A sus 49 años, Edison Liburd es uno de los pintores más reconocidos de Antigua y Barbuda. Pero no siempre fue el centro de atención. De hecho, se podría decir que era un hombre refugiado en la clandestinidad.
«He estado infectado con el virus del VIH (virus de inmunodeficiencia humana) durante aproximadamente 24 años. El primer examen de VIH me lo hice en febrero de 1993, en el hospital Allen Pavilion, de Manhattan, Nueva York», explicó a IPS.[pullquote]3[/pullquote]
«Puedo recordar ese día vívidamente. Sentí como si me hubieran sacado la tierra bajo mis pies cuando me entregaron los resultados de la prueba», relató.
El VIH/sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) surgió por primera vez en la década de los 80, y ahora, más de 30 años después, persiste la estigmatización asociada a la enfermedad. Ese fue el motivo principal por el que Liburd ocultó su condición.
«Le escondí mi estado por años a mi familia. Les dije a unos amigos, pero la mayoría de la gente que conocía no sabía nada acerca de mi estado de salud. Era el miedo al ostracismo que me impedía revelarlo”, explicó.
Los seropositivos en Antigua “aún padecen inseguridad laboral. Son los primeros despedidos y los últimos contratados. La estigmatización y la discriminación siguen siendo altas porque muchos todavía se creen superiores a los infectados”, según Liburd.
«Creo que cuando las personas infectadas se empoderan al tomar las riendas de su salud… le asestan un golpe enorme a la discriminación. La gente empieza a verte de manera diferente», aseguró.
El Caribe es una de las zonas del mundo más afectadas por esta enfermedad, con una prevalencia de VIH uno por ciento superior a las demás regiones fuera de África subsahariana.
Las causas radican en las desigualdades socioeconómicas, altos niveles de estigmatización, la discriminación contra las personas en situación de riesgo y las poblaciones marginadas, y la persistente homofobia y desigualdad y violencia de género.
El VIH en el Caribe se concentra sobre todo en el entorno social de los hombres que tienen sexo con hombres, pero la discriminación mantuvo esta situación oculta y sin reconocimiento. También existe una fuerte incidencia entre los usuarios de drogas inyectables, las y los trabajadores sexuales y sus clientes.
El principal modo de transmisión en el Caribe es el coito heterosexual sin protección, mediante pago o sin él. También se cree que las relaciones sexuales entre varones son un factor importante en varios países, aunque esto es negado debido a la estigmatización social.
La discriminación que sufren las personas infectadas por el virus en la región lleva al ocultamiento de la pandemia, lo que dificulta acceder a muchos sectores de la población.
Luego de enfrentarse al peor de sus miedos, a estar internado y próximo a la muerte, Liburd decidió “luchar contra la discriminación al incrementar mi capacidad de ayudar a los demás en todos los sentidos a través del don de mi arte y mi voz en los medios de comunicación, en la iglesia y demás”.
«Me volví más seguro y audaz a la hora de enfrentar oposición. Ha sido y sigue siendo más que nunca una fuente de inspiración y estímulo para muchos que escuchan mi historia», destacó.
La directora la Red de VIH/Sida de Antigua y Barbuda (Abhan), Eleanor Frederick, dijo que las personas seropositivas tienen muchas dificultades, como el desempleo, la falta de vivienda y, en algunos casos, el abandono de sus familias.
También les afectan la “estigmatización, la discriminación, la escasez de recursos y la marginación social», dependiendo de la comunidad con la que se identifiquen, como las y los trabajadores del sexo, los hombres que tienen sexo con hombres, los consumidores de drogas y los presos.
«Mucha gente es reacia a iniciar el tratamiento debido a los mitos que existen sobre el VIH y el sida. Los proveedores de salud, sus compañeros y sus asesores en el tratamiento pueden ayudarlos a entender las barreras y a superarlas», dijo Frederick a IPS.
Abhan tiene un programa de compañeros o pares que reclutan, supervisan y mantienen a los pacientes en el tratamiento y se aseguran de que cumplan con el régimen que este implica. También ofrece un paquete completo de servicios, que incluye la gestión de cada caso y que busca limitar la conducta sexual de riesgo y mejorar el funcionamiento del sistema inmunológico y de la salud en general.[related_articles]
«El programa brinda servicios de apoyo directo de estudiantes voluntarios especialmente entrenados por Abhan y la Universidad Americana de la Facultad de Medicina de Antigua, bajo la forma de interacción social, apoyo emocional, supervisión en el cumplimiento de la medicación… de quienes viven con el VIH/sida», explicó Frederick.
Los países caribeños tienen leyes que abordan específicamente el tratamiento de los trabajadores seropositivos, pero estas no siempre se cumplen, advirtió.
«En 2012 se aplicó un programa piloto. La intención era fomentar la aplicación y el cumplimiento de las normas establecidas en el código de práctica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre VIH/sida y el mundo del trabajo”, señaló.
También “la recomendación 200 de la OIT, así como la Política Nacional Tripartita… de Antigua y Barbuda, basada en las normas universales de derechos humanos aplicables al VIH y el mundo del trabajo «, agregó Frederick.
«Hay personas que perdieron su empleo a causa de su situación de VIH y a otros se les pidió que se realizaran la prueba… cuando se sospechaba de su posible infección”, informó.
La directora de Abhan dijo que el VIH debería ser una preocupación de todos porque «no discrimina ni conoce fronteras”.
“La equidad y la justicia social son muy importantes en nuestra respuesta a la epidemia… El VIH es tanto una enfermedad social y de desarrollo como médica”, subrayó.
«Me gustaría animar a todos a ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas con VIH y sida y aumentar la compasión hacia ellos y sus seres queridos mediante la prestación de servicios humanos vitales para las personas necesitadas, sobre la base de una filosofía de apoyo sin juzgar, como la que practica Abhan», exhortó.
Edición de Kitty Stapp / Traducción de Álvaro Queiruga