Las mujeres constituyen algo menos de la mitad de los 1.200 millones de habitantes de India, pero su presencia en el mercado laboral es muy inferior a la de los hombres, pues representan alrededor de 27 por ciento de la población económicamente activa.
Si, y es un gran condicional, la presencia femenina en el mercado laboral aumentara al mismo ritmo que la de los hombres, la producción de bienes y servicios del país crecería 27 por ciento, sostiene Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Efectivamente, con el empoderamiento de las mujeres se impulsaría el crecimiento económico. La triste realidad, sin embargo, es que los avances en materia de igualdad de género en el ámbito laboral se estancaron, si es que no retrocedieron. En vez de aumentar, la proporción de trabajadoras tiende a la baja.
En el período 2011-2012 se registró un aumento de la brecha en la participación de mujeres y hombres en el mercado laboral de 32 puntos porcentuales, respecto de los 25 puntos porcentuales de 1977-1978, según estudios quiquenales de la Organización Nacional de Encuesta por Muestreo (NSSO, en inglés).
Para lograr la paridad de género habría que incorporar 195 millones de mujeres a la fuerza laboral, un objetivo difícil de concretar, a fin de lograr un aumento del producto interno bruto (PIB) de 27 por ciento.
Lograr reducir la brecha a 25 por ciento para 2025, un compromiso del G-20, significa incorporar cinco millones de mujeres al mercado laboral por año, en los próximos 10. Por más necesario que sea, la realidad es que solo se generan dos millones de puestos de trabajo al año en la economía india.
La caída de la presencia femenina en el mercado laboral hasta 21,9 por ciento en el período 2011-2012, respecto del 29,7 por ciento registrado en 1977-1978, obedece a la reducción de la brecha de género en el ámbito laboral.
Normalmente, suelen haber más mujeres desempleadas que hombres en esa situación. Ellas representaron un máximo de 3,2 por ciento de los desempleados, respecto del 2,1 de los hombres en esa situación en el período 1977-1978; luego las diferencias con los varones se redujeron para 2011-2012, según la medida de desempleo crónico de la NSSO.
La achique de las diferencias se debe, en gran parte, a que hay menos mujeres sin trabajo, mientras la situación de los hombres permanece igual.
Los cambios en la naturaleza del empleo, en especial en áreas rurales, son el principal factor de la caída de los indicadores de la participación laboral femenina.
En términos absolutos, se perdieron 2,7 millones de empleos para las mujeres en dos años, entre 2009-2010 y 2011-2012. Ellas optan cada vez más por empleos temporales a medida que disminuyen las oportunidades en el medio rural.
Dos de cada tres trabajadoras eran independientes y laboraban en fincas familiares en 1972-1973, pero eso cayó a 59 por ciento para 2011-2012. Con el tiempo, las oportunidades laborales temporales aumentaron de forma irregular con relativa importancia. Eso refleja que las mujeres ya no consiguen empleos de largo plazo y bien pagos, y se ven obligadas a aceptar empleos temporales.
El panorama es aún más desalentador en estados que lograron avances en materia social y de género, como Kerala. Actividades tradicionales como el procesamiento de la producción agrícola, como la industria del coco y la castaña de cajú que empleaban un gran número de mujeres, cayeron, por lo que la participación femenina en el mercado laboral disminuyó más del promedio nacional.
La lucha por la igualdad de género en el mercado laboral en India no prosperará a menos que estados como Kerala asuman la carga. La luz de esperanza es que las mujeres se sindicalizan y presionan por mejores condiciones de trabajo, según el diario Indian Express. Debido a la baja participación femenina en el mercado laboral, no se registró un crecimiento del PIB estadual.
La drástica caída del empleo, en especial en áreas rurales de India, disuade a las mujeres de buscar trabajo, lo que contribuye a la disminución del desempleo. En otras palabras, la disminución del número de personas sin trabajo probablemente refleje los efectos de trabajadoras desencantadas por la caída severa del empleo entre las mujeres.
Sin embargo, corroborar el factor que expulsa a las mujeres del mercado laboral está lejos de ser fácil. El estudio de NSSO coloca a quienes no trabajan ni buscan trabajo fuera del mercado laboral. Eso incluye a quienes concurrieron a instituciones educativas y quienes realizan tareas domésticas, entre otras. De hecho, las tareas domésticas se volvieron importantes a partir de 2009-2010.
Los investigadores sugieren que, debido al aumento en el ingreso de los hogares, las mujeres abandonan el mercado laboral para concentrarse más en sus estudios. Los cambios orientados a la oferta son importantes.
En las últimas décadas, hubo un aumento de la matrícula femenina en la educación terciaria, y una disminución notable en la disparidad de acceso a la educación. Ese hecho impacta en la participación femenina en la actividad económica y en la búsqueda de trabajo.
La disminución de la diferencia en el desempleo de hombres y mujeres también refleja los efectos de los ingresos que llevaron a una caída sostenida de la participación femenina en el mercado laboral.
El problema con ese argumento es que no necesariamente se aplica al ámbito urbano.[related_articles]
El ingreso también aumenta en pueblos y ciudades. La matrícula femenina en la educación terciaria también registró una tendencia al alza en las últimas décadas.
No obstante, la relación entre población y trabajadoras en el ámbito urbano no ha seguido la misma tendencia a la baja que en áreas rurales. Aproximadamente, entre 14 y 15 por ciento de las mujeres trabajaban en las ciudades en 1983, y esa proporción se mantuvo, en términos generales, en 2011-2012.
A diferencia del ámbito rural, la situación es distinta en pueblos y ciudades, pues se generan más oportunidades de empleo para la población femenina: alrededor de 4,5 millones de mujeres encontraron trabajo entre 2009-2010 y 2010-2011.
Las divergentes tendencias entre el campo y la ciudad en lo que respecta a la participación femenina en la población económicamente activa posiblemente reflejen las posiciones diferentes en la bien establecida curva en forma de u que muestra la participación femenina en el mercado laboral.
Cuando los ingresos son bajos, la participación femenina es alta. Y cuando los primeros aumentan, la última tiende a caer.
Claramente, la tendencia a la baja en la participación femenina refleja cambios profundos en la economía india, en especial en el ámbito rural. Lo peor es que esto ocurre a pesar de que el crecimiento del PIB se aceleró en los últimos años.
Sin embargo, nada de esto debe disuadir a las autoridades de seguir procurando mejorar la igualdad de género, los salarios y las condiciones de empleo para las mujeres, en especial en el sector informal.
Eso debería atenuar las expectativas respecto de la viabilidad de reducir las diferencias en la participación femenina y masculina en el mercado laboral en 25 por ciento para 2025.
Traducido por Verónica Firme