Clima electoral atenta contra la libertad de prensa en Uganda

El periodista ugandés Andrew Lwanga todavía se recupera del ataque que sufrió hace más de un año a manos del entonces comandante de la policía mientras cubría una manifestación. Crédito: Amy Fallon/IPS.
El periodista ugandés Andrew Lwanga todavía se recupera del ataque que sufrió hace más de un año a manos del entonces comandante de la policía mientras cubría una manifestación. Crédito: Amy Fallon/IPS

En octubre de 2015, cuando el periodista ugandés Enoch Matovu fue víctima de un disparo de un agente de la policía por “hacer mi trabajo”, las fuerzas de seguridad “se habían quedado sin gases lacrimógenos”, según relató el profesional de 25 años.

“Tuvieron que usar municiones reales”, arguyó el periodista de la cadena NTV Uganda en diálogo con IPS. Matovu sufrió una herida en la cabeza mientras cubría las denuncias de fraude electoral durante las elecciones internas del gobernante Movimiento de Resistencia Nacional en Mityana, en el centro de Uganda.

“Recién cuando me desperté en el hospital, me di cuenta de qué había pasado”, relató.[pullquote]3[/pullquote]

Desde las elecciones de octubre, más de 40 periodistas ugandeses fueron detenidos, golpeados, vieron cómo les confiscaban sus herramientas de trabajo, cómo les impedían cubrir distintos acontecimientos e, incluso, algunos quedaron sin trabajo, observó Robert Sempala, coordinador nacional de la Red de Derechos Humanos para los Periodistas (HRNJ) de Uganda.

Otros dos profesionales, aparte de Matovu, resultaron heridos por la policía.

En los días previos a los comicios nacionales del 18 de este mes, en los que el presidente Yoweri Musevini, de 71 años y 30 en el poder, es candidato, hay “posibilidades” de que “empeore” la persecución de la prensa, alertó Sempala.

“Es una carrera cabeza a cabeza”, dijo a IPS, y la “competencia es dura” entre el tres veces presidenciable Kizza Besigye y el ex primer ministro Amama Mbabazi.

“Según nuestras estadísticas, la mayoría de las víctimas están entre quienes cubren a Besigye y a Mbabazi, y no entre quienes siguen la actividad del resto de los candidatos”, subrayó.

El 20 de enero, la emisora Endigyito FM, de Mbarara, a unos 274 kilómetros de Kampala, fue clausurada, supuestamente por no pagar la licencia.

Pero el equipo de campaña de Mbabazi se quejó de que la entrevista que le hicieron dos días antes fue interrumpida por el ingreso de funcionarios de la Comisión de Comunicaciones de Uganda a los estudios de la emisora.

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) y otras organizaciones defensoras de la prensa, reclamaron que la radio volviera a transmitir.

Un informe de enero de la organización Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, alertó sobre las restricciones a los medios de comunicación y denunció que los periodistas radiales que hablan dialectos y tienen una audiencia principalmente rural soportan intimidaciones y amenazas de actores vinculados al gobierno.

“Al observar lo sucedido en la última década, queda claro que las violaciones contra la libertad de prensa registraron un claro aumento durante las elecciones y también durante momentos de tensión política en Kampala”, dijo a IPS la investigadora de HRW, Maria Burnett.

“Me da la impresión de que a los periodistas que trabajan fuera de Kampala y hablan lenguas locales les ha sido muy difícil ejercer la libertad de prensa durante las campañas políticas y las elecciones en estos últimos tiempos”, apuntó.

Al respecto, Burnett dijo que la investigación de HRW señala que “los patrones son bastante similares” a los comicios de 2011.

“Quizá la única diferencia sea que algunos periodistas de radio tienen una mayor capacidad para denunciar la presión que sufren y los problemas que afrontan, ya sea a través de las redes sociales o de otras plataformas de medios”, opinó.

“En general”, precisó Sempala, hay casos de abusos contra la prensa fuera de la capital, según estadísticas de HRNJ. La mayoría de los y las periodistas víctimas de ataques se quejaron de que es difícil lograr que se haga justicia.

“Todas las mañanas me pregunto qué hacer”, confesó Andrew Lwanga, camarógrafo de WBS, víctima de un ataque el año pasado a manos del entonces comandante de la policía de Kampala, Joram Mwesigye.

El profesional de 28 años sufrió lesiones graves y quedó incapacitado para trabajar. Además, le dañaron sus instrumentos de trabajo.

“Me gusta mucho cubrir las elecciones, me encantaría andar por ahí”, añadió. Pero ahora busca fondos para realizarse una intervención quirúrgica espinal en España; los médicos le dijeron que la única alternativa es operarse en el extranjero. Ahora se pasa los días sentado en una sala mirando a sus colegas de televisión hacer el trabajo que más le gusta.

Lwange, periodista desde hacía ocho años, resultó herido mientras cubría una pequeña manifestación de Jóvenes Desempleados de Uganda, en enero de 2015. Hay imágenes en Internet del ataque de Mwesigye contra él, de cuando cae y la policía se lo lleva sosteniéndole la cabeza mientras él gritaba de dolor.

“Ahora no puedo caminar ni 50 metros sin muletas”, relató Lwanga, con una herida visible en un costado de la cabeza y una mano vendada. “Desde hace 90 días no puedo dormir más de 40 minutos… todo esto me hace llorar”, confesó.

Un año después del ataque, su caso no avanza en justicia.

Mwesigye tiene tres cargos en su contra, por agresión y causar lesiones físicas, y fue separado del cargo. Pero en la última audiencia, cuando Lwanga tuvo que concurrir al tribunal ayudado por dos personas, se supo que la cámara dañada, una de las pruebas incriminatorias, había desaparecido y todavía no aparece.[related_articles]

La policía “trata de proteger a Joram, quiere conservar su trabajo y siempre me enfrentó diciéndome ‘me quieres sacar del trabajo’”, relató el camarógrafo.

Museveni se comprometió a ayudarlo económicamente, pero Lwanga sostiene que hasta ahora nunca recibió ninguna información sobre cuándo le van a entregar el dinero.

El último testigo del caso debía declarar el 4 de este mes, pero la audiencia se postergó para el 29. A pesar del calvario que vive, y si logra operarse y recuperarse, Lwanga dijo que volverá a ser camarógrafo, “extraño mi profesión”, explicó.

Matovu se reintegró al trabajo, pero todavía sufre muchos dolores de cabeza tras el ataque y reconoció: “a veces me da miedo”. “La policía no hace nada al respecto, solo mis jefes”, subrayó.

Sempala observó que HRNJ solo pudo llevar a la justicia unos pocos casos de ataques contra periodistas. Se requiere más movilización para presionar a la policía para que investigue las denuncias, arguyó.

Por su parte, Burnett dijo que era “importante que los periodistas atacados por la policía compartieran sus historias para reclamar que se haga justicia”.

El portavoz de la policía, Fred Enanga, dijo a IPS que lo ocurrido a Lwanga fue un “caso aislado” y que el hecho de que se haya “logrado” procesar a Mwesigye era “un muy buen ejemplo” de que las autoridades no se toman las violaciones de derechos humanos contra los periodistas a la ligera.

“A lo largo de los años, hubo una muy buena relación de trabajo con los medios”, sostuvo Enanga.

Traducido por Verónica Firme

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