Los derechos humanos concentraron las mayores divergencias en la primera reunión de Cuba y Estados Unidos para normalizar sus relaciones, tras más de medio siglo de rompimiento. Pero la voluntad de avanzar en el deshielo quedó ratificada, en un proceso pilotado por dos mujeres.
La secretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Roberta Jacobson, reiteró el viernes 23, tras un encuentro con representantes de la disidencia interna cubana, que los temas de democracia y derechos humanos son cruciales para su país en el diálogo bilateral, antes de subrayar que las diferencias con La Habana en este punto son “profundas”.
Pero la jefa de la delegación de Washington descartó que esas discrepancias representen un obstáculo en las conversaciones para la reapertura de relaciones diplomáticas anunciada simultáneamente por los presidentes Barack Obama, de Estados Unidos, y Raúl Castro, de Cuba, el 17 de diciembre.
En su mensaje a los medios de comunicación, tras el cierre oficial de su agenda de dos días en La Habana, Jacobson añadió que la nueva política hacia Cuba apunta a una mayor apertura con más derechos y libertades.
Miriam Leiva, periodista independiente y fundadora del grupo opositor Damas de Blanco, tampoco cree que la reiterada defensa de los derechos humanos y el respaldo a la disidencia sea piedra en el camino del deshielo. “El gobierno cubano sabía eso e igual se sentó a conversar”, comentó a IPS.
En su opinión, lo importante es que con la normalización de vínculos habrá un canal directo de comunicación entre ambos gobiernos. “Se abre una etapa de retos, pero también de esperanza y oportunidades para la gente. Por supuesto no va a ser fácil y el camino por recorrer es largo”, agregó.
Hasta ahora, las autoridades cubanas han tildado siempre a los grupos opositores de “mercenarios” y “peones a sueldo” de la política agresiva de Estados Unidos hacia Cuba.
Tampoco ven con buenos ojos que sus huéspedes extranjeros se entrevisten con opositores, ni la relación de estos con la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, que debe transformarse en la nueva embajada dentro del proceso iniciado con esta primera ronda en el Palacio de Convenciones de esta capital.
Jacobson y su contraparte cubana, la directora general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Josefina Vidal, abordaron los derechos humanos durante las conversaciones del jueves 22, que abrieron el proceso para el restablecimiento pleno de relaciones bilaterales, catalogado por la alta funcionaria estadounidense como “complejo” y “prolongado”.
En una declación escrita entregada a los periodistas y sin derecho a preguntas, Jacobson afirmó que “como elemento central de nuestra política, presionamos al gobierno cubano para que mejore las condiciones de los derechos humanos, incluida la libertad de expresión y de reunión”.
Tuvimos un intercambio en el que cada parte afirmó las posiciones, visiones y concepciones que tiene sobre el tema del ejercicio de los derechos humanos”, admitió a su vez Vidal, quien, sin embargo, rechazó que se hubiera empleado la palabra presión. “Cuba ha demostrado a lo largo de su historia que no responde ni responderá ante presiones”, agregó.
En los años 90 y principios de este siglo, este asunto fue motivo de fuertes enfrentamientos verbales entre La Habana y Washington dentro de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, primero, y de su sustituto Consejo de Derechos Humanos desde 2006.
Para La Habana, Estados Unidos utilizaba el tema como parte de su política “anticubana”.
Vidal explicó que propuso a Jacobson “sostener un diálogo específico en una fecha por determinar” para abordar a nivel de expertos sus visiones sobre democracia y derechos humanos.
Al respecto, el jurista Roberto Veiga, coordinador general del proyecto ciudadano Cuba Posible, comentó a IPS que en un diálogo bilateral sobre derechos humanos se deben considerar “las circunstancias que han influido sobre el tema” para evitar “juicios errados” y no entorpecer las posibles soluciones.
A su juicio, durante el proceso revolucionario que comenzó en 1959 y luego se declaró socialista existió un “forcejeo” entre la visión “que privilegiaba los denominados derechos individuales en detrimento innecesario de los derechos sociales y de la igualdad” y otra que colocaba en primer nivel los derechos sociales y colectivos.
Como consecuencia, en el país caribeño prevaleció hasta ahora “una concepción (de derechos humanos) que privilegia la igualdad y los derechos sociales”, en desmedro de “ciertas libertades, así como las relaciones de la isla con países importantes”, comentó.
Para Veiga, las cubanas y cubanos están “obligados a completar la obra”, en busca de un equilibrio entre el ejercicio de los derechos individuales y la equidad social. Dialogar sobre este asunto resulta importante para “el desarrollo del sistema político cubano y la consolidación de nuestra sociedad civil”, valoró.
Las dos delegaciones abordaron también posibilidades de cooperación en materia de telecomunicaciones, seguridad nacional, relaciones internacionales, tráfico de personas, cuidado ambiental, respuesta a derrames de hidrocarburos, enfrentamiento al narcotráfico y el terrorismo, hidrografía, seguridad de la salud mundial y respuesta conjunta a la epidemia del ébola en África Occidental, entre otros.[related_articles]
En la primera parte del encuentro, las dos partes analizaron los pasos prácticos a seguir para el establecimiento de embajadas, que se guiarán fundamentalmente por la Convención de Viena para las Relaciones Diplomáticas, en vigor desde 1964.
Al exponer los resultados de esta primera reunión, destinada más que nada a marcar las bases del proceso, Vidal recalcó que seguir esta Convención “significa el respeto recíproco al sistema político, económico y social de ambos Estados y evitar cualquier forma de injerencia en los asuntos internos”.
No se dio a conocer la fecha del nuevo encuentro.
La reunión estuvo precedida, el miércoles 21, por una ronda de seguimiento de los acuerdos migratorios logrados por los dos países entre 1994 y 1995.
La población cubana se mantiene aún expectante y hasta incrédula por la sorpresiva decisión de “amistarse” con Estados Unidos.
“Yo creo que ambas partes se están exigiendo mucho. Los dos países tienen políticas completamente diferentes que es mejor respetar para comenzar a ponerse de acuerdo”, opinó a IPS el transportista privado Ángel Calvo, de 37 años.
En tanto, para Manuel Sánchez, de 33 años, quien se definió como trabajador informal, ambas naciones “van a avanzar en las relaciones más que en el pasado, pero nunca van a tener los excelentes vínculos como mucha gente espera”.
Pero todos coinciden en la expectación ante el camino que abrieron las dos altas funcionarias ahora en La Habana.
Como dijo el afamado escritor cubano Leonardo Padura en un artículo para IPS este mes, tras el hito histórico del 17 de diciembre, “con los ojos abiertos, ahora oteamos el futuro que vendrá, tratando de darle siluetas más precisas”.
Editado por Estrella Gutiérrez