La ONU, que encarna los principios fundamentales del multilateralismo desde su creación en 1945, es sistemáticamente objeto de los alardes imperialistas del gobierno de Donald Trump.
Estados Unidos ya saboteó en 2015 el pacto nuclear multilateral con Irán, se retiró del acuerdo sobre cambio climático firmado ese año en París, se negó a participar en el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular de 2018, abandonó el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, desestimó la relevancia de la Organización Mundial del Comercio (OMC), revocó el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio firmado en 1987 con Rusia, y se retiró tanto del Consejo de Derechos Humanos como de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Todo esto fue apenas el comienzo. Tal vez haya más medidas de este tipo que esperar para los próximos dos años de la impredecible presidencia de Trump.
Mientras continúa socavando los tratados internacionales y las entidades que los representan, el gobierno de Trump también ha arremetido contra la Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya y de la que nunca fue miembro, amenazando a sus jueces con sanciones si investigan crímenes de guerra cometidos por las fuerzas estadounidenses en Afganistán o por las israelíes en Palestina.
La amenaza contra la CPI fue reafirmada en septiembre por parte del consejero de Seguridad Nacional John Bolton, exembajador de Estados Unidos ante la ONU, otrora célebre por decir que si se rebanaran 10 pisos del edificio del foro mundial (que tiene 38) no se notaría la diferencia.
Lo trágico de todo esto es que varios países con gobiernos de derecha, como Brasil, Filipinas, Hungría y Polonia, siguen los pasos de Estados Unidos. En tanto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advierte que el multilateralismo es atacado precisamente cuando más se lo necesita.
Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy, con sede en Washington, dijo a IPS que, en la situación actual, la ONU está ampliamente a merced de sus estados miembro más poderosos.
Setenta años después de adoptarse la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sus principios suelen ser violados por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia), así como por los gobiernos de muchos otros países, sostuvo Solomon.
“Es duro ver cómo la ONU puede avanzar efectivamente en la promoción de los ideales de la Declaración Universal en el mundo real sin desafiar a las naciones que dominan al foro mundial”, agregó.
Los estados de la ONU cuyas manos están más limpias que las de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad a menudo parecen intimidados por los gobiernos más poderosos, señaló Solomon.
Lo único que se puede esperar es que individuos, organizaciones y naciones se pronuncien honestamente sobre la cuestión del poder, así como fundar coaliciones internacionales para la defensa de los derechos humanos, la democracia, la protección ambiental y la paz, opinó.
En un discurso ante delegados del foro en diciembre, Guterres lamentó el avance del unilateralismo en detrimento del multilateralismo.
También urgió a los líderes mundiales a renovar su compromiso con un orden de derecho pautado por los principios de la ONU en pro del “bien común” y a fin de “reconstruir la confianza”.
Stephen Zunes, profesor de Política en la Universidad de San Francisco, dijo a IPS que el ultranacionalismo del gobierno de Trump y su rechazo a los principios legales internacionales, así como a las iniciativas multilaterales, perjudican a la ONU y a la comunidad internacional en varios planos.
Una de las consecuencias es que a Estados Unidos ya no lo toman tan en serio como antes. Aunque influyó positivamente en varias áreas de la ONU, en otras debilitó principios básicos del derecho internacional y esfuerzos de la diplomacia multilateral, planteó Zunes.
Esto incluyó la invasión a Iraq de 2003, el frecuente abuso de su poder de veto, el rechazo a las casi unánimes decisiones de la Corte, ataques a varias agencias de la ONU que documentaron crímenes de guerra y otros delitos cometidos por Estados Unidos o sus aliados, y el apoyo a las ocupaciones por parte de Israel y de Marruecos, entre otros asuntos.
“Estados Unidos ha salido impune de su ejercicio de influencia desproporcionada sobre la ONU desde que ésta se creó”, dijo Zunes.
Sin embargo, el hecho de que la reputación de Estados Unidos esté en su punto más bajo puede hacer que otros países empiecen a asumir un mayor liderazgo, creando así un orden mundial más pluralista, declaró.
En un discurso ante la Asamblea General que pronunció en septiembre, Trump dijo que su embajadora saliente ante la ONU, Nikki Haley, había presentado una agenda clara en materia de reformas, pero que el foro nunca las había concretado.
Así es que Estados Unidos actuó de la única manera responsable, dijo, argumentando: “Nos retiramos del Consejo de Derechos Humanos y no volveremos hasta que se implemente una reforma real”.
[related_articles]Por motivos similares, según Trump, Estados Unidos no reconocerá a la CPI, ya que considera que ese tribunal “no tiene jurisdicción, ni legitimidad, ni autoridad”.
El presidente estadounidense añadió que la CPI se arroga una jurisdicción casi universal sobre los ciudadanos de todos los países, lo que viola los principios de justicia y del debido proceso.
“Nunca entregaremos la soberanía de Estados Unidos a una burocracia global no elegida e irresponsable”, declaró.
También dijo que su país no participará en el nuevo Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular porque “las migraciones no deberían ser gobernadas por una entidad internacional que no se hace responsable ante nuestros propios ciudadanos”.
Esta retórica nacionalista, que aseguró promueve el “patriotismo” en vez del “globalismo”, fue precedida por drásticos recortes en los fondos que Estados Unidos aportaba a por lo menos dos agencias de la ONU. Se trata del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
Al UNFPA le retiró por completo los 69 millones de dólares que le aportaba, mientras que a la UNRWA le redujo 300 millones.
En una conferencia de prensa realizada en octubre y en la que anunció su decisión de renunciar como representante permanente de Estados Unidos ante la ONU, Haley dijo que durante los dos años de su gestión redujo “1.300 millones de dólares en el presupuesto de la ONU”.
“La hemos vuelto más fuerte. La hemos vuelto más eficiente”, aseguró.