Comienza el juicio de la historia para Mugabe y su controversial legado

Robert Mugabe, fotografiado en una cumbre de jefes de Estado de la Comunidad de Desarrollo del África Meridional, en Malawi en 2013. Quién fuera el gobernante de Zibabwe por 37 años, hasta su destitución en 2017, murió el 6 de septiembre, en Singapur, a los 95 años. Crédito: Kervin Victor / IPS
Robert Mugabe, fotografiado en una cumbre de jefes de Estado de la Comunidad de Desarrollo del África Meridional, en Malawi en 2013. Quién fuera el gobernante de Zibabwe por 37 años, hasta su destitución en 2017, murió el 6 de septiembre, en Singapur, a los 95 años. Crédito: Kervin Victor / IPS

Con su muerte a los 95 años, desaparece una de las figuras más controversiales de África, Robert Mugabe, hasta 2017 el hombre fuerte de Zimbabwe, de quien primero fue libertador y luego dictador.

Cuando finalmente fue destituido en noviembre de hace dos años, tras 37 años en el poder, se había convertido en el gobernante más longevo del mundo, dejando tras de sí un país económicamente destruido y un legado que aún divide a la sociedad zimbabuense, tras su muerte en un hospital de Singapur el 6 de septiembre.

Se convirtió en héroe al liberar a Zimbabwe del brutal gobierno colonial en 1980, pero se atornilló después en el poder, usando como armas la violación de los derechos humanos y el fraude electoral, hasta ser destituido por tras un golpe de Estado por quien fuera primero su aliado y después su rival, Emerson Mnangagwa, que se confirmó como presidente en los comicios del año siguiente.

El que fue su vicepresidente hasta el mismo 2017, le rindió tributo tras su muerte, como líder icónico de la lucha por la liberación nacional.

«Un luchador panafricanista, el camarada Mugabe lega un rico e indeleble legado de adhesión tenaz a los principios sobre los derechos colectivos de África y los africanos en general y, en particular, los derechos del pueblo de Zimbabwe”, dijo Mnangagwa en su cuenta en Twitter.

Mugabe, primero como primer ministro y desde 1987 como presidente, supo afianzar su poder con un acuerdo de unidad nacional entre los principales partidos del novel país, que dejó su nombre colonial de Rodesia para convertirse en la República de Zimbabwe.

Coloso político para algunos

Muchos adjetivos, varios contradictorios entre sí, se ajustan a Mugabe y las distintas etapas como líder y como presidente: luchador por la liberación, diplomático, patriota, panafricanista, marxista, estratega, político astuto, manipulador y paranóico, erudito consumado y reconocido intelectual.

«No hay duda de que Robert Mugabe se mantendrá como un coloso en la historia de Zimbabwe», dijo David Coltart, exministro de Educación y activista de derechos humanos.

«Tiene un impacto notable en Zimbabwe, tanto positiva como negativamente, y su legado positivo es que luchó una amarga lucha con Joshua Nkomo para terminar con el gobierno de la minoría blanca que será su duradero legado”, añadió en una entrevista con IPS.

Coltart consideró que “el otro legado positivo es que amplió una educación de calidad para todos los zimbabuenses y se le debe dar crédito por eso”.

En contrapartida, hay un legado oscuro, reconoció su antiguo colaborador.

Citó dentro de esa herencia negativa, la continuación de la violencia con que se manejó el régimen de la minoría blanca de cuando el país era Rodesia, el irrespeto al estado de derecho y a las normas constitucionales, la creciente corrupción que se hizo cada vez más rampante y  la destrucción de la economía, que forzó cientos de miles de zimbabuenses a dejar el país.

«La historia dirá a fin de cuentas si su legado es más positivo que negativo», dijo Coltart, después de asegurar que «no hay duda de que fue venerado en Zimbabwe y venerado en toda África. De hecho, se podría argumentar que fue más popular en el resto de África que en Zimbabwe”.

De libertador a dictador

Elogiado como un constructor de la nación durante el proceso de independencia y asentamiento del nuevo país, cuando extendió la mano de la reconciliación, incluida la racial,  Mugabe no solo fue solo un libertador político.

También trató de liberar a este país del sur de África de la pobreza, promoviendo la inversión en educación, bienestar social, industrialización y seguridad alimentaria, con logros en este último tema que le hicieron merecedor de galardones internacionales.

Trágicamente, Zimbabwe está ahora muy lejos de ser el campeón de la seguridad alimentaria en parte como resultado de la desastrosa gestión de la reforma agraria impulsada por Mugabe en 2000, cuando el autoritarismo y la corrupción se entronizaban ya en su gobierno.

