Periodistas silenciados mientras sus asesinos siguen libres

Cortejo fúnebre del camarógrafo de Reuters, Fadel Shana, en el territorio palestino de Gaza. El periodista fue asesinado por un tanque de la Fuerza de Defensa Israelí en abril de 2008 porque, según testigos, filmó a los blindados mientras disparban. La investigación de las autoridades israelíes no derivaron en ninguna acción disciplinaria. Crédito: Mohammed Omer/IPS

Nueve de cada 10 casos de reporteros asesinados quedan impunes, según el último informe del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).

La autora del reporte, Elisabeth Witchel, afirmó a IPS que “la impunidad se convirtió en una de las mayores amenazas a la seguridad de los periodistas. Cuando un reportero es asesinado y no hay un procesamiento, se abre la puerta a nuevos ataques”.[pullquote]3[/pullquote]

El informe encontró que 370 periodistas murieron asesinados entre 2004 y 2013 “en represalia directa por su trabajo” y que 90 por ciento de los casos quedaron impunes, “sin detenciones ni procesamientos ni condenas”.

El CPJ también señaló que si bien “en algunos casos el asesino o su cómplice fueron condenados, solo en unos pocos el autor intelectual compareció ante la justicia”.

“No se trata de una historia ni de un solo periodista asesinado, es toda la comunidad la que se siente intimidada”, remarcó Witchel.

“Los periodistas se sienten inseguros si asesinan a uno de los suyos y no hay una justicia oficial. Se construye un clima de intimidación, que puede llevar a que no se cubran temas importantes”, añadió.

Witchel remarcó que los temas que cubrían los profesionales asesinados con impunidad eran fundamentales para sus comunidades e iba desde delincuencia, corrupción, pasando por derechos humanos hasta conflictos y política.

El CPJ publicó el informe para conmemorar el Día Internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra los periodistas, de la Organización de las Naciones Unidas, celebrado por primera vez el lunes 3 de este mes.

El periodista de investigación Eric Mwamba, de República Democrática de Congo (RDC), contó a IPS cómo el temor a ser detenido, torturado y a perder la vida afectaron su trabajo.

“Según sé, ninguno de los responsables de actos de violencia contra periodistas en África fue acusado”, indicó Mwamba.

Las leyes contra la difamación y la noción ambigua de desprecio también sirvieron para que la justicia congoleña tratara de amordazar a la prensa, añadió.

El hecho impactó especialmente a los trabajos económicos, observó. Debido a la estrecha relación entre intereses privados y públicos en la RDC, los funcionarios estatales también son empresarios de compañías investigadas, ejemplificó.

“Mientras fui presidente del Foro Africano de Reporteros de Investigación, estudié algunos casos. Recuerdo el de Didace Namujimbo, un periodista de Radio Okapi, asesinado en el este de la RDC. Las investigaciones judiciales, por desgracia, no arrojaron ningún resultado favorable”, relató.

“Espero que con la caída del régimen del presidente Blaise Compaoré, en Burkina Faso, al comenzar octubre, las nuevas autoridades ayuden a conocer la verdad sobre el asesinato de Norbert Zongo, otro periodista asesinado en 1988 en ese país”, apuntó Mwamba.

Mwamba tuvo que escapar de la RDC por sus investigaciones periodísticas y ha vivido y trabajado en distintos países y regiones, desde África occidental hasta Australia.

“No creo que haya nada peor que verse obligado a abandonar su país por temor a perder la vida”, dijo a IPS.

En un debate organizado en la ONU el mismo lunes 3, los panelistas discutieron el papel del foro mundial, de los gobiernos nacionales, de la justicia y del público en la lucha contra la impunidad por los delitos contra los profesionales de la prensa.

La corresponsal del canal de noticias Al-Arabiya, Nadia Bilbassy-Charters, quien hace poco informó sobre las violaciones de derechos humanos cerca de la frontera con Siria, se refirió a los enormes riesgos que afrontan los profesionales en Medio Oriente.

De hecho, dos de cada tres reporteros asesinados en los últimos años trabajaban en esa región.

“Siria es un cementerio para la prensa y los periodistas”, subrayó.

Bilbassy-Charters observó que la mayoría de los periodistas asesinados en ese país son profesionales locales que trabajan por su cuenta y sin nadie que los protegiera.

“Asumen un riesgo enorme solo para decirle al mundo lo que ocurre. Y aun con ese riesgo, no sé si el mundo está respondiendo, en especial en Siria. Es un fracaso moral del siglo XXI lo que ocurre en Siria”, sentenció.

Seguridad para los periodistas y agenda de desarrollo post-2015

El director general adjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el etíope Getachew Engida, dijo al panel que la agencia y organizaciones defensoras de los medios en todo el mundo abogaban por que se incorporara la libertad de medios a la agenda de desarrollo sostenible.[related_articles]

“Por ahora, la libertad de expresión, la seguridad de los periodistas y el fin de la impunidad no están incluidos como tal en la agenda propuesta para después de 2015”, puntualizó.

La Unesco aboga por “asegurar que se reconozca la importancia de la libertad de expresión para el desarrollo sostenible y por mejorar la seguridad de quienes hacen esto posible”, indicó.

“Cada periodista asesinado es un día sin noticias, un día en que se socava la libertad de expresión, se violan los derechos humanos, se debilitan el derecho y la democracia. El clima de terror causado por la impunidad arroja una sombra sobre el desarrollo sostenible en todas las sociedades”, subrayó Engida.

Joel Simon, director del CPJ y participante en el panel, subrayó que “en lo que respecta a la violencia real que se comete contra los periodistas y el grado de impunidad, la tendencia avanza en dirección equivocada. De hecho, los últimos dos años fueron los que dejaron más muertes y los más peligrosos que haya documentado” esta organización.

De hecho, en ese período, se registraron los números más altos de periodistas asesinados y detenidos.

“Me preocupa que los gobiernos, el sistema de la ONU y el público confundan consciencia, que es bueno, con avances”, alertó.

Editado por Kitty Stapp / Traducido por Verónica Firme

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