Una protesta de refugiados sirios que están instalados desde el 19 de noviembre en una plaza en el corazón de esta capital revela el estancamiento de la política hacia los inmigrantes, tanto en Grecia como en el resto de Europa.
Cerca de trescientos hombres, mujeres y niños se instalaron en la plaza Syntagma, frente al edificio del parlamento griego, en reclamo del permiso para trasladarse a otros países europeos.[pullquote]3[/pullquote]
Muchos de ellos duermen a la intemperie y en el suelo por la noche, cubiertos solo con mantas para soportar las temperaturas inferiores a 10 grados. Decenas ya fueron trasladados a hospitales por síntomas menores, sobre todo hipotermia. Los incidentes médicos aumentaron desde que varios de los manifestantes comenzaron una huelga de hambre el 23 de de noviembre.
Durante la protesta, las autoridades griegas se comunicaron con los manifestantes, repitiendo la línea oficial de que no existen disposiciones legales que les permitan viajar a otros países europeos a menos que antes hayan adquirido formalmente el estatuto de refugiado.
Pero la mayoría de los sirios que participan en la protesta no parecen estar dispuestos a solicitar el asilo en Grecia.
Se negaron a hacerlo incluso después de que las autoridades les explicaron que les concederían el asilo mediante procedimientos de vía rápida. Esto les ayudaría a conseguir documentos de viaje, que tanto necesitan, pero al mismo tiempo les privaría del derecho a solicitar asilo en otros países europeos donde los refugiados tienen mejores servicios de integración.
De hecho, las autoridades griegas se enfrentan a una singular situación. El secretario general del Ministerio del Interior, Aggelos Syrigos, declaró a IPS desde la propia plaza Syntagma, que la situación parece irresoluble.
«Les explicamos que lo que piden no es posible. Les aconsejamos que soliciten asilo, así podemos ofrecerles refugio a las familias. Muchos de ellos parecen creer que otros europeos pueden intervenir para resolver su problema, lo cual no es el caso», aseguró.
Hace algunos años, cuando Grecia era receptora más que nada de una inmigración por motivos económicos, el país implementó una política que limitó el acceso a las solicitudes de asilo porque los migrantes irregulares abusaban del sistema.
La crisis transformó a Grecia en un destino no deseado por los migrantes. Ahora parece que las autoridades pretenden que los refugiados, que son la inmensa mayoría de quienes llegan al país, ingresen al sistema y soliciten asilo.
El cambio de política se produjo después de que las autoridades establecieron un sistema de asilo eficaz en cooperación con elAlto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), y tras la presión de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE).
Pero el cambio no vino acompañado de los servicios ni la infraestructura de integración eficaz que el país necesita.
Un informe de laFundación Helénica para la Política Europea y Exterior sobre la eficacia de la política de control de la migración irregular en Grecia entre 2007 y 2013 muestra que este país dio prioridad a un sistema caro compuesto por controles fronterizos, detenciones y repatriaciones.
Atenas invirtió la mayor parte de los recursos disponibles de los fondos europeos y el presupuesto nacional en este sistema, a expensas de otro menos costoso y más proactivo sin medidas punitivas. En consecuencia, ahora carece de instalaciones que ayuden a gestionar las oleadas de nuevos ingresos.
El director de la Oficina del Acnur en Grecia, Giorgos Tsarbopoulos, dijo a IPS que el país nunca intentó implementar una política de integración en primer lugar, pero ahora, «dado que la población de refugiados seguirá aumentando, es necesario identificar las iniciativas políticas adecuadas para promover la integración ahora… tanto para los refugiados, como para la cohesión social”.
Tsarbopoulos cree que la decisión del gobierno de exigir que toda protección ofrecida a los manifestantes sirios tenga como requisito la solicitud de asilo podría ser contraproducente al polarizar la situación.
Muchos sirios que vienen de una familia de clase media urbana entienden que pedir asilo en Grecia los llevará a un futuro de marginación social, una situación claramente muy difícil de aceptar.
Hace unas noches, IPS presenció una conversación entre Mohammed A., quien duerme a la intemperie en la plaza Syntagma desde el comienzo de la protesta, y un hombre griego, ambos de la misma edad.
«No quiero nada de Grecia, solo quiero poder ir a donde quiera. Tú puedes ir a cualquier lugar que desees. Yo también lo quiero», dijo el sirio.[related_articles]
Syrigos y Tsarbopoulos coincidieron en que el problema se agravará y que el tiempo para tomar las soluciones adecuadas es limitado.
Según las últimas estimaciones oficiales griegas, más de 5.000 sirios ingresaron a Grecia en noviembre, y hace apenas unos días las autoridades enviaron una operación de búsqueda y rescate militar al sur de Creta para salvar a un barco de contenedores inmovilizado que se cree transportaba a unos 700 refugiados.
Para la organización independiente Consejo Griego para los Refugiados, el proceso de asilo «no debe ser un instrumento ni un requisito previo para la provisión de las condiciones materiales de acogida y la asistencia humanitaria inmediata a las personas que huyen de los conflictos bélicos».
En un comunicado, Acnur Grecia instó a Europa a abrir vías legales para los refugiados y a entablar un diálogo sobre una solución europea al problema que ponga énfasis en la solidaridad entre los estados miembros de la UE.
Durante dos años, el gobierno griego, junto con Italia y Malta, solicitaron en reiteradas ocasiones al Consejo Europeo que discuta el reparto de responsabilidades entre los Estados miembros del norte y el sur del continente con respecto a esta temática, pero esto aún no ha sucedido.
Editado por Phil Harris / Traducido por Álvaro Queiruga
