“Hola Nicolás, nos vemos en la web”, editorializó en forma de “mancheta” el diario El Nacional al publicar, por falta de papel y al cabo de 75 años de presencia en las calles de Venezuela, su última edición impresa.
Resumió así el desafío opositor mantenido contra la presidencia que Nicolás Maduro ejerce desde 2013 –como también sobre su predecesor Hugo Chávez (1999-2013)- y el reto que significa cesar su aparición en papel para, como muchos otros diarios en el mundo, mudarse a Internet.
Al apagar su rotativa, desde el 14 de diciembre, El Nacional se suma a los 41 medios impresos, 65 radioemisoras y ocho televisoras forzadas a cerrar durante el sexenio presidido por Maduro, según cifras del Sindicato de Trabajadores de la Prensa y el no gubernamental Instituto Prensa y Sociedad, con su sede central en Lima.
Durante los períodos de Chávez y Maduro “se han aplicado mecanismos para cerrar medios críticos, como una nueva ley sobre radio y TV, retiro de concesiones a radios y televisoras, demandas en tribunales, agresión física a periodistas, campañas de desprestigio y monopolio del papel para imprimir”, dijo a IPS el presidente-editor de El Nacional, Miguel Henrique Otero, desde España, donde reside exiliado.
Otero y otros responsables de medios en Venezuela son objeto de diferentes demandas ante la Justicia, controlada por el gobierno, según lo que subrayan organismos locales e internacionales de derechos humanos.
Una de ellas, incoada por el vicepresidente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, puede dar origen a una multa multimillonaria que lleve a ocupar la sede y otros bienes del diario El Nacional, considerado uno de los más prestigiosos de América Latina buena parte de su historia.
El uruguayo Edison Lanza, relator sobre la libertad de expresión en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dijo a IPS que el cierre de la edición impresa de El Nacional por no disponer de papel “es un ejemplo muy lamentable del uso del poder del Estado contra la prensa”.
Lanza recordó desde Washington, sede de la CIDH, que el Articulo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969 “expresamente prohíbe restringir el derecho de expresión por medios indirectos como el abuso de controles oficiales sobre el papel para periódicos”.
Grandes medios pueden migrar a formatos digitales pero mantienen sus ediciones impresas en las calles no solo porque es su emblema sino porque atienden a todos sus públicos y de esta forma pueden captar más anunciantes, destacó Lanza.
En Venezuela, bajo un régimen de control de cambios desde 2003, el Estado asignó durante años cupos de divisas a los periódicos para importar papel, pero desde 2013 monopolizó la importación. “Desde entonces la corporación estatal entregó papel a los medios que consideraban afines o amigos. A nosotros nunca nos lo vendieron”, según Otero.
“¿Cómo sobrevivimos? Primero, antes de 2013 adquirimos todo el inventario de papel que pudimos. Luego, periódicos de América nos donaron papel, durante algún tiempo, no podía ser para siempre. Y bajamos la circulación y la paginación, hasta llegar la semana pasada a solo 10.000 ejemplares con 16 páginas”, narró Otero.
El Nacional imprimió hasta la primera década de este siglo más de 50.000 ejemplares diarios, sobre 100.000 los domingos, con cuatro o más cuerpos que incluyeron siempre grandes espacios para la cultura y los asuntos sociales, junto con la opinión de aquilatadas plumas de América Latina.
Políticamente el diario, que tuvo entre sus fundadores al abuelo y al padre del actual editor, este último el novelista (Casas Muertas, La piedra que era Cristo) Miguel Otero Silva (1928-1985), se caracterizó desde su nacimiento por una orientación de centroizquierda.
A lo largo de su historia destacó por su combate a las dictaduras de Francisco Franco en España y Augusto Pinochet en Chile, al igual que a otros regímenes militares que proliferaron en la región desde su nacimiento. Además, paradójicamente, en 1998 apoyó la campaña con la que Chávez, fue elegido presidente, para después transformarse en su opositor.
Asaeteado por años de hostilidad oficial, escasísima publicidad “y tras consumir los ahorros”, según Otero “no podíamos seguir reduciendo y hacer un diario de una página y 1.000 ejemplares. Eso mataría la marca, y por eso decidimos apagar temporalmente la rotativa”.
“Con esa misma rotativa esperamos publicar más temprano que tarde un titular que diga “Venezuela regresa a la democracia””, añadió Otero.[related_articles]
Los periodistas y otros trabajadores migran a la edición digital, dijo Patricia Spadaro, jefa de redacción del periódico. El gerente de la empresa, Jorge Makriniotis, agregó a IPS que se crea una opción de crowfunding (micromecenazgo) bautizada Papel de Libertad, para recoger fondos que ayuden a sostener y desarrollar a El Nacional en la web.
“Seguiremos haciendo nuestro trabajo, que es mostrar los problemas que le queman la piel a la gente en las calles de este país”, dijo Spadaro a IPS.
El Nacional, lamentó Marco Ruiz, secretario general del Sindicato de la Prensa, “llegó a tener hace dos décadas 1.500 trabajadores, y hoy solo tiene 280, de ellos casi 100 en talleres. Son puestos de trabajo perdidos o de estabilidad amenazada producto del cerco económico y la persecución de los poderes que no soportan la disidencia”.
El historiador Elías Pino, directivo del periódico, consideró que “la historia de Venezuela de las últimas décadas no se puede entender sin la lectura de El Nacional, porque el periódico guiado por Otero Silva le dio un entendimiento propio a la realidad venezolana, y el cierre de su impreso muestra también el cierre de toda una etapa en la vida del país”.
El Nacional permanecía como el único diario con alcance a todo el país que mantenía una línea crítica, pues en los últimos años otros medios impresos independientes fueron adquiridos, en negociaciones bajo términos confidenciales, por grupos que se han mostrado afines al gobierno.
La televisión todavía es, según estudios de firmas encuestadoras, el principal recurso de los venezolanos para informarse, pero han cerrado o cambiado de manos las estaciones que lo hacían en términos críticos y se han multiplicado las frecuencias de TV en manos del sector gobernante o afines a este.
Para la nueva apuesta del periódico quizá sea útil la mancheta de su primera edición, el 3 de agosto de 1943, esa frase corta editorial destacada en su página de opinión que caracterizó cotidianamente a la publicación. Se trata de un verso del poeta español Antonio Machado que repitió en cada edición aniversaria: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Edición: Estrella Gutiérrez