Sociedad civil busca respuesta a represión de elites mundiales

El tunecino Ali Zeddini, Premio Nobel de Paz 2015 (izquierda), junto con el srilankés Danny Sriskandarajah, secretario general de Civicus, y otras dos participantes en Semana Internacional de la Sociedad Civil, que acoge Bogotá entre el 25 y el 28 de abril, con participación de 900 activistas de más de 100 países. Crédito: Constanza Vieira/IPS
El tunecino Ali Zeddini, Premio Nobel de Paz 2015 (izquierda), junto con el srilankés Danny Sriskandarajah, secretario general de Civicus, y otras dos participantes en Semana Internacional de la Sociedad Civil, que acoge Bogotá entre el 25 y el 28 de abril, con participación de 900 activistas de más de 100 países. Crédito: Constanza Vieira/IPS

Colusión significa, según el diccionario, “pacto ilícito en daño de terceros”. Es lo que mantienen las elites políticas y económicas en todo el mundo,  según el srilankés Danny Sriskandarajah, secretario general de Civicus, alianza global de la sociedad civil.

La razón es que le tienen miedo al disenso, agregó en la jornada inaugural  de la Semana Internacional de la Sociedad Civil, que congrega en la capital colombiana desde este lunes 25 a 900 representantes de todos los continentes, en la primera ocasión que la cita bianual se realiza en América Latina.

Para el líder de la organización que coordina estas jornadas del activismo ciudadano mundial,  es por esa situación que las protestas de los jóvenes en todos los continentes reciben como respuesta la represión policial, con frecuencia brutal.

También por eso las organizaciones de la sociedad civil enfrentan una crisis global, con gobiernos que buscan subordinar las agendas ciudadanas a sus políticas.

Para lograrlo, los gobiernos estrechan su cerco sobre el financiamiento proveniente del exterior a las organizaciones de la sociedad civil, al tiempo que incrementan el espionaje sobre sus actividades en Internet, ante el temor de que a través de la red se consiga una movilización mundial.

A esto se suman la intimidación y la represión que, en muchos casos, consiguen paralizar la lucha por una serie de derechos.

Las libertades fundamentales están bajo ataque, coincidieron en denunciar organizadores y delegados en la semana internacional.

Civicus contabiliza actualmente un incremento de las amenazas a la libertad de expresión y asociación en más de 100 países. En 2015 fueron asesinados 156 defensores de derechos humanos en todo el mundo, según esta alianza.

El año pasado fue monitoreado el mayor número de violaciones graves a los derechos humanos en el mundo. La mitad ocurrió en América Latina, donde las y los defensores de estos derechos fueron el blanco principal. El lugar más peligroso fue Colombia.

En el trasfondo de las negociaciones de paz con las guerrillas, anunciadas en noviembre de 2012, en el país anfitrión han sido asesinados más de 500 líderes, sobre todo campesinos que buscan la restitución de tierras a sus comunidades y a su familia, así como defensores de derechos humanos que los acompañan.

En 2016 la tendencia continúa: los cimientos del movimiento social latinoamericano se conmovieron con el asesinato de la activista ambiental hondureña Berta Cáceres, mientras en Sudáfrica fue muerto el líder comunitario Sikhosiphi Bazooka Rhadebe.

Sriskandarajah sostiene que hay que buscar “vías para defender a los activistas y obligar a los gobiernos a asumir su responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos y también obligarlos a hacer progresos efectivos en materia de pobreza, desigualdad y cambio climático”.

Estas y otras ideas centrales forman parte de la semana internacional, que funciona también virtualmente en las redes sociales con la etiqueta #ICSW2016, y que sesiona hasta el jueves 28 e Bogotá. El día después,  Civicus, realizará su asamblea general.

A la ICSW2016 llegaron unos 900 delegados, aunque esperaban a 500. Vienen de cerca de un centenar de países. Los recibe como anfitriona la Confederación Colombiana de ONG (organizaciones no gubernamentales),  creada en 1989 y cuyas organizaciones filiales se ocupan, ante todo, de derechos humanos económicos, sociales y culturales.

A los asistentes los inspira la presencia del Nobel de Paz 2015, el tunecino Ali Zeddini, de la Liga Tunecina por los Derechos Humanos, una de las cuatro organizaciones que se aliaron para guiar la revolución espontánea, encabezada por jóvenes, emergida en 2010-2011 durante el vacío de poder que dejó el dictador  Zayn al-`Abidin Ben Ali (1987-2011), cuando huyó del país norafricano.

El movimiento tunecino finalmente logró una democracia consensuada, con una constitución que establece, en artículos que no puede cambiar ni siquiera otra constituyente, que Túnez es un Estado civil basado en la voluntad del pueblo, no en la voluntad de Dios. La libertad de conciencia y de culto está garantizada.

La ICSW2016 repasará los mecanismos para obligar a los gobiernos a responder por el asesinato de los activistas de derechos sociales y por la violación de derechos humanos, así como para evaluar los progresos reales en la lucha contra la pobreza y la desigualdad y la adaptación al cambio climático.

Al encuentro de Bogotá llegaron también figuras como el peruano José Ugaz Chair, de Transparencia Internacional, y el sudafrcano Kumi Naidoo, exdirector de Greenpeace y actual  director del Centro Africano de la Sociedad Civil.

Entre las organizaciones asistentes están la Comunidad de Democracias,  Filantropía Global, Artículo 19, el Centro Internacional para la Ley Sin Fines de Lucro, Amnistía Internacional, la Coalición Internacional por la Tierra, Asociación Brasileña de Organizaciones No Gubernamentales,  Transparencia Internacional y Alianza ACT.

Uno de los espacios de debate durante la semana aborda las tendencias recientes en el uso de la tecnología para empoderar y movilizar los movimientos ciudadanos.

En especial se destaca DataShift, una red colaborativa promovida por Civicus,  que permite monitorear cifras y datos a nivel mundial, acerca de temas que centran la atención de los movimientos y organizaciones ciudadanas.

ICSW2016 tuvo como preámbulo, el domingo 24, una Asamblea de Jóvenes que buscó soluciones a la pobreza juvenil y la desigualdad, así como la adaptación al cambio climático.

IPS habló con Jhoanna Cifuentes, de la organización Red más vos, una licenc iada en biología que participa en ICSW2016 en representación del Movimiento Climático de Jóvenes Colombianos.

El movimiento se creó en 2014 a raíz de la cumbre climática mundial que en diciembre de ese año acogió la capital de Perú.

“Nos dimos cuenta de que no había un espacio de incidencia y de encuentro de jóvenes colombianos. No nos conocíamos los unos a los otros, todos trabajábamos con enfoques distintos. Nos organizamos para converger. Somos 10 organizaciones”, contó Cifuentes.

Esa experiencia le indica a ella que estas reuniones de la sociedad civil sirven para encontrarse: “para reconocerse los unos a los otros en problemáticas similares”. Porque, dice, “el trabajo no debe quedarse en los entornos locales. Debe tener una incidencia mayor”.

“En la asamblea de la juventud, se emitió una declaración sobre temas prioritarios para los jóvenes, como la inclusión, el género y el medio ambiente. Pero para que esos lineamientos no se queden en el papel, es deber de cada uno de nosotros que todas esas iniciativas y preocupaciones se desarrollen en las organizaciones en las que estamos trabajando”, agregó.

“Creo que para eso sirve un encuentro como este: para trasladar la información y para conseguir contactos para establecer redes, para hacer trabajo conjunto más adelante”, sostuvo.

Editado por Estrella Gutiérrez

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