El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, no dudó en criticar a 13 países miembros que excluyen a las mujeres de sus poderes legislativo y ejecutivo.
«Hay cinco países en el mundo donde ninguna mujer está representada en el Parlamento», se quejó ante cientos de mujeres delegadas reunidas en la sede de la ONU en Nueva York. “Y hay ocho países en el mundo donde ni una sola mujer integra el gabinete” ministerial, añadió.[pullquote]3[/pullquote]
Y entonces se ablandó y no nombró ni dejó en evidencia a los países en cuestión.
«No revelaría los nombres… aquí. Insto enérgicamente a los líderes de esos países que cambien esta situación inaceptable», declaró el lunes 9 en la sesión inaugural del 59 período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, el principal órgano intergubernamental encargado de promover el empoderamiento de género.
Pero la Unión Interparlamentaria, la organización internacional donde están representados los parlamentos nacionales, no dudó en señalar a los 13 países por su nombre.
Los cinco países sin una sola mujer en sus parlamentos nacionales son Estados Federados de Micronesia, Palaos, Qatar, Tonga y Vanuatu.
Y los ocho países sin mujeres en puestos ministeriales son Arabia Saudita, Bosnia y Herzegovina, Brunei, Eslovaquia, Hungría, Pakistán, Tonga y Vanuatu.
John Hyde, director del Foro Asiático de Legisladores sobre Población y Desarrollo (AFPPD), dijo a IPS que la ONU y los parlamentos tienen que estar dispuestos a rever sus errores para lograr la igualdad de oportunidades y la paridad de género en el proceso político.
El Comité Permanente de Mujeres del AFPPD respaldó las medidas para introducir cuotas obligatorias en los parlamentos como una intervención comprobada de incremento inicial de la participación legislativa femenina, indicó.
«En nuestra región de Asia y el Pacífico, debemos reconocer con sinceridad que tenemos dos parlamentos, Tonga y Vanuatu, sin legisladoras», señaló Hyde.
Sin embargo, en Timor-Leste, uno de los países de menor desarrollo de Asia-Pacífico, 38 por ciento de las bancas en el Parlamento están ocupadas por mujeres, con la ayuda de una cuota obligatoria, añadió. El porcentaje supera a países industrializados como Australia, Japón y Nueva Zelanda.
En los últimos 20 años, países de todas las regiones avanzaron de forma sustancial para alcanzar la meta de 30 por ciento en las bancas legislativas fijada por la Conferencia de Mujeres de Beijing en 1995.
El promedio mundial de mujeres legisladoras prácticamente se duplicó, al pasar de 11,3 por ciento en 1995 a 22,1 por ciento en 2015.
La Unión Interpalamentaria destaca que los mayores avances se están realizando en las Américas. Los países con mayor progreso entre 1995 y 2015 fueron Andorra, Bolivia y Ruanda.
En 1995, ocho de los 10 países con mayor representación femenina eran europeos y cinco de ellos nórdicos, lo que llevó a la UIP a crear una categoría separada para esta subregión.
En 2015 hay un mayor equilibrio regional. Cuatro de los países con mejores resultados se encuentran en África (Ruanda, Seychelles, Senegal y Sudáfrica) y tres en América Latina (Bolivia, Cuba y Ecuador).
Solo Finlandia, Seychelles y Suecia estuvieron entre los 10 primero tanto en 1995 como en 2015.
No obstante, en «2014 hubo poco progreso en el porcentaje de mujeres en los parlamentos nacionales…, y el promedio mundial creció solo 0,3 puntos, lo que obliga a preguntarse si hemos alcanzado un techo de cristal», añadió la organización.
La Unión Interparlamentaria informó que solo hay 19 mujeres jefas de Estado o de gobierno entre sus 193 estados miembros, en Alemania, Argentina, Bangladesh, Brasil, República Centroafricana, Chile, Corea del Sur, Croacia, Dinamarca, Jamaica, Letonia, Liberia, Lituania, Malta, Noruega, Perú, Polonia, Suiza y Trinidad y Tobago.
Yifat Susskind, directora ejecutiva de Madre, una organización internacional de derechos humanos con sede en Estados Unidos, dijo a IPS que es hora de ir más allá de los discursos bonitos.
«Hay que obligar a nuestros líderes políticos a responder las preguntas más difíciles», subrayó.[related_articles]
De qué manera están abriendo el espacio político para que las mujeres puedan aportar soluciones, cómo miden los avances para las mujeres, y cómo implementan la legislación de género para que esta pase del papel a la práctica, son algunas de esas interrogantes, según Susskind.
Para responderlas, “no podemos encubrir las realidades difíciles”, como hizo Ban “cuando se abstuvo de nombrar a los países deficientes en la participación política de las mujeres. Para alcanzar la meta de 50:50 en 2030, como declaró el secretario general, necesitamos arrojar luz sobre lo que funciona y lo que no, aprender esas lecciones con rapidez y pasar a la acción», argumentó.
Ban les dijo a las delegadas que las mujeres y las niñas empoderadas son los mejores motores del crecimiento, la mejor esperanza para la reconciliación y la mejor barrera contra la radicalización de la juventud y la repetición de los ciclos de violencia.
«Hubo avances importantes desde la Conferencia de Beijing. Más niñas alcanzaron un mayor acceso a la educación que antes. La mortalidad materna se redujo a la mitad. Más mujeres lideran empresas, gobiernos y organizaciones internacionales”, aseguró.
«Al mismo tiempo, el progreso sigue siendo inaceptablemente” lento “y nuestros logros no son irreversibles», advirtió el secretario general de la ONU.
«Tenemos que construir sobre la base de Beijing y completar nuestro trabajo. Yo reto a todas las personas interesadas a trabajar juntas para lograr la igualdad de género durante el plazo establecido por la nueva agenda de desarrollo. Nuestro objetivo debe ser 50:50 en 2030”, instó Ban en referencia a la paridad entre hombres y mujeres.
Susskind dijo a IPS que el movimiento mundial de mujeres logró alterar los términos de la conversación.
«Ahora, los líderes del mundo están más dispuestos a reconocer que la igualdad de género debe ser una prioridad. Algunos, como el secretario general, están dispuestos a decir que las mujeres tienen soluciones de valor», añadió.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga