Las campesinas realizan grandes aportes a las economías rurales al producir y procesar alimentos, alimentar y cuidar a sus familias, generar ingresos y contribuir al bienestar general de sus hogares. Sin embargo, en muchos países, las discriminan y no pueden acceder a insumos agrícolas, educación, salud y empleo, entre otros, lo que les impide gozar de sus derechos.
La igualdad de género es ampliamente reconocida como un elemento esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda Post 2015, siendo vital el empoderamiento de las mujeres para que las personas pobres mejoren su modo de vida y salgan de la pobreza.
Este año se aprovechó el Día Internacional de la Mujer, el 8 de este mes, para conmemorar el 20 aniversario de la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing en septiembre de 1995, cuando se pidió a los gobiernos, a la comunidad internacional y a la sociedad civil empoderar a las mujeres y las niñas.[pullquote]3[/pullquote]
Para ello se estimó necesario tomar medidas concentradas en 12 áreas clave: pobreza, educación y capacitación, salud, violencia, conflictos armados, economía, poder y procesos de decisión, mecanismos institucionales para el avance de las mujeres, derechos humanos, medios de comunicación, ambiente y niñas.
Pero todavía queda mucho por hacer para superar las dificultades que afrontan las mujeres, en especial las del medio rural, en términos de movilidad y participación política.
“A menudo, las campesinas realizan las tareas agotadoras”, remarcó Kanayo F. Nwanze, presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA).
“Para mejorar el estatus social y económico de las mujeres, necesitamos un mayor reconocimiento del papel vital que desempeñan en la economía rural. Trabajemos juntos para empoderar a las mujeres para lograr la seguridad alimentaria y nutricional por su bien, el de sus familias y el de sus comunidades”, destacó.
Este año, las tres agencias de la Organización de las Naciones Unidas que tienen sede en Roma, la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el FIDA, junto con periodistas y estudiantes de varias universidades romanas, se reunieron para compartir testimonios de intervenciones innovadoras para empoderar a las mujeres rurales en cuatro áreas clave: nutrición, movilización comunitaria, ganadería y derechos a la tierra.
Numerosas investigaciones coinciden en que facilitar a las mujeres la generación de ingresos se traduce en una mejor nutrición infantil y educación en todos los países en desarrollo.
Al explicar por qué tanto hombres como mujeres deben estar involucrados en la mejora de la nutrición, la oficial de programa del PMA, Britta Schumacher, describió cómo la iniciativa Esfuerzos Renovados contra el Hambre y la Desnutrición (Reach, en inglés) logró atender esos problemas mediante un enfoque con objetivos con perspectiva de género.
Reach, una iniciativa conjunta de la FAO, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el PMA y la Organización Mundial de la Salud (OMS), se basa en el derecho humano a la seguridad alimentaria.
Además, busca transformar la forma en que los gobiernos y los donantes trabajan en materia de educación para aprovechar de forma más efectiva las inversiones existentes e identificar de manera más sistemática las prioridades para que aumenten las inversiones necesarias.
Debido a que “cuanto más permanezcan las niñas en la escuela, mejor será su salud” porque la “falta de conciencia representa un obstáculo concreto para las buenas prácticas”, Schumacher dijo que en el marco del programa Reach se realizaron actividades en Bangladesh para transferir conocimiento dentro y entre los miembros de las comunidades y las autoridades locales, a fin de mejorar el acceso de las mujeres a los servicios y fortalecer su autoestima.
Al subrayar la necesidad de movilizar a las comunidades, Andrea Sánchez Enciso, especialista en género y comunicación participativa de la FAO, ilustró uno de los logros del proyecto Dimitra de esta agencia, una iniciativa de comunicación e información participativa que contribuye a mejorar la visibilidad de las poblaciones rurales, y de las mujeres en particular.[related_articles]
En Níger, “el proyecto Dimitra promovió la incorporación de una perspectiva de género en la comunicación para iniciativas de desarrollo en zonas rurales tomando muy en cuenta especificidades, necesidades y aspiraciones de hombres y mujeres” y “creando espacios participativos de discusión entre hombres y mujeres, acceso a la información y acciones colectivas en sus comunidades”.
Antonio Riota, quien dirigió un proyecto de granjas pecuarias en Afganistán durante el régimen del grupo extremista Talibán, dijo que la iniciativa se desarrolló e implementó en un contexto en que las mujeres se hicieron cargo de 90 por ciento de los pollos de la aldea, que se convirtió en la única fuente de ingresos de toda la comunidad.
Según este especialista de la división de ganadería, política y asesoramiento técnico del FIDA, el proyecto, que se desarrolló por dos años, demostró que un criadero de animales pequeños puede marcar la diferencia en la vida de las mujeres rurales, pues uno de sus mayores logros fue que “ahora pueden caminar juntas”; antes, si lo hacían, las acusaban de prostitución.
“Unas 75.000 mujeres se beneficiaron del proyecto y la rentabilidad aumentó 91 por ciento”, acotó.
Por su parte, Mino Ramaroson, coordinador para África de la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra, describió dos experiencias africanas de redes femeninas, la Federación Nacional de Mujeres Rurales de Madagascar y la Iniciativa Kilimanjaro, que abogan por sus derechos a la tierra y a los recursos naturales.
En Madagascar, la Federación Nacional de Mujeres Rurales, que procura promover sus derechos, mejorar el sustento y aumentar su resiliencia a golpes externos e internos, logró que se acercaran más de 450 organizaciones femeninas de las seis provincias del país.
La Iniciativa Kilimanjaro, lanzada por mujeres rurales en 2012 con apoyo de la Coalición, usa los derechos de las mujeres a la tierra y a los recursos productivos para incentivar la movilización de las campesinas en África y que puedan definir el futuro que quieren, reclamar vidas con la dignidad que se merecen e identificar y superar los desafíos que las mantienen rezagadas.
Editado por Phil Harris / Traducido por Verónica Firme