Mugabe, un orador talentoso y  de rápido ingenio, supo inicialmente convertir el derecho a la tenencia de la tierra en un sello distintivo de su gobierno, como antes lo había sido el autogobierno, hasta que la crisis de la producción agrícola se hizo inocultable.

David Moore, investigador y economista  de la Universidad de Johannesburgo, dijo a IPS que Mugabe manipuló a su favor las muy profundas facciones y divisiones, tanto en la sociedad zimbabuense como en el sistema político, comenzando desde la propia fundación 17 años antes de la independencia de su partido, la Unión Nacional Africana de Zimbabwe (Zanu-PF).

A su juicio, Mugabe tenía la habilidad de hacer que la gente hiciera su trabajo sucio y encontrar imprevisibles aliados cuando estaba en problemas. Citó como ejemplo las alianzas que hizo con los veteranos de la guerra en 1997, que lo empujaron a una reforma agraria “a la carrera y caótica”, que desencadenó el colapso económico del que el país aún no se recupera.

«No podemos olvidar al caso Gukurahundi donde destruyó un partido político y terminó con un genocidio…, así que quiero decir que cualquiera que diga que es un héroe realmente está perdiendo el foco», dijo Moore.

Gukurahundi es el nombre que recibió una campaña de terror, con una serie de masacres a lo largo de los años 80, realizada por el ejército y  que tuvo como víctimas a miles de civiles y miembros del opositor partido Unión Popular Africana de Zimbabwe (Zapu).

Moore consideró que la capacidad de manipular y exacerbar las facciones políticas, incluso dentro de su partido, ayudaron a Mugabe a mantenerse en el poder pese a la cada vez peor situación en la vida de la gente, a través de elecciones que local e internacionalmente se consideraron fraudulentas.

Para este especialista, Mugabe deja “un legado complicado y contradictorio”. Consideró que ahora, tras su muerte, podrá estudiarse como “este hombre tímido, casi paranoico, logró mantenerse tanto en el poder”, y analizó que en parte eso fue posible porque supo crear “una cultura de corrupción”.

Para sus críticos, el surgimiento en 1999 de un partido opositor con creciente popularidad, el MDC, liderado por el sindicalista Morgan Tsvangirai, desconcertó a Mugabe, que solo tuvo como respuesta la violencia cada vez más sistémica contra la disidencia, junto con el fraude en las elecciones de 2000, 2005 y 2008, que la oposición afirmó haber ganado claramente.

La violencia en forma de palizas, torturas, encarcelamientos arbitrarios, secuestros y desapariciones se convirtió en un emblema de la intolerancia de Mugabe con sus opositores, de la que no se salvaron miembros de la sociedad civil.

La activista de derechos humanos  Jenni Williams fue una de sus víctimas. Como coordinadora nacional de Women of Zimbabwe Arise (Mujeres de Zimbabwe se levantan-Woza), una organización promotora de “la lucha no violenta por los derechos socioeconómicos”, fue arrestada varias veces los últimos años del régimen de Mugabe.

«Desafortunadamente, Mugabe deja un legado de represión y persecución que eclipsa cualquier cosa buena que haya hecho», subrayó Williams a IPS.

«Me resulta difícil llorar a un hombre que me causó tanta persecución y sufrimiento personal. Bajo su mandato y sus órdenes, enfrenté arrestos arbitrarios, tratos inhumanos y degradantes y persecución constante por parte de la fiscalía”, dijo la activista.

Para la coordinadora de Woza, ella es solo una entre muchos otros “que sufrieron el caos de su gobierno y el odio” y que se tradujo en “asesinatos en masa”.

Williams alertó que el sistema dictatorial alimentado por Mugabe todavía se mantiene intocado en Zimbabwe y que no se puede impulsar un verdadero desarrollo y recuperación económica sin profundas reformas en todos los niveles, para avanzar hacia la democratización de este país de 16,5 millones de habitantes.

Con la muerte de Mugabe, se cierra un capítulo de la figura de la independencia de país, pero queda mucho todavía por conocer e investigar sobre su fortuna y sobre la corrupción, mientras que Zimbabwe sigue postrada a consecuencia de sus políticas y la pobreza se mantiene en niveles crueles.

No solo de comida tiene escasez  Zimbabwe en estos días. Muchas otras cosas, como la falta de atención médica y de educación, quedan como parte de los años en que para Mugabe lo único que importaba era asegurarse el control del poder, hasta el punto de preparar que su esposa fuese su sucesora, un movimiento que desencadenó el golpe en su contra.

T: MF

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