El mes de octubre de 2020 será recordado como uno de los momentos más importantes en la creación de conciencia sobre la seguridad alimentaria mundial, ya sea en el debate global como en la búsqueda de posibles soluciones concretas.
El 9 de octubre se concedió el Premio Nobel de la Paz 2020 al Programa Mundial de Alimentos (PMA), y pocos días después, el 16 de octubre, durante la Día Mundial de la Alimentación de la FAO, algunas destacadas personalidades mundiales, entre el ellas el papa Francisco llamaron a buscar soluciones de fondo y sostenibles al problemas del hambre.
Mientras, en paralelo, destacados expertos dieron a conocer una serie de estudios que nos indican caminos para transitar hacia la resolución de este tema fundamental para el futuro de la humanidad.
El director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura), Qu Dongyu, reconoció que estos pronunciamientos hacen que “la mirada de la comunidad internacional se dirija a millones de personas que sufren seguridad alimentaria o corren el riesgo de sufrirla”.
Para Qu, lo que se necesita ahora es “una acción inteligente y sistemática” que provea “alimentos a quienes lo necesitan y mejoren lo que ya disponen de ellos”, tomando medidas para “prevenir que los cultivos se pudran en los campos por falta de suministros eficientes”, potenciando el uso “de herramientas digitales e inteligencia artificial, con el fin de predecir los peligros para la producción, activar automáticamente los seguros de cosecha y reducir el riesgo climático”.
Además, actuando para “salvar la biodiversidad de la erosión incesante” para convertir “las ciudades en las granjas del mañana” y que los gobiernos ejecuten políticas para que las dietas saludables sean más accesibles.
David Beasley, director ejecutivo del PMA, reflexionando sobre la adjudicación a su organización del Premio Nobel 2020, subrayó que esa decisión “ha centrado la atención mundial en los que pasan hambre y en las consecuencias de los conflictos”.
Mientras, añadió, “el choque climático y las presiones económicas han agravado más la situación”, y actualmente “la pandemia global y su impacto en economías y comunidades está empujando a millones de personas al borde de la inanición”.
Según un reciente informe de la FAO, 690 millones de personas (alrededor del 8,9 por ciento de la población mundial) sufren hambre y los efectos de la covid-19 pueden aumentar dicha cifra en 130 millones de personas antes de fines de 2020.
El papa Francisco, recordó que “no basta producir alimentos, sino que también es importante garantizar que los sistemas alimentarios sean sostenibles y proporcione dietas saludables y asequibles para todos” buscando “soluciones innovadoras que puedan transformar la forma en que producimos los alimentos para el bienestar de nuestras comunidades y de nuestro planeta, fortaleciendo la capacidad de recuperación y la sostenibilidad a largo plazo”.
El pontífice católico calificó el hambre “no solo como una tragedia sino una vergüenza”, llamando a aplicar políticas y acciones concretas.
Sugirió que “una decisión valiente sería constituir con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, un fondo mundial para poder derrotar definitivamente el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres” y, de esta manera evitar, “muchas guerras y la emigración de tantos hermanos nuestros y sus familias que se ven obligados a abandonar sus hogares y países en busca de una vida más digna”.
Un grupo de reconocidas organizaciones internacionales y centros de estudio, entre ellos la propia FAO, hicieron un llamado en octubre a los países donantes a duplicar la inversión para erradicar el hambre para el 2030.
Ese es el año que la comunidad internacional en que en 2015 en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York fijó para eliminar el hambre y la pobreza, así como lograr otros grandes Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
Según el estudio, los donantes deben gastar en promedio, 14 000 millones de dólares adicionales al año de aquí al 2030, lo que equivale a duplicar el gasto actual para la seguridad alimentaria y la nutrición.
De acuerdo al economista Máximo Torero, de la FAO, “el mundo produce suficientes alimentos para todos, por lo que es inaceptable que 690 millones de personas estén subalimentadas, 2000 millones no tengan acceso regular a cantidades suficientes de alimentos inocuos y nutritivos, y 3000 millones no pueden permitirse una dieta saludable”.
Para el experto si se duplican las contribuciones de los países más ricos como se solicita, “con tecnología, innovación, educación, protección social y facilitación del comercio” se puede vencer el hambre en los plazos fijados por la comunidad internacional.
David Laborde, investigador del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), sostuvo que además de la contribución de los países donantes, los países más pobres deben aumentar el gasto de sus propios presupuestos para alcanzar los ODS “y duplicar los ingresos de 545 millones de agricultores en pequeña escala y limitar las emisiones agrícolas de conformidad con el Acuerdo de París sobre el clima”.
Con el objetivo de avanzar en esas reflexiones que permitan soluciones más concretas, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, propuso la realización de una Cumbre sobre los sistemas alimentarios, cuya reunión preparatoria se realizará en Roma antes del verano boreal de 2021, y cita conclusiva de Jefes de Estado y de Gobierno o sus altos representantes tendrá lugar en septiembre del próximo año en Nueva York.
Para la reina Letizia de España, es necesario repensar “los actuales modelos de producción alimentaria desde la perspectiva de la sostenibilidad social, económica y ambiental”.
También es para ella una “prioridad de la salud pública vinculada además a la degradación del medio ambiente en su sentido más amplio, a la pérdida de diversidad agrobiologica, al desperdicio alimentario y al deber de asegurar medios de vida dignos a los trabajadores de la cadena alimentaria”, recordando las tendencias de crecimiento de las cifras de desnutrición, de carencia de micronutrientes, de sobrepeso y obesidad.
En la búsqueda de caminos para construir sinergias entre los países, a fin de afrontar los efectos de la covid-19 en la seguridad alimentaria y sus posibles soluciones futuras, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, recordó la iniciativa que su país presentó a la FAO.
Se trata de una propuesta destinada a crear una coalición de naciones sobre la alimentación, a la que ya se han sumado cerca de 40 países de todas las regiones, para intercambiar experiencias de lo que está aconteciendo, identificar donde están las zonas de mayor riesgo, explorar cuales serían los mejores caminos para afrontar dichos efectos y preparar la fase poscovid en este sector.
“Una alimentación adecuada y equilibrada debe estar al alcance de cada uno, junto a la antigua conexión con la cultura, la tradición y la tierra” combatiendo “la odiosa acción del desperdicio de alimentos”, llamando a la comunidad internacional que asuma la protección “de los bienes preciosos que la tierra nos ofrece” para salvaguardarlo “para las futuras generaciones”.
RV: EG