Millones de venezolanos que emigraron a otros países de América Latina están en una situación vulnerable con la llegada de la pandemia covid-19, y necesitan apoyo para no enfermar y sobrevivir durante la emergencia, advirtieron este jueves 9 las agencias de la ONU para los refugiados y las migraciones.
“El bienestar y la seguridad de los venezolanos y sus comunidades de acogida están cada vez más en riesgo”, porque las capacidades de la región están saturadas, según el comunicado emitido por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (Acnur).
De Venezuela, oficialmente con 32,2 millones de habitantes, migraron 4 933 000 personas desde 2015 hasta el 5 de marzo de 2020, según el último reporte conjunto de Acnur y OIM.
La mayoría ha ido a países vecinos: 1 771 000 a Colombia, 861 000 a Perú, 371 000 a Chile, 366 000 a Ecuador, 253 000 a Brasil y 145 000 a Argentina.
En su gran mayoría, los venezolanos “no pueden cubrir necesidades básicas como refugio, comida y atención médica”, según la plataforma regional de coordinación entre agencias de la ONU que encara la pandemia.
Para quienes quedaron en tránsito o en áreas densamente pobladas, como los albergues, el distanciamiento social o acatar límites a las salidas en busca de recursos para la sobrevivencia, son “medidas prácticamente imposibles de implementar”, indicó el texto.
Con el cierre de fronteras en países suramericanos y caribeños, se advierte “un aumento de los movimientos irregulares” de personas a través de pasos fronterizos informales e ilegales, en los que los venezolanos resultan vulnerables “ante todo tipo de abusos y porque tienen serias consideraciones de salud”.
Para atender el movimiento migratorio regional, la plataforma inter-agencias de la ONU lanzó en noviembre de 2019 un plan de 1300 millones de dólares, que revisa para encarar la pandemia. De cualquier modo, solo ha recibido tres por ciento de los aportes que esperaba recaudar.
En las últimas semanas, varios miles de venezolanos, en procura de regresar a su país, han llegado al departamento Norte de Santander, en el noreste de Colombia, para cruzar esa frontera, formalmente cerrada, a través de un corredor humanitario.
En esa zona las agencias de la ONU contribuyen con la entrega de alimentos y paquetes de higiene para unas 7000 personas. Del lado venezolano se han improvisado áreas de “cuarentena” y se ordenó un toque de queda nocturno para contener durante 14 días a quienes retornan, antes de que prosigan su camino.
Por otra parte, las medidas de confinamiento ordenadas por los Estados impiden trabajar a muchos migrantes, ocupados en el sector informal de la economía.
“Dependen de ingresos que son muy mínimos, del sector informal, o tienen trabajos precarios y temporales y carecen de protección social, licencia por enfermedad remunerada, no tienen cobertura social”, comentó Daniela Rovina, de la OIM.
Además “ha aumentado el número de venezolanos que se han quedado sin hogar por los desahucios y cierre de albergues”, lo cual “impacta negativamente en la percepción pública de los migrantes y refugiados”, dijo Rovina.
Ese contexto “puede promover expresiones de rechazo y discriminación”, por lo que la plataforma de la ONU intenta “desarrollar mensajes de integración, de empatía y de tolerancia. El coronavirus no conoce de nacionalidades ni de países de origen, no discrimina a nadie, nos puede pasar a todos”, agregó.
En todo el mundo los trabajadores migrantes suman 160 millones y la OIM ha pedido que a todos se les trate “sobre la base de la igualdad, la dignidad y el respeto, con independencia de su género y situación migratoria”.
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