iniciativas solidarias como la entrega de módulos con alimentos,  medicinas y artículos de aseo a personas con discapacidad, adultas y adultos mayores, así como a personas trans, entre los segmentos más vulnerables a los impactos de la enfermedad.

En varias de las 15 provincias de este país insular caribeño se extendieron proyectos de capacitación de buenas prácticas para el cuidado y acompañamiento, ante el necesario distanciamiento físico.

“La virtualidad ha sido un camino expedito para ser más solidarios. Aprendimos que el espacio en línea pueden ser un arma de amor y de luchas con una ética y una manera de enfocar el mundo”, significó Campoalegre.

Esta investigadora lideró junto a profesionales del Grupo de Estudios sobre la Familia del CIPS, en colaboración con otras entidades, el proyecto de teleasistencia Acompáñame que involucró a un centenar de personas entre 61 y 79 años que vivían o permanecían la mayor parte del tiempo solas en sus hogares.

El proyecto para compartir diálogos y afectos a través del teléfono y redes sociales ante la falta de interacciones, se efectuó en el municipio de Plaza de la Revolución, uno de los 15 que conforman la capital cubana, y que con el 28,3 por ciento de su población mayor de 60 años clasifica como el más envejecido de la isla.

A juicio de Campoalegre, con el coronavirus “aprendimos a ser más fuertes y autocuidarnos, como primer elemento para cuidar a los demás; además de reenfocarnos al interior de las familias y priorizar las estrategias familiares para afrontar la crisis”.

En ello coincide la médica Sahily Ramírez, residente en la ciudad de Holguín, a 685 kilómetros al este de La Habana, a quien la pandemia sorprendió en Venezuela como integrante de la misión médica cubana en esa nación.

Mujeres confeccionan mascarillas para la protección ante la covid-19 en un taller de costura ubicado en el barrio del Vedado, en La Habana. Se trató de una de las primeras acciones solidarias efectuadas en Cuba ante la pandemia, acompañada de entrega de módulos con alimentos, medicinas y artículos de aseo a personas en condición de vulnerabilidad social. Foto: Jorge Luis Baños/IPS
Mujeres confeccionan mascarillas para la protección ante la covid-19 en un taller de costura ubicado en el barrio del Vedado, en La Habana. Se trató de una de las primeras acciones solidarias efectuadas en Cuba ante la pandemia, acompañada de entrega de módulos con alimentos, medicinas y artículos de aseo a personas en condición de vulnerabilidad social. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

“Estuve en tres ocasiones en la ‘línea roja’, atendiendo directamente a pacientes positivos de covid o sospechosos. Aunque tuve miedo de contagiarme, siempre mantuve la mente positiva y dando lo mejor en el cuidado”, contó Ramírez a IPS en diálogo electrónico.

Tras regresar en octubre, “me reencontré con mi hija de seis años, a la guarda de mis padres y mi abuela materna, hipertensos y mayores de 60 años. Ahora trabajo en uno de los centros de aislamiento para personas con covid-19” en esa urbe, indicó la especialista de primer grado en Medicina General Integral.

“Siento que la pandemia me ha retado en lo profesional y personal. Al llegar a mi casa velo por la desinfección antes de abrazar a mi hija, a la que apoyo en las teleclases, con quien juego a falta de hermanos, y a quien doy apoyo psicológico al igual que a mi familia”, abundó Ramírez.

Para Campoalegre urge “avanzar hacia un sistema nacional integrado de cuidados, que articule tanto al sector público como al privado”, pues si algo importante confirmamos “es que somos interdependientes y todos necesitamos de los cuidados, como un derecho universal”.

Aunque sin cifras oficiales, expertos reconocen que la crisis originada por la pandemia ha tenido un mayor costo para las mujeres, pues sobre ellas recae el peso de las tareas domésticas y de cuidados dada la persistencia del orden patriarcal que configura la división sexual del trabajo.

No obstante, como nación que alcanzó la paridad científica reconocida por organismos internacionales, las cubanas destacan dentro de los esfuerzos de investigación y atención sanitaria contra la pandemia.

Datos oficiales señalan que alrededor de 70 por ciento de los principales proyectos científicos y ensayos clínicos vinculados a frenar el SARS-CoV-2 en la isla tienen como investigadora principal a una mujer.

Adultos mayores, todos con mascarillas protectoras, aguardan en el exterior de una farmacia para la compra de medicamentos en medio de las restricciones impuestas para contener la expansión de la covid-19, en el municipio de Centro Habana, en la capital cubana. Iniciativas de acompañamiento a distancia buscan aportar apoyo psicosocial a segmentos de la envejecida población cubana. Foto: Jorge Luis Baños/IPS
Adultos mayores, todos con mascarillas protectoras, aguardan en el exterior de una farmacia para la compra de medicamentos en medio de las restricciones impuestas para contener la expansión de la covid-19, en el municipio de Centro Habana, en la capital cubana. Iniciativas de acompañamiento a distancia buscan aportar apoyo psicosocial a segmentos de la envejecida población cubana. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Sistema de salud, ayuda

Especialistas preguntados por IPS consideraron que en el caso de Cuba, otra fortaleza contra el coronavirus ha sido el sistema de salud público y gratuito y un personal sanitario capacitado en situaciones de desastres.

Con unos 100 000 profesionales de la medicina y otros 85 000 de la enfermería, muchos de los cuales han colaborado en países contra desastres naturales y epidemias como la del ébola en África en 2014-2015, la isla sobresale entre las naciones del hemisferio con menos muertes por el coronavirus, con 357 fallecidos y 58 379 contagios hasta este miércoles 10.

Por otra parte, la industria biofarmacéutica nacional desarrolló cinco prospectos de vacuna contra la covid-19, hecho inédito en América Latina y el Caribe.

Uno de los antígenos, Soberana 02, inició el 8 de marzo la tercera y última fase de ensayos clínicos en 44 000 voluntarias y voluntarios de ocho municipios habaneros.

En caso de demostrar su seguridad y eficacia, dicho candidato junto a los otros cuatro que transitan por diferentes fases de estudios, permitirían inmunizar a la totalidad de la población cubana antes de concluir el año, han dicho autoridades sanitarias.

Sin embargo, la construcción de resiliencia ante el impacto de la covid-19 implicó cargas adicionales para la ciudadanía como enfrentar el desabastecimiento de alimentos y medicinas y otros problemas económicos responsables de la caída de 11 por ciento del producto interno bruto el año pasado.[related_articles]

El reforzado embargo estadounidense mediante sanciones de la administración del expresidente Donald Trump (2017-2021), entre ellas las limitaciones en el envío de remesas, buscó cortar las principales fuentes de financiamiento del gobierno, pero afectó directamente a familias y negocios privados, reconocen expertos.

Pese a determinadas garantías salariales, la suspensión de labores o reducción de jornadas de trabajo supusieron un impacto negativo en hogares cubanos, muchos dependientes del mercado informal para obtener ingresos.

Del las 600 000 personas en el sector privado alrededor de 250 000 congelaron de manera temporal sus licencias, ante la interrupción de cadenas de suministros y caídas en las ventas, reflejan estadísticas.

Por su parte, el Anuario Estadístico 2019 mostró que por cada 100 personas en edad laboral, solo 65 estaban ocupadas o buscando empleo, en un país con 7,1 millones de ciudadanos aptos para trabajar.

Para el escenario pospandemia está por medirse el impacto del reordenamiento de la economía iniciado el primero de enero, acompañado de la eliminación de la doble moneda y varios subsidios, devaluación del peso, así como un incremento en precios, salarios y pensiones.

ED: EG

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