Nuevos emprendimientos en Cuba reutilizan materiales de desecho como madera y plástico para elaborar artículos utilitarios, una apuesta por el reciclaje en un país que podría tener en esta actividad, aún en ciernes, una importante fuente de recursos de manera sostenible.
“Existe un potencial tremendo en el reciclaje. A la madera, uno de los productos con mayor durabilidad, se le puede dar una nueva vida, transformándola, lo cual resulta una victoria para el cuidado del medio ambiente”, explicó a IPS la emprendedora Shallya Sánchez.
Con 27 años, Sánchez es la lideresa y fundadora de EcoDeco Taller, una empresa de decoración ecológica nacida en septiembre de 2019 en el barrio de Palatino, en el municipio de Cerro, uno de los 15 que componen La Habana.
La iniciativa se especializa en el diseño, fabricación, venta y alquiler de muebles confeccionados fundamentalmente con pallets de madera y otros materiales reciclados, en función de las necesidades particulares de quienes solicitan sus servicios.
“Al utilizar este tipo de materiales garantizamos bajos costes de las materias primas, lo que amplía su accesibilidad. Contribuye asimismo a una disminución del uso indiscriminado de maderas preciosas y, al unísono, fomentamos una cultura de reciclaje en cada venta”, argumentó la joven, quien hizo la carrera de Ciencias de la Información.
Cuba presta especial atención a la protección de sus áreas forestales y como parte de políticas conservacionistas, exhibe un 31,7 por ciento de su territorio insular cubierto por bosques, según datos oficiales.
Para responder a las crecientes demandas de la economía, el país estaría obligado a importar mayores volúmenes de madera.
El Anuario Estadístico Cuba 2019 muestra que la producción y fabricación de productos con esta materia prima alcanzó el año pasado 34,1 por ciento de lo manufacturado en 1989.
La industria nacional produjo apenas 113 000 metros cúbicos de madera aserrada y poco más de 2300 metros cúbicos de tablas de madera artificial, muy por debajo de los indicadores de años anteriores.
En la última década, las autoridades cubanas han mostrado voluntad por incentivar la reutilización de materiales, mientras exhortan a potenciar la industria nacional y sustituir importaciones.
En diciembre de 2012, el Consejo de Ministros aprobó la Política para Incrementar el Reciclaje de Materias Primas, la cual proyecta la importación de tecnologías para seleccionar y clasificar desechos, estimular la inversión extranjera e impulsar programas educativos que promuevan una gestión eficiente, eficaz y sostenible del reciclaje, entre otros aspectos.
Asimismo, el programa de reformas económicas aprobado en 2011 y actualizado en 2016, conocido como Lineamientos, exhorta a intensificar el reciclaje, aumentar el valor agregado de los productos recuperados y aprovechar más el potencial de los residuos sólidos urbanos.
En febrero, durante el balance anual del Ministerio de Industrias, trascendió que queda pendiente actualizar una Ley para el Reciclaje y su reglamento, elaborada de conjunto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y con la “estrategia para el tratamiento diferenciado a los desechos de alto impacto ambiental”.
Estimaciones indican que en este país insular caribeño de 11,2 millones de habitantes se generan anualmente dos millones de toneladas de desechos reciclables, incluidos los residuos sólidos urbanos.
Sin embargo, solo se recuperan 320 000 toneladas, equivalentes al 16 por ciento del total.
“Existe una gran diferencia entre reciclar porque no tienes otra opción y hacerlo porque lo crees correcto. A mí me gusta asumir el reciclaje desde esta segunda posición”, dijo a IPS la comunicadora Arlen Martínez, de 32 años, lideresa y fundadora de la tienda La Bombilla, en la barriada habanera de La Víbora, en el municipio Diez de Octubre.
Este emprendimiento especializado en el diseño y producción de muebles rústicos y otros insumos de pequeño formato para el hogar “brinda una segunda oportunidad a objetos que ya cumplieron su ciclo de vida útil”, indica en su descripción.
Tal filosofía, apuntó Martínez, “es una estética ampliamente difundida y disfrutada en otras partes del mundo y en Cuba cada vez más personas apuestan por llevar a sus hogares este tipo de productos…, que conservan la salud del planeta, la de nuestros bolsillos y la vitalidad de la industria nacional”.
No obstante, significó la emprendedora, “lo primero es educar, que las personas asuman el reciclaje como útil y necesario. Luego, hay que aprender a clasificar apropiadamente los desechos y crear las condiciones, desde los cestos diferenciados para coleccionarlos hasta las industrias especializadas en su procesamiento”.
Contexto internacional
Informes internacionales consideran los materiales reciclables como el séptimo recurso del planeta, detrás del agua, aire, carbón, petróleo, gas natural y los minerales.
La Organización de Naciones Unidas ha advertido que de las más de 400 millones de toneladas de plástico producidas en el mundo cada año, apenas un nueve por ciento se recicla.
Países como Suiza y Suecia, entre otros europeos, son punteros en el procesamiento de casi todos sus desechos sólidos de algunos de los cuales, como los restos de alimentos, obtienen fertilizantes y biogás.
Su eficiencia es tal que, de acuerdo con reportes de prensa, importan basura de otras naciones para abastecer plantas incineradoras que generan, además, vapor para la calefacción y electricidad de centenares de miles de hogares.
En contraste, América Latina y el Caribe permanece como una de las regiones menos comprometida con esta actividad, indicó a fines de 2018 un estudio del Banco Mundial.
Según la entidad, los países de la región solo reciclan un 4,5 por ciento de sus desechos, cifra muy por debajo del 13,5 por ciento de promedio mundial.[related_articles]
Desde 2014, el emprendimiento Ecomadera Cubana sobresale por la producción de madera plástica, elaborada a partir del procesamiento de distintos tipos de polímeros.
“En seis años hemos reciclado unas 1000 toneladas de basura, que significan haber dejado de talar 10 000 árboles y ahorrado al país unos dos millones de dólares por sustitución de importaciones”, ilustró a IPS vía electrónica el ingeniero Pavel Sánchez, coordinador del proyecto, desde la pequeña industria localizada en Caballete, en el municipio de Cabaiguán, a unos 330 kilómetros al este de La Habana.
La ecomadera cubana, el nombre comercial del producto, tiene como ventajas su liviandad y resistencia a cambios de temperatura, humedad, insectos y microorganismos, ideal para lugares a la intemperie y poco mantenimiento.
Convertida en tablas, columnas, vigas y viguetas facilita, por ejemplo, la construcción de pasarelas y puentes en las dunas y otros ornamentos muy demandados en sectores como el turismo.
Sus producciones están presentes en provincias como La Habana, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus y Santiago de Cuba.
Ecomadera Cubana inició procesando 14 toneladas anuales de desechos plásticos; en la actualidad gestiona unas 500 y para 2022 proyecta duplicar esa cantidad.
Para ello, el emprendimiento deberá acceder a tecnologías que abaraten los procesos haciéndolos más rentables y humanizándolos, pues el equipamiento para triturar y procesar los plásticos es artesanal, diseñado y construido por innovadores del propio proyecto.
“Cada una de nuestras acciones están alienadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, sobre todo con siete de los ODS vinculados a la dimensión ambiental del desarrollo”, apuntó Sánchez.
Acotó que igualmente trabajan al amparo de los ejes y sectores estratégicos del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social de Cuba hasta 2030.
ED: EG