Al mundo se la acaban los antibióticos para combatir la creciente amenaza que supone la resistencia antimicrobiana, alertó la Organización Mundial de la Salud (OMS), al anunciar la Semana Mundial de Concienciación sobre los Antibióticos, que se conmemorará del 13 al 19 de noviembre.
La razón es que la mayoría de los fármacos actualmente en etapa de ensayo clínico son modificaciones de clases existentes de antibióticos y solo son soluciones de corto plazo.
“Se necesita un mayor esfuerzo global, lo que incluye más inversión y mejores medidas de vigilancia para garantizar que los antimicrobianos se usen de manera responsable y de tal forma que no amenacen la salud pública ni la producción de alimentos”, subrayó Maria Helena Semedo, subdirectora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La vigilancia “no debe ser solo en hospitales, sino en toda la cadena alimentaria, que incluye a la horticultura y al ambiente para obtener una evaluación de riesgos integral”, precisó el 20 de septiembre refiriéndose a la resistencia antimicrobiana.
¿Qué comemos realmente cuando ingerimos carne, pescado o pollo?
“La carne y otros alimentos de origen animal tienen un gran contenido nutricional que es muy importante, y no solo para las mujeres y los niños en crecimiento, sino en especial en los países en desarrollo o donde sea que hayan muchas personas subalimentadas”, explicó Juan Lubroth, coordinador de resistencia antimicrobiana y jefe veterinario de la FAO.
Hay una idea errónea y generalizada de que los alimentos pueden contener residuos peligrosos de antimicrobianos si el animal fue tratado con ellos, indicó.
“No ocurre eso si los granjeros y otros productores cumplen con las normas y respetan el período de retiro, que sirve para que los antimicrobianos en cuestión se eliminen del sistema del animal y que la carne, la leche o los huevos sean aptos para el consumo humano”, precisó.
El problema con la resistencia en el sector agropecuario es el mal sistema de gestión que hace que se administren antimicrobianos de forma rutinaria y en cantidades excesivas, lo que lleva al desarrollo de la resistencia, según Lubroth.
“Como consumidor, tienen poder de hacer la diferencia eligiendo productos animales de sistemas sostenible operados de forma responsable”, subrayó.
Aparte, los criadores necesitan más herramientas para producir de forma sostenible y así alimentar a la creciente población mundial. Las proyecciones indican que llegará a 10.000 millones de personas para 2050, recordó Lubroth.
“Vacunas más asequibles e elementos de análisis de diagnóstico portable para veterinarios, o médicos, dentistas, farmacéuticos, permiten un diagnosticar de forma más precisa las causas de las enfermedades, lo que ayudará a reducir la dependencia en antimicrobianos”, apuntó.
“Las innovaciones en alternativas a los antimicrobianos, como los probióticos también son prometedoras”, añadió.
Bacterias, no los humanos, pero…
Los antibióticos son medicamentos para prevenir y tratar infecciones bacterianas. La resistencia ocurre cuando las bacterias cambian en respuesta a su uso. La OMS recuerda que la bacteria se vuelve resistente a los antibióticos, no los humanos ni los animales.
Pero cuando las bacterias resistentes infectan a los humanos y a los animales, ya sean terrestres o acuáticos, las infecciones que causan son más difíciles de tratar.
Unas 700.000 personas mueren cada año por infecciones de bacterias resistentes, según estimaciones de la ONU. La resistencia, además, supone una “amenaza a la seguridad alimentaria, el sustento, la salud animal y el bienestar y el desarrollo económico y agrícola”, añade.
La intensificación de la producción agrícola llevó a un aumento del uso de antimicrobianos, cuyo uso se proyecta que aumentará a 67 por ciento para 2030.
Cómo equilibrar el uso de antibióticos y la salud humana y animal
“La producción ganadera, agrícola y la acuicultura necesitan ajustarse a buenas políticas, así como el ambiente y la salud”, opinó.
Los cambios incluyen una mejor trazabilidad de animales de las áreas de producción primaria hasta el mercado, y de los productos a los consumidores, así como la regulación del uso de antibióticos mediante la aprobación de veterinarios licenciados y mejor higiene en granjas para evitar infecciones, según Lubroth.
“Los antimicrobianos son esenciales para garantizar la salud animal y el bienestar animal. Los animales enfermos bajo el cuidado de personas tienen derecho a un tratamiento, aunque el uso rutinario de antibióticos para incentivar el crecimiento debe eliminarse de forma paulatina”, opinó.
“Optimizar las prácticas de producción de tal manera de minimizar la necesidad de antimicrobianos requiere de inversión”, puntualizó.
“Todos tenemos un papel a desempeñar, desde las inversiones pasando por las políticas alimentarias y agrícolas hasta los productores, quienes deben implementar las prácticas necesarias, y los vendedores al público y consumidores, quienes deben reconocer que eso tiene un costo e impactará en el precio de los alimentos”, explicó.
La mejor forma de asistir a los países en desarrollo, según Lubroth, es contar con las condiciones que los habilitan a producir sus propios alimentos y asumir la responsabilidad de su desarrollo nacional.
Animales saludables
En el sector agrario y de producción de alimentos, la única acción importante es educar sobre prácticas de buena gestión en materia de higiene y cuidado de las granjas, lo que reduce la necesidad de tratar a los animales con medicamentos.[related_articles]
La FAO creó un grupo de trabajo interdepartamental sobre la resistencia a los antimicrobianos, que reúne a un equipo interdisciplinario de expertos con el fin de asistir a los productores en el uso responsable de antimicrobianos y en la producción sostenible y en diálogo con autoridades locales y los propios actores.
“En definitiva, ahí empieza el cambio, en las reuniones y las comunicaciones entre profesionales y agricultores”, subrayó.
La FAO trabajo de forma activa en más de 25 países para atender el problema y ofrecer apoyo en materia de resistencia antimicrobiana.
“Lo que podemos ofrecer es una mínima proporción de lo que necesitan los países, que se dan cuenta del costo de la implementación y de que es una inversión multimillonaria”, subrayó.
Pero el beneficio de esa inversión es múltiple pues se reduce el peso que representan las enfermedades en el sistema de producción y también mejoran la seguridad de los alimentos producidos, lo que implica grandes dividendos para la salud.
El sector empresarial
El sector empresarial ha sido señalado como uno de los grandes responsables del uso excesivo y mal uso de antibióticos en las cadenas de producción de alimentos y en la agricultura.
Este sector es un actor muy importante y están en contacto estrecho con las demandas de los consumidores y el comportamiento de estos, explicó Lubroth.
“Suelen ser compañías multinacionales con grandes posibilidades de colocar las demandas en los proveedores. Y eso es lo que ocurre ahora, vemos grandes compañías de alimentos que colocan las demandas de mejores políticas en el uso de antimicrobianos en la cadena de suministro”, añadió.
Los consumidores
También sabemos que hay 6.000 millones de consumidores, quienes pueden elevar su voz y cambiar las políticas en materia industrial o comercial.
“Pero tenemos que ser cuidadosos para no poner en riesgo la salud o el bienestar animal por políticas demasiado estrictas. Los animales enfermos siempre necesitarán un tratamiento adecuado”, añadió.
Traducido por Verónica Firme