Tras 10 años sin un fenómeno de La Niña intenso, el evento climático, unido a la pandemia, podrían debilitar el sistema de producción de alimentos en Colombia. Mientras las organizaciones multilaterales y el gobierno colombiano intentan implementar medidas para lidiar con la malnutrición, la población vive sobrepasada por un año marcado por la enfermedad, el desempleo y la pobreza.
Los niveles de malnutrición en Colombia han aumentado de manera drástica desde que la pandemia llegó al país en marzo. La covid-19 ha dejado más de 37 000 muertes a sus espaldas y un aumento de 6,4 % de desempleo en octubre comparado con el mismo mes en 2019. Este porcentaje no incluye a los trabajadores informales, que forman 47 % de la población, según el Departamento Administración Nacional de Estadística (Dane).
“(La crisis socioeconómica) es coherente con el aumento de pobreza mostrado por las últimas figuras oficiales: 35,7 % de los hogares colombianos vivían en pobreza en 2019, alrededor de 660 000 más que en 2018,” cuenta Lorena Peña, coordinadora de comunicación para el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Colombia, repasando los números previos a la pandemia.
Esas cifras, añade desde Bogotá a IPS, podrían aumentar en los próximos meses con La Niña, especialmente en La Guajira, el Norte de Santander y Bolívar. El Instituto Meteorológico de Colombia (Ideam) prevé que el fenómeno dure hasta mayo de 2021.
Según la Organización Meteorológica Mundial, La Niña consiste en un enfriamiento de las temperaturas en la superficie oceánica que genera vientos y lluvias en la zona ecuatorial del océano Pacífico. Entre 2020 y 2021, se estima que el fenómeno climático será moderado o fuerte, como en el periodo entre 2010 y 2011. En aquella ocasión, La Niña se llevó más de 300 vidas y dejó un número similar de heridos.
Este año, el fenómeno podría provocar derrumbes, inundaciones, enfermedades y plagas, dicen desde Jorge Mahecha, coordinador de comunicación, y Martina Salvo, responsable de la resiliencia de la agricultura frente al clima, en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Colombia, en diálogo desde Bogotá.
Un paso atrás para los logros nutricionales de Colombia
En los últimos cinco años, Colombia ha logrado establecerse como el país de renta media líder en temas de agricultura sostenible y nutrición, según el Índice de Sostenibilidad Alimentaria, desarrollado por el italiano Centro para la Alimentación y la Nutrición de Barilla y la Unidad de Inteligencia de The Economist, la publicación británica.
En el ranking, Colombia obtuvo los mejores resultados con respecto a 23 países en el uso de tierra, aire y agua; se coronó como el segundo país de renta media que mejor abordaba problemas nutricionales como la desnutrición; y se colocaba por encima de sus pares, como México, en índices de nutrición alimentaria.
Hasta ahora. La pandemia ha supuesto un retroceso para Colombia. Incluso antes de la llegada de La Niña, el PMA calculaba que 52,6 % de la población tenía dificultades para acceder a alimentos, “de los cuales (se estimaba que) al menos 3,5 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria severa», explica Peña del PMA.
Añade que esa inseguridad es más común en los departamentos de Arauca, La Guajira, Norte de Santander y Bolívar.
Ahora que La Niña está llegando a Colombia, las condiciones podrían empeorar, dependiendo de la intensidad del fenómeno.
“El fenómeno de La Niña suele ir asociado a fuertes lluvias en Colombia pero esto no necesariamente daña a los cultivos”, dice Carmen González Romero, directora en Colombia del programa Adaptando la Agricultura al Clima de Hoy para el Mañana, conocido como ACToday (Actúa Hoy). El Instituto de Investigación Internacional, asociado al Instituto de la Tierra de la estadounidense Universidad de Columbia, lidera el proyecto.
“Si la intensidad de la lluvia es suficientemente alta, sí, podría destruirlos”, añade.
Todo el sistema alimentario colombiano sufriría las consecuencias. “Por un lado, las lluvias torrenciales podrían acabar con los cultivos de los agricultores de subsistencia. Esto no solo limitaría su acceso a alimentos en el presente, sino también en el futuro cercano ya que restringiría sus reservas de grano”, explica González Romero.
“Por otro lado, los grandes productores, asociados a un gremio y con mayor capacidad tecnológica, también podrían sufrir pérdidas. Esto generaría un círculo vicioso ya que los jornaleros que trabajan para estos productores perderían sus empleos y salarios. Además, las lluvias torrenciales podrían dañar la infraestructura civil, dificultando el acceso a los mercados, que son esenciales para la seguridad alimentaria del país”, añade.
La FAO predice que los cultivos más impactados por las lluvias serían los cultivos “de ‘pancoger (los que satisfacen las necesidades alimenticias de una población)’, como plátano, maíz, yuca y frijol”. Otros cultivos que exporta Colombia, como el cacao y el café, también podrían salir dañados por La Niña, añaden Mahecha y Salvo de la FAO.
Los agricultores y las instituciones se preparan para La Niña
El gobierno colombiano, sus instituciones meteorológicas y los agricultores pronto tendrán que lidiar con las consecuencias de La Niña.
A la pregunta de cómo podrían prepararse estos últimos para hacer frente a las cambiantes condiciones meteorológicas, González Romero responde: “Los agricultores necesitan acceso a servicios climáticos para optimizar la gestión de sus cultivos”. Los recursos económicos y el tiempo de preparación también influye en la capacidad de preparación, añade.
Además, hay instrumentos financieros para la transferencia de riesgo meteorológico, como seguros indexados que podrían paliar el daño causado por inundaciones o sequías. “Estas herramientas existen, pero no son comunes en Colombia o en el resto de Sudamérica», explica González Romero.
A nivel institucional, los gobiernos podrían crear sistemas financieros basados en pronósticos meteorológicos que desencadenaran transferencias monetarias a los trabajadores en cuanto una inundación o sequía dañe el cultivo, señala González Romero.
Las organizaciones multilaterales también se están preparando para La Niña, mientras tratan de aliviar las consecuencias de la pandemia. Por su parte, la FAO dice que se han de priorizar los sistemas de suministro de comida para evitar la malnutrición. Algunas carreteras no se pueden usar, explica Peña, por lo que se retrasó en octubre el transporte de comida a la Alta Guajira, en el noreste colombiano.
La FAO añade que La Niña afectará a los sectores de la población más vulnerable, que también son los que más han sufrido la pandemia.
Para frenar los efectos adversos de La Niña, el PMA está movilizando “transferencias de dinero donde sea posible y también planea aportaciones en especie donde los mercados no funcionen”, dice la institución. Trabajarán en los departamentos Arauca, Bolívar, Chocó, La Guajira y Norte de Santander, donde prevalece la inseguridad alimentaria.
Por su lado, el Fondo de las Naciones para la Infancia (Unicef) está preparada para dar suplementos nutricionales a niños menores a cinco años donde el PMA dé soporte alimenticio.
Pese a todo, es difícil predecir las consecuencias del evento meteorológico hasta que llegue. “Aún tenemos que ver qué trae La Niña”, concluye González Romero, recomendando cautela.
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