Pocos chilenos conocen tan directamente la realidad de Haití como Juan Gabriel Valdés, el primer jefe de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (Minustah), que desplegó sus cascos azules en el país caribeño entre 2004 y 2017, con participación mayoritariamente latinoamericana.
Valdés, quien fue embajador de Chile en Estados Unidos durante los cuatro años de mandato de la socialista Michelle Bachelet, concluido el 11 de marzo, también fue ministro de Relaciones Exteriores entre 1999 y 2000, entre otras misiones y actividades. Durante su primer mandato (2006-2010), además, Bachelet le encomendó coordinar la ayuda especial de Chile a Haití, tras el terremoto del 12 de enero de 2010, que dejó 316.000 víctimas mortales y destruyó los débiles andamiajes de la economía del país.
Desde su cercano conocimiento de la realidad haitiana y recién retornado a Chile desde Washington, Valdés habló con IPS sobre los aportes que los migrantes haitianos pueden hacer a la sociedad chilena, como su creatividad y su solidaridad, así como la perpetuación de la inestabilidad política y otras razones que los llevan a dejar su país y esparcirse por el mundo y ahora también por Chile.
IPS: ¿Qué aportan los haitianos a Chile?
JUAN GABRIEL VALDÉS: Los haitianos son gente enormemente creativa, artistas, con un gran concepto de comunidad. Son gente que tiene una visión de solidaridad en la vida, que no valora el dinero por sobre cualquier otra cosa, por tanto creo que aportan una manera de ser y una manera de vivir que puede ser muy útil para Chile.
Esto aparte de que constituyen mano de obra para necesidades que Chile tiene hoy día en el terreno agrícola y en otros. Estas personas disciplinadas y que tienen una vida ordenada pueden hacer una gran contribución en ese terreno. Pero yo prefiero pensar en una contribución cultural que es mucho más rica que lo que todos los chilenos imaginan.
IPS: ¿Cuáles son los principales problemas de Haití?
JGV: El problema es esencialmente político. El problema de Haití es económico, aunque no lo crean los economistas, solo en segundo término, por cuanto es imposible con el grado de desorden e inestabilidad que ha tenido ese país durante mucho tiempo que se pueda generar una economía relativamente estable. Y, por lo tanto, hay un grupo de gente que vive simplemente de remesas.
Hay una cantidad de gente que vive en condiciones infrahumanas y hay un grupo que vive en condiciones muy ricas. Eso hay que decirlo. La gente se extraña, pero hay un grupo que vive en muy buenas condiciones. Yo creo que sí se puede vivir en Haití. Hay mucha gente que vive muy bien en Haití. Lo que sucede es que aquella parte que vive en estado infrahumano, naturalmente encuentra que es mejor sufrir la penuria de salir a otro país y hacer su aporte allá que quedarse en el lugar adonde nació.
IPS: ¿Qué puede hacer la Comunidad Internacional frente a Haití?
JGV: Nosotros en la ONU (Organización de las Naciones Unidas) tratamos de establecer un régimen político que tuviera una cierto grado de estabilidad. Yo siento que hoy día hay más estabilidad que antes. Naturalmente que hay los mismos problemas que en otros países: corrupción, abusos de poder, nepotismo, manipulación de la población, etcétera. Pero es evidente que si no existe un marco institucional mínimo, estable, se hace muy difícil adoptar medidas que le permitan a la economía levantarse y crear empleo. Eso se está intentando hacer ahora.[related_articles]
Creo que se perdió una oportunidad con el terremoto. Lo del terremoto (de 2010) para mí no es una desgracia, son dos desgracias: el terremoto en sí mismo y la manera como se intentó reconstruir. Porque no levantó ni utilizó el terremoto para generar una gran revolución en el país, desde el punto de vista de energía colectiva en favor del establecimiento de un orden. Sino que, como pasa a menudo, se favoreció a grupos de poder, vinculados algunos de ellos a grupos de poder en Estados Unidos.
Hoy día las condiciones están mejores, no cabe la menor duda. Lo dice la gente que está allá y que visita el país. Para crear las condiciones sociales, las condiciones de orden público, las condiciones de orden político están mejor. Se ha hecho una elección, se reconoció el resultado y hay al fin de año elecciones parlamentarias. Sin embargo, se está lejos de tener una economía que funcione bien y que permita dar empleo.
Edición: Estrella Gutiérrez
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