En los próximos años, el agotamiento de los recursos naturales obligará a muchas personas a abandonar las regiones que habitan, lo que generará una urbanización no planificada.
Más de 135 millones de personas podrían tener que huir por la degradación del suelo en los próximos años, estima un documento de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD).
En el marco de la 15 sesión del Comité de Revisión de la Implementación de la Convención (CRIC15), realizada este mes en Nairobi, IPS conversó con Monique Barbut, secretaria ejecutiva de la UNCCD.
IPS: Hay unos 170 países afectados por la sequía y la desertificación, ¿cómo inciden estos elementos en los conflictos y en las migraciones forzadas?
MONIQUE BARBUT: Ni la desertificación ni la sequía por sí solas causan conflictos o son motivo de migración forzada.
La convergencia de factores como la tensión política, las instituciones débiles, la marginación económica, la falta de seguridad social o la rivalidad entre grupos crea las condiciones que hacen que las personas no puedan hacerles frente.
La continua sequía y la escasez hídrica en Siria entre 2006 y 2010 es el último ejemplo bien conocido.
Los pastores encuentran problemas cuando se ven obligados a desplazarse más allá de sus límites en busca de agua y pasturas, y pueden tener que enfrentarse con otros pueblo que no están dispuestos a compartir los recursos. Los enfrentamientos entre pastores y agricultores son un problema grave para los gobiernos de Somalia, Chad y Níger.
IPS: ¿Qué otros países muestran señales de vulnerabilidad a las sequías extremas?
MB: Las regiones más vulnerables son África subsahariana, Medio Oriente y África del norte, sur y este de Europa, Asia central, Australia, Brasil, India, Estados Unidos y China.
En las próximas décadas, gran parte de Estados Unidos, la región del Mediterráneo, Asia sudoccidental, África occidental y austral y gran parte de América Latina, en especial México y Brasil, sufrirán sequías extremas.
Pero lo más importante es que el sustento de las personas más pobres en los países en desarrollo sufrirán las peores consecuencias porque dependen más de los recursos naturales. Por ello, se necesitan más inversiones para incentivarlas a adoptar una gestión más sostenible de la tierra.
Pero francamente, las inversiones para recuperar la tierra son insuficientes. También tenemos que mejorar la propiedad de la tierra porque los propietarios tienen más probabilidades de adoptar buenas prácticas.
Mejorar el acceso a mercados y servicios rurales creará alternativas laborales fuera de la agricultura, reducirá la presión sobre la tierra y, a su vez, el impacto de la sequía.
IPS: Muchas cosas dependen de lograr la neutralidad en la degradación del suelo, a lo que apunta la UNCCD, y dadas las tremendas presiones diversas sobre la tierra para el crecimiento económico, y también por las grandes poblaciones en África y Asia, ¿cómo ve ese logro en los próximos 14 años?
MB: Actualmente, un gran número de personas y grandes partes de las economías nacionales están atadas al sector agrario, en particular en las naciones en desarrollo. Por lo que la degradación del suelo reduce la productividad de un país.
En 2030, además de aumentar la población mundial, surgirá una gran clase media, acelerando la demanda para extraer más de los sectores agrarios.
Para que África y Asia reduzcan esas brechas, los agricultores deben de lograr que cada centímetro de su terreno sea productivo. Pero el cambio hacia una gestión más sostenible del suelo requiere de un apoyo gubernamental más fuerte, para que los agricultores redoblen las buenas prácticas, recuperen las tierras degradadas e impidan perder más tierras productivas por la urbanización.
Las reformas movilizarán el crédito, el acceso a mercados y el desarrollo de infraestructura rural para promover un crecimiento sostenible en la agricultura. Eso es lo que se necesitará para lograr la neutralidad para 2030.
La Gran Muralla Verde de la Iniciativa del Sahara y el Sahel, que busca recuperar tierras degradadas y crear empleos verdes en el sector agrario es un buen ejemplo de esa visión.
La UNCCD trabaja con socios en todo el mundo para desarrollar iniciativas vinculadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y lograr la degradación neutral del suelo para 2030.
IPS: ¿Qué países están más avanzados en el logro de la degradación neutral del suelo y cuáles son los factores clave para lograrlo?
MB: Cuando se adoptaron los ODS el año pasado, nuestra ambición para 2016 era tener por lo menos 60 países comprometidos para fijar objetivos nacionales de forma voluntaria para lograr la degradación neutral del suelo para 2030. Superamos esa meta, y actualmente tenemos más de 100.
El logro se debe, en parte, a un proyecto piloto que permite que 14 países evalúen y comuniquen el posible rendimiento que cada uno obtendría al revertir la degradación en áreas previstas.
Armenia, Belarús y Etiopía pudieron cuantificar cómo podrían cumplir sus obligaciones nacionales en el marco del acuerdo sobre cambio climático al perseguir la degradación del suelo.
Algunas iniciativas comunes de los países exitosos en la lucha contra la sequía y la degradación es el fuerte liderazgo gubernamental que valora los beneficios socioeconómicos de su pueblo y tiene un compromiso político para promover políticas eficaces.
También tiene grandes promotores de buenas prácticas, como organizaciones no gubernamentales, socios en el desarrollo y privados, así como pequeños y grandes agricultores.[related_articles]
IPS: La UNCCD está abierta a inversores privados para proyectos que buscan la neutralidad de la degradación del suelo, ¿qué tipos de iniciativas les interesan a estas?
MB: Las empresas comprometidas a reducir el impacto ecológico de sus cadenas de suministro aumentaron de 50, en 2009, a casi 300, en 2014, informó Supply Change, en 2016.
Muchas empresas del sector agrícola y/o forestal reciben materias prima sin procesar y podría interesarles invertir en proyectos que hacen su cadena de suministro más sostenible.
El sector privado debe dar un paso al frente. Eso es lo que creó la necesidad de una nueva fuente de fondos, el Fondo de Neutralidad en la Degradación de Tierras (Fondo NDT).
La silvicultura atrajo a 77 por ciento de los capitales hasta la fecha. La agricultura podría registrar el mayor aumento y crecer en casi 350 por ciento para 2021.
En los países en desarrollo, muchas de las actividades de conservación que reciben inversiones privadas cuentan con respaldo legal. Un marco normativo fuerte ofrece seguridad al mercado y ayuda a crear compradores finales. Las inversiones, a su vez, atraen un flujo sostenido de capitales privados.
IPS: ¿Los gobiernos deben poner en práctica mecanismos para proteger a los pequeños agricultores frente a las inversiones privadas?
MB: Son fundamentales los mecanismos de salvaguarda que reconozcan los derechos a la tierra de los pequeños agricultores, aun cuando no tengan documentos formales.
La pequeña agricultura es el sustento de miles de millones de personas, lo que deja a esos hogares en una situación de extrema vulnerabilidad frente a los cambios en el uso de la tierra.
En los países en desarrollo, las políticas gubernamentales diseñadas para atraer inversores suelen inclinarse hacia la agricultura a gran escala, y difícilmente ofrezcan la protección que requieren los pequeños productores.
Los inversores privados deberían de tener sus propias salvaguardas, pero los gobiernos tienen la responsabilidad de implementar y reforzar mecanismos que protejan a los pequeños agricultores. El Fondo NDT está pensado para alinearse a estándares ambientales y sociales globales progresistas.
Traducido por Verónica Firme